Francisco Morales
Las llamadas del periodista Juan Pablo Meneses llegaron a ser tan frecuentes, tan insistentes en su pesquisa, que en el Consejo de Monumentos Nacionales de Chile todos los empleados ya conocen su caso.
“Ah, usted es el que está buscando al Che Guevara, ¿verdad?”, es la respuesta habitual cada vez que llama para conocer el estado de su asunto.
Parcialmente inspirado por uno de los protagonistas de su más reciente novela, Revolución (Tusquets), Meneses interpuso ante ese órgano gubernamental la primera denuncia oficial por el hurto de una estatua del guerrillero argentino, ocurrido en 1973.
Pero no cualquier estatua: la primera de Ernesto Guevara de la Serna, el “Che”, que se erigió en el mundo, en la comuna San Miguel de Santiago de Chile, y que fue derribada y desaparecida por el ejército golpista de Augusto Pinochet.
“En el Consejo de Monumentos Nacionales es donde más se cruza la no ficción con la ficción, porque, efectivamente, tanto yo como autor, como Juan como protagonista, fuimos a ese lugar, hicimos la denuncia, y hoy, afortunadamente, existe una denuncia”, relata en entrevista.
El libro de Meneses (Santiago de Chile, 1969), de un género híbrido que él llama “literatura crónica”, utiliza todas las técnicas de reporteo periodístico, junto con aquellas que son propias de la literatura, para exponer un caso real.
A más de 50 años de que fuera develada, en 1970, resulta todavía insólito pensar que fuera en esa locación chilena, y no en su natal Argentina o en Cuba, donde iniciara el culto al revolucionario.
Un monumento, además, que fue motivo de una encendida polémica pública incluso desde antes de su instalación, que sufrió numerosos atentados y a la que hacen referencia personalidades de gran importancia histórica, pero que fue desaparecida sin rastro.
“Esta estatua y este monumento es una obra de arte, que habla de un arte político de los 70, que terminó decapitada, porque le hicieron explotar la cabeza, que Pablo Neruda quiso hacer una colecta, con la que Fidel Castro por primera vez vio al Che convertido en estatua, entonces tiene un valor que no es para llegar y hacerlo desparecer”, explica Meneses.
“Cincuenta años después, con 30 años de gobiernos socialistas, que son los mismos que levantaron ese monumento, nadie quiere hacerse cargo de su propia historia, de su propia memoria y de su propio pasado”, critica.
Esta misma convicción contra el olvido anima a Juan, el protagonista de la novela, un escritor que, tras haber realizado una serie sobre la masificación en la cultura pop de la imagen del Che, se encuentra con la historia de la estatua que le construyeron en Chile.
Aliado con la historiadora Celia, el escritor busca las claves para dar con el paradero del monumento, como parte de la investigación para realizar una serie periodística, llamada Revolución, para una plataforma de streaming.
A manera de novela policiaca, el lector va descubriendo pistas junto con Juan y Celia, mientras que en otros capítulos se cuenta la historia del regidor que ideó la instalación del monumento, Tito Palestro, del artista que lo realizó, Praxíteles Vázquez, y de los militares que se encargaron de tumbarlo y desaparecerlo.
Entre las narraciones, Meneses incluye transcripciones de documentos oficiales, como su propia denuncia, de artículos periodísticos de la época, el discurso de Castro ante la estatua e incluso fotografías de la estatua.
La obra de Vázquez, que muestra a un Che idealizado y heroico, que levanta un fusil como si fuera una cruz, sirve al autor para reflexionar sobre el proyecto ideológico de hacer del guerrillero un Jesucristo latinoamericano.
“Una de las cosas que me empecé a dar cuenta es de la fuerza que tuvo el Che, que no conocemos nuestra generación, o las generaciones que vienen; la fuerza que tuvo la figura del Che en términos, te diría, casi de cercanía con la gente o de modelo a seguir”, explica Meneses.
Una figura que, no obstante, terminó sobreexplotado por el marketing de las empresas del llamado Primer Mundo para usarse en camisetas, zapatos, pósters, cigarros y, como reseña el autor, hasta en perfumes.
“En el libro yo trato de abordar la figura de él no como un santo, sacándolo del pedestal de santo en el que lo ven algunos, y sacándolo del pedestal de demonio, para analizarlo como el primer latinoamericano global, alguien que cruzó toda Latinoamérica”, detalla.
Al final, el libro no decepciona en ofrecer al menos dos sólidas hipótesis sobre el paradero actual de la estatua chilena de Guevara, al tiempo que la denuncia oficial de Meneses muestra que su país todavía falla, en ocasiones, en llamar a cuentas a los militares.
“Dentro del Consejo de Monumentos hay un militar, y acá en México debe de ser igual, porque muchos de los monumentos tienen que ver con cosas militares, pero no se le ha preguntado, incluso dentro del Consejo: ‘Oye, ¿dónde está el monumento?’”, lamenta.
Revolución está por llegar a México.
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Actualmente, Juan Pablo Meneses, quien es John S. Knight Journalism Fellow de la Universidad de Stanford, está en México para ofrecer el taller “Literatura y crónica: Periodismo narrativo”, convocado por Fábrica de Periodismo y la Unidad Cuajimalpa de la Universidad Autónoma Metropolitana.
El curso tendrá lugar los próximos 20, 23, 25 y 27 de julio, en sesiones presenciales y en línea en Basilio Vadillo 43, Col. Tabacalera, sede de la Escuela de Periodismo Carlos Septién García.
Además de este curso, para el que pueden pedirse informes en el correo contacto@fdeperiodismo.com, se encuentra trabajando una investigación sobre la carrera del escritor chileno Roberto Bolaño como periodista.
“Es para demostrar que Bolaño es quizás el cronista latinoamericano más desconocido como cronista, porque no se le ha buscado en esa dimensión de contar historias en los medios de comunicación”, adelanta.