Veracruz, Centro de Comerciantes de Madrid en México.
La ciudad de los Treinta Caballeros es un refugio de lo más selecto de comerciantes que habitan no solo Veracruz, sino todo el camino hacia la ciudad de México, pasando por Puebla y los pueblos circunvecinos, a lo largo del camino las familias adineradas de españoles que durante los tiempos posteriores a todas las guerras – y dentro de ellas- hicieron del comercio ofrecer calidad y buenos productos a cambio de la moneda del doblón de oro ¡No recibían otra! Esto les permitió acrecentar sus ganancias y buenos tonos.
El amague de los ingleses que bajan al puerto a inspeccionar, después de varias semanas a bordo en espera, soldados españoles que bajaron a la playa – aproximadamente unos cinco mil hombres con lo que esto beneficia a los comercios- franceses que aún no desembarcan, pero hacen pequeños patrullajes en la zona en intermitentes permisos, tiene a esta ciudad en un palmo de inquietud ¡Un simple cambio de intenciones desvían la tranquilidad! El general Juan Prim y Prats – aquel gallardo que juega entre la realeza de Isabel segunda y el pirataje- devela un dejo de alegría al saber que España pone punto fin a su participación en esta tripartida de Invasión, es el día siguiente a la firma del retiro de las tropas españolas, siendo igual que Inglaterra negociadores propios ¡Francia no se retira y en un momento a otro desembarca en la invasión! Por ello la reunión con los comerciantes de la ciudad debe tomarse a serio resguardo, aunque el general tiene otro plan.
Las hosterías de peninsulares en esta ruta son de verdad un manjar al visitante, hábidos y hospitalarios dejan claro que servir al comensal una y otra vez con una sencillez y alto desempeño son cuestiones de fondo, una buena comida, vino y ambiente le permiten que el caminante regrese la próxima vez ¡Aunque seguro no lo vuelva hacer! Hacer que se quede con un buen sabor de vivencia, por ello la reunión en la hostería -Madrid Vuela- representa el lugar con más espacio para darle cabida a más de sesenta comerciantes venidos de todo el camino de esta ciudad a México y el general Juan Prim es vital para lo que sigue. Ellos tratan de intervenir debido a que una guerra aqueja sus bienes.
-No queremos guerra general Prim! – le comentan- No la desea los parroquianos, la ruta y nuestros negocios, los intereses puestos en Cuba y Puerto Rico, así como cada día agradecemos que Santo Domingo haya regresado a los fueros españoles gracias a su intervención en la guerra contra los esclavos ¡Su atención a que en esta reunión quede claro que el ejército real no intervendrá estas tierras! – ellos no saben que Prim ya firmó el retiro de tropas de Veracruz- ¡Queremos que sea claro general! No queremos guerra.
El general Prim es lo bien acostumbrado a la revuelta y el desorden, su parte pirata y saqueador de embarcaciones inglesas y francesas – aunque se mantenga en vital secrecía- le dan en el cometido saber tratar a los más duros de los contundentes ¡Un maestro de la conciliación! Se levanta en la mesa que se ha colocado en forma de auditorio, comienza a caminar con las manos unidas en su espalda después, un sorbo de su ron predilecto – de hechuras dominicanas- el cigarro cubano que tanto añora le mueven sus valías, pone su mano en el mentón y haciéndole al intelectualoide les dice:
-¿Qué gana la reina Isabel segunda de la posible intervención de estas tierras? ¿Acaso ustedes están al tanto de todo lo que sucede en Madrid y desean que seamos de nueva cuenta extensión de la corona en estas tierras? Sépanse que en la península el constante debate es no solo si intervenimos a México por la salva guarda de la deuda ¡Importante claro! Deben saber algo ¡El presidente Juárez no tiene un solo peso para pagar deuda alguna! Ni siquiera la guerra de tres años a la que llaman de reforma para quitarle los bienes al clero les fue benéfico, lograron despojar los inmuebles a las diócesis ¡Hábilmente los religiosos mandaron con premura sus tesoros y pertenencias a particulares! Cuando llegaron los liberales a la posesión de los predios ¡Estaban vacíos! – las carcajadas no se hicieron esperar!- Juárez había contabilizado aproximadamente unos tres cientos cincuenta o cuatrocientos millones de doblones de oro, que le parecía era el sólido soporte del sistema de pagarés que administraban las diócesis.
-¡Vaya sorpresa que se habrá llevado ese bribón de Juárez!- la risas y burlas continuaron -En el tenor señores ¡Mantengamos el orden! Al no contar con el dinero de la incautación de predios religiosos, que consideraron les llegaría por este movimiento de la constitución de 1857 ¡Desconoció la deuda a España, Inglaterra y Francia suspendiéndola por dos años! Los norteamericanos les signaron una alianza a cambio de territorio más del que han obtenido, para reconocer al presidente Juárez y una deuda de tres millones de dólares que necesita para su república ¡Pero no les han dado la cantidad solicitada los norteamericanos! Así que ahora vemos al presidente ahogado y lleno de deudas -¡Vamos por los fueros! – gritaban al unísono los comerciantes, el general Prim aún no les dice que España se retira.
-¡Calmarnos por favor! – volvió a su ron y su cigarro, le dio el toque, saboreó todo lo que más añoraba ¡La juerga! – Mirad estimados, respetados comerciantes ¡Que para toda condición sea primero observar nuestros intereses! Si nos enlazamos a una guerra junto con los franceses e ingleses debemos considerar que habrá de por medio repartir el botín ¡México es inmenso! No todo le conocemos, así algunas regiones no son apetitosas. Si me lo permiten deseo considerar escucharles para que vayamos dando atención a lo que ocurrirá si aliamos la invasión.
En tanda de turnos tomaron, los previamente registrados, el uso de la voz -¡Que tengamos a bien considerar que una guerra destruirá toda nuestra cadena donde distribuimos los productos como queso, jamones, jarcerías, indumentos de campo y vinos, así como la fuerza de importar el ron de las islas ¡No es menester la guerra! Además de los préstamos que les hacemos a los habitantes y agricultores de todo el camino ¡Una guerra nos pondrá en la ruina! – menciona Juan de José Antonio y Escárcega encargado de los asuntos de carretas y movimiento de carga a toda la comunidad peninsular.
Todos guardaron silencio, el tono de guerra va por debajo de los intereses de los comerciantes que en sí ¡Mueven todos los hilos de ganancias! En este gran camino, todo lo que se importa de las islas y Europa ¡Demasiados doblones van de por medio! La charla continua entre los comentarios y buenas maneras de lograr hacerles creer por parte del general Prim que la mejor opción no es la guerra ¡Sino la negociación! Tomó la palabra el general -¡Que en todos los aquí presentes nos quede duda alguna que la intervención de España en asuntos militares con México, apoyando a ingleses y franceses no permitamos se lleve a cabo! ¿Estamos de acuerdo? – ¡Estamos en lo correcto! – gritaron en respuestas varios y a destono – ¡No intervención a México! ¿Estamos? -Todos aplauden la decisión- Los comerciantes de todo el camino de Veracruz a la ciudad de México gracias a este cabildeo ¡Lograron evitar una invasión! Están extasiados y llenos de alegría – eso se les ha hecho pensar-.
-¡Pero que se ponga por escrito que gracias a los comerciantes de esta ciudad de los Treinta Caballeros no habrá invasión de España a México!- Alienta el comerciante de productos lácteos de Puebla Isidoro de la Barca – ¡Que no se olvide! -Todo fue brillante y lleno de expectación, los comerciantes continuaron con su brindis y buenos deseos, se abrazan y comienzan el convite de la ocasión, al rato de parabienes tomó la palabra el general Prim:
-¡Señores considero a menester si me lo permitís! Creo conveniente que algunos de aquí, en comitiva, nos traslademos a la hacienda para solicitar de primera voz considerar prudente que los comerciantes de la ciudad de los Treinta Caballeros logremos solventar de una vez y por todas, el hecho que no permitiremos una invasión de España de esta tripartida porque afecta a nuestros intereses ¡Vamos de favor escogedles y vayamos!- hizo la mueca corporal de salir del recinto.
¡Todos guardaron silencio! Una de las cosas de aquella reunión era que no se solicitara intervención española alguna, pero también que era menester delicado que el general Manuel Doblado reconocciera quienes ante la autoridad en este tema delicado se apersonen, mostrando de íntegro la presencia de algunos comerciantes que era mejor pasar desapercibidos por Doblado, por aquello de las viejas rencillas, volvió a tomar la palabra el general Prim -¿Nadie me acompaña?- señalaba con sus dos manos hacia la puerta- Les recuerdo que la gallardía de salir avante de esto va por los negocios de todos y cada uno de quienes estamos aquí ¡Escogedles y vamos! – de nueva cuenta nadie hizo a seguirle.
Ahora toma la palabra Santiago de Guillén, comerciante introductor de vinos y cigarros -¡Su excelentísima! Nos honra con su deferencia, pero consideramos que nuestra presencia ante el general Manuel Doblado les sea de incomodidad, no olvide que tuvimos a bien encarcelar a su hermano por la deuda tan grande que propició y que nunca nos pagó a estos comerciantes, por ello tal vez el recelo de quien tiene el uso de la voz de lograr la presencia de alguno de nosotros, pienso, tal vez ¿Si le damos algunos productos de nuestra variedad cree que nos pueda representar? – alzó la voz- ¿Quién de aquí nos dona para realizar todo un equipaje de productos y monedas para el general Manuel Doblado? Seguro apreciará tal distinción – ¡Estamos seguros! – gritó la concurrencia. Entre vítores y juntando jamones, vinos, monedas en gran cantidad, algunos cerdos vivos y cabezas de ganado le dieron la oportunidad al general Prim de lograr hacerse del camino con las carretas llenas de un botín hacia el puerto de Veracruz – ¡Qué sencillo ganarle a la ingenuidad! No se enteraron los comerciantes que Prim ya tiene solucionada la no invasión ¡Ah por la guerra!
26 de febrero de 1862, portón del inmueble en la ciudad de Querétaro, firma de sesión a compra del predio denominado “Convento anexo del conjunto agustino”
El señor escribano ha tenido una tarea ardua desde hace no más de un año y medio, prepara la colindancia de los terrenos de los conjuntos religiosos nacionalizados, casas de habitación de las calles anexas a dichos conjuntos, haciendas como Carretas, El Rocío, Vanegas, Claustros, Casa Blanca, El Salitre, Gordillo, San Miguel Arcángel, El Torrido, junto con el juncal agrícola de pies de agua, los carrizales, el cerro al que llaman Cima, los territorios de La Capilla y las Campanas son ahora menester civil ¡No más propiedad clerical! Igual que aquél cerro donde las rocas suenan a campanas por las noches, austando a los parroquianos de Santa Ana.
Se ha enfrentado a una situación que no había visto en su larga existencia como escriba del ayuntamiento fedatario legal de herencias y patrimonios ¡Hay compradores! Pero al enterarse que el predio o la hacienda había pertenecido a la iglesia ¡Se retiran! La ley que propició la guerra de reforma por todo el país al quitarles los bienes al clero, incluyendo templos y parroquias se pensó sería fácil que parte de los grandes hacendados y familias de pudientes se avalanzaran a comprarlos, situación que no sucedió ¡El bando que se colocó por todo México del Arzobispo fue claro!
“…Con labor que aquellos que soliciten compra, hagan pagarés, negocio, intención o cualquier amague de compra al gobierno federal del bien raíz incautado a las órdenes religiosas y diócesis, serán de inmediato excomulgados, sujetos al tenor de dicho procedimiento
Esto propicia que los ingresos que tenían planeados el gobienro de Juárez, por la venta de los bienes nacionalizados a la iglesia católica no se llevaron a cabo. Gran parte de la deuda que adquirió el gobierno liberal de Inglaterra, Francia, España serían pagadas con los ingresos de estas ventas, no resultó ¡La pobreza arrecia al gobierno de Juárez!
Un interesado hizo cita para entrevistarse con el señor notario, el interesado de apellido Tolsá está conciente del predio que desea adquirir, por ello la cita en el lugar de compra -el convento de los frailes agustinos de hermosas canteras rosas con hermes en infinitas poses – sitio que se detruye con el paso del tiempo, el crecimiento de las ramas que fracturan las canteras ante el olvido de darles mantenimiento y cuidado a estas obras religiosas.
-¡Signe señor escriba que mi interés es real y dictado ante este predio! De favor le insisto, un hotel en este lugar dejaría claro que podemos reactivar el comercio de hospitalidad en esta región- Mencionó el interesado Tolsá quien pertenece a los comerciantes de la ciudad de los Treinta Caballeros.
-Mi señor le insisto que el predio es bien a resguardo y el costo es de ciento veintemil doblones de oro, con pago de la escritura y el cambio de la propiedad queda en un tenaz costo y usted se lleva una buena pieza – le insitaba el notario.
-¿Qué había aquí antes señor notario?- Insistía Tolsá ante la renuencia de evitar la pregunta a cada vez el escribano, quien tomó aire y un suspiro de derrota se hizo ver por las incontables veces que una buena venta se venía abajo – Era el claustro de dormitorios, comedor, baños, enfermería y costas de los hermanos religiosos agustinos ¡Toda una comunidad entre doscientos que le habitaban! -¡Maravilloso! ¿Imaginas? le pregunta a su mayordomo – ¡Historias de miedo a los huéspedes! Frailes que caminan entre las habitaciones ¡Maravilloso señor escriba! ¿Cuánto al monto y totales? -¡Ciento veinte mil doblones de oro! con alegría y asombro le informaba el viejo notario.
El joven Manuel Tolsá tomó de su carreta los indumentarios y arrojos de oro, sus hombres contaron cada pieza, se le pagó, firmaron los tratos y asignaciones, recibió las llaves del suntuoso convento agustino, a quien ante los ojos del joven abogado que lo convertirá en hotel de ahora en adelante se le conocerá como:
“Hotel las Maravillas”
Continuará