Kamala Devi Harris y Donald John Trump, serán los candidatos de sus respectivos partidos en los comicios presidenciales de los EUA a realizarse el próximo noviembre. La Convención Republicana ya invistió a Trump formalmente y solo falta que se lleve a cabo la convención demócrata para que Harris se convierta en candidata oficial.
Son dos personalidades cuyas posiciones políticas personales y el discurso que vienen ofreciendo, reflejan la composición actual de la sociedad estadounidense con toda su pluralidad y contradicciones.
Tal vez sea esta la elección en la que más se marquen las diferencias en las que se desenvuelve la sociedad estadounidense. Por un lado el amplio sector que forma la pluralidad y diversidad racial, étnica, producto de los flujos migratorios y por la otra parte la aún mayoría de blancos, anglosajones protestantes (WASP), que se niegan a reconocer la evolución cultural y quisieran conservar los valores de la sociedad hegemónicamente dominada por ellos, cual si la realidad de hoy fuera similar a la de los años 50 del siglo pasado.
Conservar un país con una mayoría blanca es lo que subsiste en el slogan de campaña “Make América Great Again” de Donald J. Trump y sus arengas contra las políticas migratorias de las administraciones demócratas.
Es claro que simplificar así la contienda electoral no es correcto pues no se puede soslayar que hay otros temas de singular importancia que están a debate, que tienen que ver con libertades y derechos que reivindican unos, contra los principios morales y religiosos de otros, pero en el fondo solo encontramos a una sociedad que claramente está dividida y no solo por el bipartidismo que ha caracterizado al sistema democrático de esa nación.
El radicalismo contenido en la oratoria trumpiana exacerba esas diferencias, hace de ellas plataforma electoral y las refuerza incluso con la designación de quien lo acompañará en la fórmula.
James David Vance, cuyo nombre al nacer fue James Donald Bowman, es autor del libro “Hillbilly, una elegía rural”, que resalta la vida de una familia blanca y una cultura en crisis, y su último libro “ A relevant faith», explora la cristiandad norteamericana. Ambos explotan los valores de los que se nutre el discurso de la campaña republicana y su adalid.
Esto ha bastado para que Trump se mantenga a la cabeza de las preferencias electorales, pero con márgenes escasos. Al 27 de julio, el compendio de encuestas que realiza Clear Real Politics, arroja 47.9 puntos para Trump y 46.2 para Harris, una diferencia de solo 1.7 puntos.
El sistema electoral del vecino país otorga a los estados un peso específico decisivo en la elección y en este momento, sin que la campaña de Harris haya tomado impulso, en cinco estados considerados clave Trump obtiene ventajas: Wisconsin +0.7; Pennsylvania +3.0; Michigan +1.0; Arizona +6.4 y Georgia +4.5.
Otras encuestas como la de Fox News, arrojan empate en Pennsylvania a 49 puntos, al igual que en Michigan e incluso ventaja para Harris en Minnesota 52 a 46.
Números tan cerrados reflejan el clima de polarización que está tomando la contienda electoral en el vecino país y sobre todo la incertidumbre que acarrea un proceso que se puede inclinar hacia cualquier lado.
Las perspectivas para Kamala Harris no son malas, a pesar de los números desfavorables que hoy se observan. Trump parece haber alcanzado su pico máximo desde abril que llegó a 47.7 puntos que mantiene en Julio y subir más se antoja difícil, mientras que la candidatura demócrata remontó la desventaja que ofrecía un Biden decadente y se muestra ahora en ascenso.
El apoyo recibido por Harris de parte de las figuras preponderantes de su partido y la extraordinaria respuesta de los donantes a la campaña hacen previsible un repunte que desaparezca la mínima ventaja que conserva la candidatura republicana y habrá que esperar las encuestas después de la convención demócrata y la campaña formal de Kamala, que sin duda moverá los números.
Las cifras seguirán arrojando esa dicotomía que refleja la actual sociedad norteamericana a pesar de su diversidad y pluralidad y al final será la democracia la que diga cual prevalece en el gobierno. Como en otras latitudes, en EUA también se asoma el rostro del autoritarismo en contra de las libertades, agravado por un trasfondo racial que aún no ha podido ser desterrado. Los estereotipos físicos estarán en la boleta, expuestos en la campaña, señalando como en ninguna otra elección que EUA ya no es el mismo del siglo pasado y tocará a los electores reconocerlo o negarse a ello.