Capitulo III
6 de mayo de 1862, camino a Orizaba, cercanías al Cerro del Borrego.
Después de atacar con furia y técnica, haber sucumbido en los fuertes de Guadalupe y Loreto cómo se lo había advertido el General –pirata- Prim, bajas por entre setecientos y ochocientos soldados, montas acribilladas, treinta cañones embargados, personal de higiene desmembrado, así como su ejército completamente diseminado e inclusive ¡Se pierden por el camino! Acusando de estar heridos y no lograr reponerse para la retaguardia ¡Desertores! – que son acogidos por las familias francesas que ya habitan esta región, en carruajes son llevados para el estado de Jalisco, de modo sigiloso-. El retiro del vencido se vuelve un trágico momento que debe reportar.
El general Charles Ferdinand Latrille, Conde de Lorencez, se adentra en sus pensamientos de manera en como al emperador Napoleón tercero le tendrá que dar el parte de la batalla, sus escribas ya redactan de la forma poética, odas al lejano imperio que antecedan las malas noticias.
“Un puñado de libertarios que copiosamente hicieron de nuestras libertades su espíritu de lucha nos han rendido en heroica defensa de su fuerte…” – ¡Me parece demasiado entregado! – le dice a su escriba de potestades, un joven que diseña el modo y la forma de comunicar efusivamente tan malas nuevas.
“…de hacer de su conocimiento excelentísima de que los arreos suficientes para lograr capitular la plaza de lo que llaman la ciudad de los Ángeles, a tiro de la capital, nos fue robada de las manos ante el estruendo de nuestro ejército y la ciudad que sirvió de fuerte mismo…” –Demasiado consolidado a la derrota de los nativos, enjuga de nuevo la tinta y dame uno en donde no se mezcle el desánimo y el hambre.
“… Que del retiro de los infames traidores ingleses y españoles distan del honor de consolidar a nuestros hombres, ante nuestro ejército imperial francés ha disminuido su eficacia por la falta de elementos…” – ¡Para ahí! No podemos exponer la falta de elementos cuando no aplicamos la leva en el camino, además los hombres de Márquez ni siquiera hicieron meya en el enemigo ¡No válgame la luz! ¡La madre santa! No tendrá clemencia el emperador ante estos resultados ¡Y tú idiota! Desarrolla mejor la carta que de eso penden nuestras cabezas.
El regreso de los franceses a la ciudad de Orizaba amplía el margen que el General Ignacio Zaragoza les de alcance y de una vez y por todas disemine la invasión, misma que a leguas dista mucho de un desinterés de los conservadores – aquellos comandados por Juan Nepomuceno Almonte que desean no solo volver a los tiempos de la Nueva España con el sistema económico de la explotación del camino real de las minas del Potosí, Guanajuato y Zacatecas, sino el de conseguir a un emperador europeo de casa con linaje, que se considera ya lo consiguió ¡Vaya razón! Esto le daría facultades a la iglesia de recuperar sus bienes nacionalizados- quienes cuentan con el dinero en doblones suficiente para llevar a cabo dicha encomienda.
Para llevar a cabo una llegada marcial del linaje que se pretende asiste a poner la paz y concordia con un nuevo imperio, corrieron infinidad de cartas de los generales liberales a los generales conservadores que pelean del lado de los franceses. Se busca conciliar entre las partes ¡Cientos de postales corren por todos los caminos de la nación! Llevando cartas que apostillen las intenciones del gran ejército liberal que se está formando o, de lo contrario, se hará un ejército de conservadores tan grande que no habrá quien lo enfrente.
¡En estos tiempos los bandos multitudinarios se construyen por soldados conservadores o liberales!
De las que más llama la atención de Zaragoza es la que envía el General Conservador Antonio Taboada al general liberal José Miguel Pascual Negrete Novoa, quien protege la ciudad de Puebla, en donde le invita a defeccionar – unirse a los conservadores-:
“…Los mexicanos que venimos con el ejército francés hemos podido lograr de éste, en gracia a la buena intención que trae para con México, que suspenda sus operaciones de ataque a esta plaza por algunos días, mientras nosotros agotamos los medios de conciliación posibles y nos han movido a dar este paso, por una parte, la persuasión que tenemos de que toda resistencia por la fuerza de Juárez, por obstinada y gloriosa que sea, será siempre impotente ante el gran poder y los elementos inmensos de la Francia…”
El general tomó la carta y se la mostró al general Ignacio Zaragoza quien atiende a la lectura que recién le acaba de hacer, una vez la tuvo en sus manos le dio una pequeña copa con ron añejo a Negrete Novoa quien, aun temblando su pulso por la indignación, logra hilar palabra ¡De un sorbo se lo terminó! Limpió sus bigotes con su codo y con voz firme le hizo saber su tenor al mensaje.
– ¡Indignante mi señor general Zaragoza! Estos pinches franceses desean desde hace tiempo que las columnas de nuestros ejércitos se alineen a sus mandos, una y otra vez insisten en que la nueva gran ramera se infiltre en nuestra Patria ¡Indignante mi señor! La rabia me impide en este momento tomar las palabras, tramo hacer que el postal sea acompañado por un piquete de mis mejores hombres ¡Y fusilarlo por traidor! – ¡La paciencia es el don de los valientes mi señor! Le acompaño y comprendo en la empatía de hacerse del tenor del momento, pero me preocupa de más la intención de fondo – le insta Zaragoza- Estas misivas deberán estar llegando a varios de nuestros generales, las mieles de los doblones que se reparten atraen a muchos, las condiciones de los soldados franceses son deplorables, pero estilan dar el dinero a los mandos.
¡En una patria los hombres en el vaivén de la incertidumbre de un mando los vuelve traidores!
-En un palmo quedarán cuando nuestros ejércitos fulminen a su emperador ¡Si es que algún linaje se atreva a tal discordia! – ¡Nuestra patria es rica mi señor! De seguro la ambición cegará los ojos a cualquiera ¡Un linaje traerá muerte y desolación a una patria que se nutre de su propia sangre! Son ya tantas décadas de guerra mi señor que hemos pasado de un sustento por la plata a uno por la guerra ¡A sangre de miles de hijos de la nación!
– ¡La Patria llora a sus hijos general Pascual Negrete Novoa! Aún plañida en el alba el alma de quienes nos liberaron del yugo, sin rictus aun sus cuerpos deambulan por el infinito de la incertidumbre ¡Debe ser contundente en la respuesta! Hágale saber las consecuencias.
– ¡Sí señor! – hizo su saludo y se retiró a redactar la respuesta, la escolta de Zaragoza recibe una orden explícita: – ¡Enviar a todos los generales conservadores y liberales de hacerse a la unión por la patria! De lo contrario serán considerados ¡Traidores! Se atendrán a las consecuencias ¡Fusilamiento! Sin corte marcial – ¡Sí señor!
De poco tiempo también se hicieron del conocimiento de defecciones al general Tomás O´Horan por parte igual del general conservador a favor de los franceses, Taboada.
“…No había llegado aún el tiempo de hablarte con la seguridad que deseaba y lo hago ahora; al tomar esta resolución me guían dos objetos, el primero es cumplir con el deber de buen mexicano y, el segundo, con el deber de la amistad. Comienzo por recordar mis sentimientos y que esto te sirva de base para juzgar de lo que paso a manifestarte.
Yo conozco perfectamente tus ideas de orden y patriotismo; conozco tus deseos y tus nobles aspiraciones y sé también que tu talento, tu actividad y decencia, te colocarán siempre en los puestos dignos de soldado como tú. Esta convicción me asegura de que habrás estudiado y comprendido ya la situación tristísima de nuestro desgraciado país.”
La contestación del general O´Horan fue drástica, la indicación de Zaragoza fue que estuvieran contundentes las intenciones de que serán objeto de búsqueda, persecución, considerados traidores y fusilados una vez se tenga oportunidad:
“… Hoy he recibido tu carta de fecha 7 en el campamento francés de la Hacienda de Álamos; su contenido, he tenido que leerlo y releerlo, confrontar tu firma para conocer que era tuya. Tu carta envuelve conceptos ofensivos para mí; bien persuadido estás de ello, porque me conoces perfectamente y en tu citada anticipas las disculpas…
… Cuando el ejército francés se retiró delante de nuestros batallones, que acababan de hacerlos volver las espaldas, cuando los primeros soldados de Europa, esos zuavos, esos cazadores, llenos de merecidas cruces conquistadas en la Crimea, en Italia y tantas otras partes, los viste huir delante de nuestros batallones y los viste volver cabizbajos y avergonzados y les oíste referir su derrota, ¿Qué sentiste? ¿Tú corazón estaba henchido de orgullo nacional? Tócatelo y respóndete a ti mismo. Esa es, pues, la contestación que doy a tu carta.”
22 de mayo de 1862, parte del general Conde de Lorencez.
Ante la presión constante del imperio francés de saber los resultados de los ejércitos invasores del Conde de Lorencez, las cartas de Europa llegan, pero las contestaciones no, por ello en carácter de urgente y ante la intención de posible traición por el propio Conde de no dar el parte, deciden hacerle saber los resultados de la batalla del 5 de mayo ¡17 días después!
“… La batería Mallat se situó a cierta distancia de la batería Bernard, para hacer el fuego de los mexicanos más divergente y mandé que los zuavos llegasen hasta el pie mismo de la altura, para que no siguieran expuestos a los fuegos de enfilada del fuerte. Ordené al mismo tiempo al regimiento de infantería de Marina, a los fusileros marinos y a la batería de montaña, que apoyaran al primer batallón de zuavos que ocupaba la derecha y tomé un batallón del 99º de línea para remplazar, como reserva, detrás de nuestras columnas de ataque, a la infantería de Marina y a los fusileros marinos.
Durante lo más recio del combate, las dos compañías de cazadores de infantería que habían sido dejadas en el llano, se encontraron envueltas por una masa de caballería sostenida por fuerza de infantería; estas dos compañías hicieron en mi presencia tal defensa que no sabía a quienes admirar más, si a los que avanzaban sufriendo el fuego de Guadalupe o a los cazadores que, sin desconcertarse por el crecido número de los enemigos que los rodeaban, se formaron con la mayor serenidad y mataron o dispersaron a los jinetes que se precipitaban hacia ellos…
…Las pérdidas sufridas en el glorioso combate del 5 de mayo se resumen así: Oficiales: Muertos 15 – en realidad fueron 29- Heridos 20 – a verdad segura más de 31- Tropa: Muertos o desaparecidos 162, Heridos 285 – los partes mexicanos hablan de ochocientos fallecidos en el porte del cerro de Guadalupe y el fuerte de Loreto- Los diversos informes que me han llegado de los mexicanos, hacen subir a 1,000 hombres las pérdidas del enemigo.”
La carta continúa haciéndole ver día a día su partida hasta llegar a Orizaba: – El paso del día 6,7 y 8 de mayo estuvimos resguardando el campamento; el 9 y 10 esperando la llegada del general Márquez. A lo largo del camino de regreso nos siguieron piquetes de soldados y caballería sin tener resultados de escaramuzas; el 17 llegué a Tecamaluca y el 18 camino a Orizaba.
A cosa de las seis de la mañana, vino el general Márquez a decirme que le habían avisado que el ejército de Zaragoza avanzaba por las Cumbres para oponerse a la reunión de su caballería conmigo, que no estaba seguro de que este informe fuera exacto y que iba él en persona al encuentro de su tropa para cerciorarse de ello. Di orden al coronel L’Heriller para que secundara al general Márquez con un batallón, en caso que le hiciera saber que el general Zaragoza se hallaba efectivamente en presencia de su caballería.
Yo mismo permanecí en Ingenio hasta la una de la tarde y, viendo llegar soldados de la caballería de Márquez sin que ninguno de ellos me anunciara la presencia del enemigo, continué mi camino hacia Orizaba. A las diez de la noche vino a decirme el general Taboada, que la caballería del general Márquez y el 2° batallón del 99° de línea, al mando del comandante Lefevre, habían sostenido a las cinco de la tarde un combate reñido contra las tropas de Zaragoza; que se habían hecho 1,200 prisioneros y que el 99° había cogido una bandera.
El batallón del 99º y los jinetes del general Márquez cargaron entonces al enemigo con tal ímpetu, que a las seis de la tarde había desaparecido y los resultados de la jornada fueron: Una bandera cogida por el 99º de línea, 800 infantes y 400 a caballo prisioneros, 100 a 150 muertos aproximadamente, 200 heridos. Las pérdidas del batallón son 2 muertos y 26 heridos. El estado sanitario del ejército es bueno, el espíritu excelente; mis enfermos y heridos se hallan instalados en dos hospitales en número de 600.
¡Vencimos a Zaragoza de manera fulminante! Diezmamos al general y a todo su ejército en cuanto pudieron acercársenos, el general Márquez hizo una maniobra exquisita ¡El bando nacional mexicano está derrumbado!
Nos asentamos en la ciudad de Orizaba para recibir órdenes de su excelentísima majestad… signa: El general de división, comandante en jefe del cuerpo expedicionario de México. Conde de Lorencez.
3 de julio de 1862 Paris Francia.
El general Élie-Frédéric Forey es nombrado por Napoleón III comandante en jefe de todos los poderes militares y políticos en México, después que Lorencez fulminó a Zaragoza posterior a la batalla del 5 de mayo.
Forey ejercerá el gobierno del México ocupado por las tropas francesas hasta el 16 de julio de 1863, cuando lo entregará al general Bazaine. Tras la derrota de los franceses en Puebla el 5 de mayo de 1862, el general Forey desembarcará en Veracruz en el mes de septiembre siguiente con un nuevo ejército y recibirá el mando de todas las fuerzas francesas en México de manos del general Lorencez.
Para enero de 1863, Forey ya contará con una fuerza expedicionaria de 28,126 efectivos, además del contingente del partido monárquico integrado por 1,300 infantes, 1,100 jinetes y 50 artilleros, así como la llamada “Legión de Honor” formada por 400 oficiales y jefes conservadores sin mando de tropa.
¡Francia no admite perder bajo ninguna razón! Borraremos la batalla del 5 de mayo en los fuertes de Guadalupe y Loreto ¡Nadie recordará en el mundo esa afrenta al imperio francés! De los libros de historia desaparecerán…
Continuará…