Juan Pablo Nuñez Urquiza
Cada día en nuestra práctica clínica con personas enfermas del corazón o del cerebro, reflexionamos, si la prevención antes de enfermar (prevención primaria) no fue adecuada, a lo que como personal de salud conocemos, y por lo mismo, no hemos logrado “convencer oportunamente” a nuestros pacientes, de cambiar sus hábitos, conociendo la magnitud de la asociación entre los factores de riesgo y la posibilidad de enfermar, al punto de ameritar hospitalización. Entonces, el escenario cambia y las estrategias de comunicación y de tratamiento se dirigen, en prevenir un nuevo evento (prevención secundaria).
El mejor escenario para prevenir las enfermedades del corazón o del cerebro, es buscar atención a tiempo (es decir, antes de acudir en forma urgente a hospitalizarse), con algún médico con quien platicamos cotidianamente sobre los factores de riesgo que poseemos: a los cuales denominaremos clásicos y no clásicos:
Factores de riesgo clásicos: sobrepeso u obesidad, presión arterial alta, aumento de la glucosa “azúcar”, colesterol “grasa” o ácido úrico.
Factores de riesgo no clásicos: apnea del sueño, enfermedades inflamatorias como artritis reumatoide, lupus eritematoso sistémico o factores psicológicos de riesgo cardiovascular como: estrés, ansiedad, depresión; entre otros.
Agregar además el tiempo durante el cual se ha estado expuesto a dichos riesgos, la intervención a realizar puede no ser suficiente, si no intervenimos en forma proporcional al riesgo de enfermar; es decir, no es suficiente “preocuparse” y “no ocuparse”. El ocuparse, depende primordialmente de realizar medidas que no vienen en tabletas, es decir, son recomendaciones generales, no farmacológicas: como cambiar el estilo de vida “de forma sostenida”, y que si bien, estas costumbres no son fáciles de adquirir y mantener, se deben construir desde edades tempranas de la vida, pues en estos grupos de edad en donde podemos realmente incidir en prevenir oportunamente (prevención primordial), mediante el ejemplo de buenos hábitos en el círculo cercano de la familia.
La mejor forma de incidir en la salud del paciente es: mediante el ejemplo de un buen estilo de vida en salud. Y complementar estas estrategias, con las medidas necesarias que vengan en tabletas (farmacológicas) que deberán ir en la misma dirección que lo que no vienen en tabletas, es decir, estilo de vida.
Considero, que la mejor manera de prevenir es mediante la educación, y sacar provecho de cualquier herramienta de la comunicación ascertiva, sea verbal (en la consulta con su médico, con quién debe resolver dudas de manera individual) o por escrito por el Dr. Juan Pablo Núñez. Gracias a la invitación a escribir del Dr. Rodrigo Gonzalez.
Agradezco la oportunidad de la comunicación en donde pretendo, compartir información entendible, e incidir de manera efectiva en la población, y así dejar menos rango a la incertidumbre del tiempo, en cuanto a la asociación de factores de riesgo clásicos y no clásicos, que predisponen a la aparición de enfermedades del corazón o del cerebro.
Cardiología Clínica – Rehabilitación Cardiaca.
Instituto de Corazón de Querétaro (442192570) Cardiosur (4462202562)
Sociedad de Cardiólogos de Querétaro.