Carlos Uriegas
El fuego olímpico es un símbolo, una señal de unidad y parte de su calor se siente en Querétaro a través de recuerdos que permanecen en la memoria y en la colección olímpica que custodian Roberto Velazquez Nieto y Gabriela Cabrera Herbert.
El Jardín Guerrero fue el punto de encuentro en el que, como hace 56, se encendió una de las antorchas que recorrieron desde Veracruz su camino hacia el pebetero en el Estadio Olímpico de Ciudad Universitaria.
Roberto Velázquez, colaborador de PLAZA DE ARMAS, habló del símbolo, de la antorcha, del camino que recorrió, de lo que se vivió aquel 12 de octubre de 1968 en la inauguración de unos Juegos Olímpicos, a lo que calificó como los mejores de la historia, algo que no se volverá a repetir, nos comentó.
“El relevo de la antorcha es un símbolo entre las civilizaciones mediterránea y americana, además de que recreó el primer viaje de Cristóbal Colón al Nuevo Mundo, pasó por tres lugares clave; Génova, el Puerto de Palos, de dónde zarpó y San Salvador, donde llegó tras cruzar el Atlántico”, narra Roberto Velázquez.
Luego de haber sido encendido en Olimpia, viajó desde Atenas a Italia; la llama desembarcó el 27 de agosto de 1968 en Génova en donde se realizó una ceremonia en frente de la casa donde vivió Cristóbal Colón, para partir al día siguiente hacia España.
Roberto Velázquez Nieto platicó cómo el 6 de octubre la llama olímpica llegó a Veracruz, donde fue transportada por 17 nadadores que se acercaron a la orilla para de ahí llevarla con destino a Teotihuacán, a 38 kilómetros de la Ciudad de México, donde la noche del 11 de octubre se celebró una ceremonia que simbolizaba la fusión de mitologías del Viejo y el Nuevo Mundo.
“Al día siguiente la llama llegó a a Ciudad de México para la ceremonia inaugural del 12 de octubre, ahí se encendieron dos antorchas , una partió con dirección al Museo Nacional de Antropología, sede de la olimpiada cultural, y otra antorcha se llevó a Acapulco en donde se desarrollaron las competencias de vela”, explicó Roberto Velázquez.
La flama arribó al Estadio Olímpico en la mañana del 12 de octubre, ahí un cadete recibió la antorcha y se la entregó a Enriqueta Basilio, la última atleta portadora de la antorcha y la primera mujer que encendió el Pebetero Olímpico.
En México 68, por primera vez corredores de los diferentes países situados a lo largo del itinerario portaron la antorcha. Todos vestidos con el mismo uniforme, que les proporcionó el Comité: pantalón corto blanco y camiseta con una banda de los colores nacionales del respectivo país, añadida la paloma y el logotipo de México 68.
PLAZA DE ARMAS ¿Para ti qué son los juegos Olímpicos?
ROBERTO VELÁZQUEZ. “Los Juegos Olímpicos son el evento deportivo más importante que tiene la humanidad, desde que se instituyeron a finales del Siglo XIX, es el evento que unifica al mundo a través de los cinco continentes, representados en sus aros, unir a través de los valores éticos y civilizacionales de la humanidad en una justa deportiva y en la que México tuvo un papel muy trascendente al ser el primer país en América Latina en organizar unos juegos Olímpicos en 1968”.
Roberto Velázquez recuerda cómo México enfrentó retos previo a los Juegos, por el tema de la altura sobre el nivel del mar de la Ciudad de México, ya que muchos comités olímpicos abogaron para que se suspendiera la realización de los Juegos, además de los hechos acontecidos con la matanza de estudiantes en Tlatelolco tan sólo 10 días antes de la inauguración de la Justa Olímpica.
“Fueron retos que se enfrentaron, pero ni esos hechos pudieron detener la realización de los Juegos, pero lo más trascendente de esos juegos fue que al tener una gran cultura y civilización le dieron un matiz con la fusión de las culturas precolombinas, por lo que podemos decir que México fue clave no sólo en los juegos deportivos, si no en los temas culturales, como haber llevado el fuego olímpico a Teotihuacán, en donde estuvieron presentes todas las culturas mesoamericanas, con sus costumbres y con los vestidos que representan a todo el país y se lucieron en los Juegos Olímpicos de México 68”.
Además de la posibilidad de contar con una de las antorchas que fueron usadas en los Juegos Olímpicos, Roberto Velázquez y Gabriela Cabrera Herbert compartieron algunos de los vestidos regionales que se usaron durante la ceremonia inaugural.
Velázquez Nieto destacó que los Juegos Olímpicos fueron una oportunidad para que México se diera a conocer, con todo su valor y su cultura, además de subrayar que fueron los primeros en transmitirse vía satélite por televisión.
“Mostramos esa riqueza y poderío cultural que no tiene ninguna otra nación, lo que le dio un sello multicultural a los juegos, algo que yo destaco, además de lo deportivo”.
A pocos días de que inicien los Juegos Olímpicos de París 2024, Roberto Velazquez destaca que jamás habrán otros juegos como los celebrados en México, los primeros en un país de América Latina, en la que sólo se suman los de Río de Janeiro del 2016.
“Los Juegos Olímpicos de México le dieron una identidad al país, una gran nación de encuentros y desencuentros, mostrándose como una de las grandes culturas en el mundo; una fusión de América con Europa, del viejo con el nuevo mundo, no habrán otros juegos como los de México, jamás, otras naciones no tienen la riqueza cultural que nosotros tenemos”, remató Velázquez Nieto.
Los vestidos usados en la ceremonia inaugural
Aunque hay muchas imágenes de la inauguración en blanco y negro, el color estuvo muy presente a través de los vestidos regionales típicos de cada región, de los cuales Gabriela Cabrera cuenta con tres de ellos y que luce dignamente los domingos en el Jardín Zenea al ritmo de danzón.
“Tengo alrededor de 60 trajes regionales, tengo algunos que se usaron durante las olimpiadas, como el traje regional de Chiapas, el de tehuana de Oaxaca, el veracruzano del Puerto y el de Michoacán”, comentó Gabriela Cabrera.
“El gusto por los vestidos surgió de la posibilidad de bailar danzón, a partir de ahí empecé a adquirirlos a coleccionarlos con los materiales más originales posibles”, compartió.