EL CRISTALAZO
Las angustias de Felipe
Tarde, es verdad, pero la vulgar intentona de Felipe Calderón de logrear la reelección presidencial a través de la persona de su esposa Margarita (no es diminutivo) Zavala, ya es un asunto evidente para cualquiera.
No deja de ser significativo en ese sentido el editorial del diario Reforma cuyo director, Alejandro Junco de la Vega (con el seudónimo de Manuel J. Jáuregui), le tunde bien y bonito al expresidente.
“…En México, es bien sabido, NO HAY REELECCIÓN presidencial, de manera que si la aspiración de Margarita Zavala en convertirse en presidenta de México (puesto para el que en lo personal estamos convencidos non está calificada), entonces ella tiene que librar sus propias batallas, hacer a un lado a su maridito, y ser ella quien encabece su candidatura, sus esfuerzos, de mostrando con hechos que es capaz por si sola de dirigir sus destinos…”
Malamente aconsejado por sus víscera favorita (el hígado), Felipe Calderón tronó sus enojos por la parcialidad de la candidatura aún no anunciada pero ya promovida de Ricardo Anaya y tras un pleito con Juan José Rodríguez Prats (viejas cuentas llevan esos dos), amagó, por segunda ocasión con abandonar las filas del PAN, exabrupto tras el cual mandó una carta “aclaratoria” de un asunto de extrema claridad: los berrinches y la iracundia lo dominan. Así ha sido toda su vida.
Sólo como un recuerdo, reproduzco para usted esta nota de hace casi dos años:
“NUEVA YORK.- El expresidente Felipe Calderón aseguró que apoyará a su esposa, Margarita Zavala, en sus aspiraciones por ser la primera mujer que gobierne México, y que espera que su candidatura sea con el PAN, pero que si “le hacen trampa” y va por la vía independiente, también estará a su lado.
“En entrevista con El Financiero Bloomberg, en Nueva York, el ahora director de la Comisión Global sobre Economía y Clima, señaló: “hay mucha gente que prefiere apoyarla (a Margarita) como candidata independiente que como candidata de partido”.
“Del PAN, apuntó que puede ganar sin aliarse con otro partido, pero que eso dependerá mucho de lo que haga por reorganizarse, “sobre todo para volver a ser un partido que genuinamente represente a los ciudadanos, y que se identifique con una bandera con la que siempre se ha identificado: la de la honestidad”.
Como se ve, el cinismo de Calderón es inmenso. Para él fracasar en el empeño de una candidatura para su esposa es hacerla (hacerlos) víctima de trampa, sin dejar ver la carta marcada de trampear al país con el intento de una reelección conyugal. Eso no es trampa, según él.
Es una maquinación intolerable. Así sea legal.
La rabieta y el amago de abandono de las filas del Partido Acción Nacional fue un fiasco más en la estrategia. Si no tuvo la templanza de aguantar la retahíla tropical de Rodríguez Prats, quien es su enemigo de muchos años, no se siente seguro de nada. Por eso gritonea.
En su carta aclaratoria, Felipe busca componer el estilo como esas gimnastas cuyo, paso perdido a la salida de una viga quiere ser corregido alzando los brazos. Ya no se puede. Lo dicho, dicho y quien no se sostiene mejor debería guardar silencio.
“Rodríguez Prats hizo una intervención en la que dijo que yo amagaba con salirme del Partido. Le contesté que: ‘Yo sí he pensado honestamente, en la opción de salirme del PAN’, pero que tenía la esperanza de que en el Consejo prevaleciera la razón y la rectitud por encima de muchas prácticas reprobables, y que por esa razón permanezco en el Partido y asisto a las sesiones del Consejo”, agregó.
“Rodríguez hizo señalamientos fuera de lugar respecto de Margarita y de mí, de los cuales pidió disculpas. El asunto terminó con intervenciones de Fernando Canales y Santiago Creel, que exhortaban al entendimiento, a lo que el Consejo acordó intensificar el dialogo entre aspirantes a la candidatura presidencial y la dirigencia, y a abordar el tema de la coyuntura electoral en la Comisión Permanente lo cual me parece positivo”, destacó”.
Hablar con Rodríguez Prats es fácil. Discutir con él, complicado. Ganarle a los gritos, imposible.
–En una discusión entre tabasqueños el primero que respire –me dijo–, pierde.
Durante casi seis años lo tuve como compañero (y a veces rival) en una mesa de debates (“Debatitlán”), conducida por Brozo, quien siempre lo mantuvo a raya.
Es el único payaso capaz de controlar a J.J. El otro, no.
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