El Califa l-Mutarraf Emir de Córdoba de la península de las iberias – este emirato ocupa más de la mitad del territorio cristiano de la Hispania peninsular- pidió a cuenta de tributo ¡Cien mujeres al rey Ramiro primero de Asturias! En donde deja claro para su harem, que deberán ser cincuenta hermosas doncellas de la nobleza y las otras cincuenta deben ser plebeyas para sus soldados, de otra manera al ser negadas ¡Él mismo va por ellas a cada uno de los pueblos de Asturias! Dejando a su paso muerte y destrucción ¡Los emisarios de los musulmanes han llegado demasiado lejos! Es una ofensa para la cristiandad que apenas se reduce a un puñado de ciudades ocupadas por los fieles, donde Ramiro primero busca de mil formas encontrar como evadir este mandato.
¡Deberá Ramiro primero llevar a su ejército buscando la Morisma en la Rioja para enfrentar el poderoso ejército de infieles del califato de Córdoba! Si cuenta el rey cristiano a las doncellas nobles, sus dos hijas García y Aldonza junto con su segunda esposa Paterna, así como sus cuñadas tendrán que estar en la lista ¡Las mujeres se han terminado! Dentro de las plebeyas están en su totalidad las hijas de todos sus mejores capitanes de guerra ¡Es una afrenta para Asturias!
El Califa I-Mutarraf es el poderoso conquistador de media península de la Hispania conocida, fue quien saqueó las reservas de la Rioja llenas de fulgurante vino para la comercialización y ganancia de la zona, crucificaba a todos los cristianos que encontraba, pero sabía que tenerlos cerca le mantendría con ventaja ¡Su círculo de más cercanía está compuesto por algunos cristianos a los que llama Rabí! Su fiereza ha hecho que cualquier levantamiento en su contra se castigue con la fuerza de su mano propia, siendo así que acabó con la clase opulenta de Al Ándalus cuando desearon quitarle el trono ¡Férreo y aguerrido! De tibieza nula ¡Ahora solo pide cien doncellas por tributo del joven rey asturiano! No se permitirá respuesta menor.
El rey Ramiro primero sabe que una batalla de este tamaño no puede pasar desapercibida, sus hombres han luchado por décadas desde la muerte de su padre, los abuelos de sus soldados son los mismos que defienden estas tierras ya de poca cristiandad ¡Pero de embrujos y lamentos espectrales por la llegada de estos pueblos emires! ¡Sangre y carne en pléyades de batallas épicas! Brujos y hechiceros, lecturas de la baraja maldita, predictores y malhechores tunden la región ¡No ha existido tierra más dolida por el abandono de Dios que esta propia Asturias!
-¡A ti proclamo!- Alza la voz el rey Ramiro- ¡Todas las alabanzas a mi Dios mi señor mi duelo! Lloran mis ojos con lágrimas de dolor ¡No venceré al emir I-Mutarraf! Maldigo ese nombre y su descendencia ¡A ti mi señor levanto mi voz! – ¡En un acto de rebeldía avienta su espada de mando contra la cruz que pende de cadenas de oro! Desde lo alto de la torre hasta la base del altar corre desesperado tomándose su rostro ¡En un acto de frenesí! Llora inconsolable ¡Se tira al suelo y solo implora ser escuchado!
¡El rey Ramiro sintió un latigazo que le rompía su espalda! Torrentes de sangre salen de su piel mientras un grito desgarrador tunde a todo el palacio de Santa María del Naranco, observa como los infieles toman a su esposa Paterna y la hace suya ¡Una y otra vez! Despojándola de su castidad ¡Mientras que roban a las mujeres de Asturias! Los soldados fieles al rey cristiano son atravesados por las lanzas y caballos del emir que una vez caen al piso elegante del castillo ¡Son destrozados por los cuartos de los animales! Todo se tiñe de torrente grano y partes de mutilados ¡El rey solo llora de dolor mientras que corre con su brazo extendido de frente! Trata de alcanzar a su amada Paterna que sufre los embates de los garañones cordobeses ¡Le roban a su amada! De entre todo este apocalíptico escenario un hombre barbado vestido de blanco surge de entre las cenizas ¡Un total silencio se extrajo del elegante salón de finas esculturas! Como si el mundanal ruido se guardara en una hermosa lámpara de fulgurantes destellos oro.
El joven barbado en completa desnudez camina hacia el rey Ramiro, le toca con su mano y lo levanta ¡Traza una cruz de sangre en las ropas blancas de brillante confección que ahora le aparecieron al rey! ¡Hace una pertinaz bandera de oblonga complexa! Se la entrega y repite – ¡Sana tu mente hermano!… Sana tu mente… ¡Dios contigo! Sal y destroza a los infieles ¡Que la Morisma sea su tumba! El infierno se abre a los infieles ¡La gloria es tuya!
El hombre de fino cuerpo se monta en un corcel de blanco linaje ¡Se pone una túnica blanca de brillantes albos! Observa al rey Ramiro primero ¡Pasa encima de él! Lo atropella y revuelca en el piso del castillo ¡Rompe su cuerpo! El monarca logra escuchar cada uno de sus huesos que truenan ¡Se siente morir! ¡Es arrastrados por un largo trecho! Su boca percibe los sabores terracota y sangre ¡Escupe los sobrantes! Siente romper sus dientes de uno en uno.
¡Despierta en su lecho junto a su esposa Paterna!
– ¡Pero por Dios mi señor está empapado de sudor! – ¡Quítate! Aún extasiado por la muerte cercana se levanta y observa su cuerpo – ¡Mirad Paterna decidme! ¿Qué parte de mi cuerpo falta? – ¡Ninguna mi señor! – Asustada le contesta – ¡Mirad bien esposa mía! Mirad mi rostro ¿Qué cortaduras tengo? ¿Qué mutilación me observas? – la Reyna Paterna observa y le revisa con cuidado ¡Ha enloquecido su rey!
El rey observa que todo ha sido una señal ¡Manda llamar a los generales de su ejército!
– ¡Tomad mis señores las armas! ¡A la Morisma! Destrozad a los infieles del El Califa I-Mutarraf tomad sus cabezas y traédmelas ¡Una a una las colocaremos en una gran fogata! Dios está con nosotros ¡Un joven príncipe de la gloria ha venido a visitarme! Yo mismo he visto como se abre el infierno a los invasores ¡No dejad ninguno con vida! Atended a mi señal y atacad ¡Por Dios todo poderoso! Cuando los veáis que se acercan con sus lanzas ¡Echadles los corceles encima! Ellos mismos son nuestros escudos ¡Apurad a los hombres! ¡Esta victoria es nuestra!
Sancho Fernández es quien capitanea a los ejércitos del rey asturiano, un hombre leal a la causa y de férreas condiciones ¡Astuto como un zorro! Sabedor de todos los trucos de batalla en caballería, hijo del famoso Conde Don Gonzalo señor de los Rucones, su madre una goda germana de linaje que les trajo abundancia y sabiduría a la familia de Sancho, por eso no solo es el mejor capitán ¡Sino el mismo levante de batallas! Tenerlo es la garantía de triunfo ¡Sabio y guerrero! Letal combinación para los infieles.
Los doce hermanos de Sancho pelean junto de él ¡No se distingue uno de otro en la fuerza y hermosura de su linaje! Pero tienen una virtud que lamentar, en ritos paganos ¡Comen del infiel sacrificado en batalla los ojos y rostro! Les apodan ¡La hermandad de la espada! Bestias insaciables de sangre y opio traído desde las tierras de los hombres de pieles de canela ¡Hombres sabios de linaje podrido! Son ahora quienes defienden la cristiandad en las llanuras abiertas de la Rioja ¡Milenarias vidas que vibran para el grano deleite del vino! Ahora el sacrificio no es del viñador ¡Sino de los enemigos!
Los hermanos de la espada mantienen en ruin secreto su estado de cofrades ¡Fingen hacerse al rito ceremonial de la penitencia en la Procesión del Silencio de la semana santa para el sacrificio corpóreo! Cadenas y látigos les tunden por sus pecados ¡Conos encierran sus rostros para no ser reconocidos! Sufren y se arrepienten ¡Pero cuando regresan al campo de batalla! Se saben propios y condenados a continuar con sus ritos antropófagos con tonos de sabor a rostro del soldado infiel ¡Insanos han arrancado la piel aun exhalando! El rey Ramiro primero sabe que son ellos y solo ellos quien ganarán la batalla.
Al frío de apenas levantado el campamento del Califa I-Mutarraf mientras cepillan las montas de finura y cala ¡El ejército de Ramiro primero se deja mirar en veloz cabalgadura! Cientos de caballería cristiana atacan el campamento de los infieles ¡Caen encima de todos! ¡La sorpresa es su mejor espada! Comienzan a caer los invasores que se creen dueños ya de estas tierras.
El Califa da la orden de sacar las kiliç -cimitarra omeya- en un baile que se aprende desde niño con los campamentos de guerreros del emirato cordobés ¡Los soldados comienzan la danza! Se tiñen de rojo las montas que pasan con ellos, al regresar de la vuelta el guerrero infiel se coloca a la misma pose, atraviesa al jinete cristiano ¡Dejan expuestas sus vísceras!
¡Todo el día se hizo el arreo! La batalla no para ¡El rey Ramiro primero se siente abandonado! Vuelve a caer en su desesperación ¡Una lanza invasora le atraviesa el hombro dejando expuesta la materia ósea ¡Es desmayado!
¡Una gran ola de sangre tiñe las arenas de la playa en el rítmico vaivén! Un sol diferente de tono blanco le hace al alba. El hombre barbado que le entregó el estandarte oblongo al rey Ramiro primero está sentado en una roca ¡Limpia pescado! Le abre por debajo, saca las tripas, las avienta al mar de tonos marrones, luego le descama y guarda en un canasto ¡El rey asturiano apenas se pone de pie! Camina dando tumbos, pero las fuertes olas de sangre lo tiran ¡Logra saborear el sabor a fierro! Llega un momento en donde mejor se deja ¡Ya no hará resistencia al fuerte oleaje! Se tira de bruces.
El hombre de alba túnica lo levanta de la parte de los sobacos junta sus manos en el pecho del rey, le arrastra por toda la playa sin dejar de teñirse sus ropas ¡Que de inmediato se blanquean! Lo salva del embate ¡Un olor a pescado preparado le llega al rey! Con sus manos juntas recibe un trozo del recién y aromático manjar ¡Juguetea por lo caliente! Al acercar el trozo a su boca le sopla un poco ¡Un manjar! Delicia nunca antes probada.
– ¿Cómo va la batalla hermano? – le pregunta el hermoso joven de mirada caída y blanca vestidura – ¡Morí mi señor! De otra manera no comprendo en donde estoy – le arrebata la plática – ¡Esto que vives es solo un remanso! Una poética oda a tu paz y valentía – Le vuelve a dar otro trozo del suculento pescado- ¡Mira allá arriba! El ejército de tus enemigos caerá por la ladera de enfrente ¡Solo has logrado vencer a un tercio del poderoso ejército! Aún miles de hombres esperan la retaguardia ¡No estás enterado! De ello el infiel Mefisto te ha preparado una trampa. Debes confiar en Dios.
El llanto del rey fue profundo ¡Gordas lágrimas rompen el granar rendido de sus hendiduras por la sangre reseca! No es ya el mozalbete de su primera esposa ¡Pero le tiñe la bravura y complexión de la herencia de sus abuelos! Hombres godos de estampas de invasión y destello. El hombre hermoso le tocó el hombro.
– ¡Mirad mi rey! Te hincas ante el Dios de los siglos y él te ha escuchado ¡Por la nueva noche de hoy el cielo se pondrá en total oscuridad! ¡Marrones cielos se teñirán de destellos! Esa será la señal. Me verás comandando un ejército celestial que fulminará como la trompeta del profeta los cielos a cualquier infiel ¡cristiano o moro! No habrá piedad, pero debes pagar un precio por esta batalla.
-¡Mi señor de los vientos! Cumpliré cualquier condición que pongas ¡Cualquiera! – aún sus labios salivan el esputo del llanto – ¡Decidme mi señor! ¿Qué debo hacer?
-¡Con una kiliç omeya deberás cortar las gargantas de los hermanos de tu Sancho Fernández! Capitán de los ejércitos ¡Se burla de los tiempos sagrados de nuestro padre! No deberá quedar uno solo de los doce hermanos ¡Solo Sancho tu fiel escudo vivirá! ¿Aciertas? No debes tener piedad ¿Aciertas?… ¿Acier…
¡El rey Ramiro se levantó del lecho! Su cuarto de campaña le tenía como gravemente herido ¡Ni siquiera chistea que su hombro está descubierto, herido de posible amputación! Tomó su espada y dio la orden de nuevo – ¡A la nueva noche seguidme! Es la hora ¡Por mi Dios! Por nuestro Dios- hizo que todos levantaran al ejército completo ¡Incluyendo a los hermanos de Sancho!
La batalla de la ladera del cerro la observó de igual manera tal cual como el joven hermoso le hizo ver ¡Un nuevo y joven ejército del Califa de Córdoba se presentó! Tres mil hombres musulmanes recomienzan la batalla.
Justo en medio mismo del ejército de cristianos e infieles ¡Se levantó de entre las cañadas cercanas un brillante batallón comandado por el joven hermoso de la playa de granas olas! Le siguen miles de conocidos soldados del rey Ramiro primero ¡El joven capitán blande un lema de oblonga confección! Una cruz roja sobre blancas telas danza al vaivén de la cabalgadura ¡Sus espadas vencen a los invasores! De a miles caen por los campos de la Rioja ¡La batalla recupera la dignidad de las tierras y tiñen de esperanza los embates vencidos del asturiano monarca!
El Califa sabe que la derrota ha sido conjurada y debe partir del campo de batalla con el sentido sabor de la derrota ¡Una vez sabe que sus miles de hombres muertos! Debe decidir si dejarlos al cuidado de la tierra o levantarlos en peregrinación de retiro ¡Cualquiera de las dos son proeza mayor misma! Ya no tiene hombres.
El rey Ramiro por todos sus sentidos trata y se empeña en descubrir el rostro del joven capitán de tan excelso batallón, desea conocerle en la razón afuera del sueño, pregunta, pero nadie da razón ¡El poderoso ejército asturiano ha ganado esta batalla! Si continúan así lograrán tal vez erradicar de una vez a los invasores que ya tiñen con su cultura la razón, e invaden las creencias y costumbres ¡Lastiman la fe!
¡No volvió a verle!
Aunque los soldados cristianos hablan de un santo que les vino a ayudar ¡Imposible! Un hombre santo no levanta la espada ¿Quién será? Se pregunta el monarca. Observa un rostro de sublime felicidad entre los soldados ¡Le manda llamar señalándolo! – ¡Eh tú! Voltea ¿Por qué esa cara de felicidad cuando tus hermanos han caído? ¿Acaso no tienes conmiseración con ellos? ¿Me escuchas? – al verlo el joven soldado se hincó e hizo una reverencia – ¡Mi señor le tengo un mensaje! – ¿Quién lo envía? – ¡El señor de las olas de color de grana! Así me indicó que le mencionara, que usted entendería, aquel que le dio de comer pescado – Asombrado el Rey Ramiro atento:
– ¡Tu Dios al que invocaste te ha escuchado! Soy su humilde siervo ¡Has ganado Rey Ramiro Primero! Has valer tu palabra ¡Toma el kiliç omeya y cumple! Debes terminar con los doce hermanos de Sancho Fernández – ¡Volteó el rey al soldado en éxtasis le preguntó!
– ¿Te dijo cómo se llamaba? – ¡Sí señor! Además, me indicó que erigieras una capilla en tu reino con el nombre advocado de Santiago el Mata Moros ¡Ese es su nombre!
Continuará…