Desde 1924, en nuestro país cada 30 de abril se conmemora el Día del Niño y de la Niña, fecha que nos brinda la oportunidad de reconocer a este sector de la población, pero además nos llama a reflexionar en torno a los retos y necesidades urgentes para garantizarles un futuro digno: una responsabilidad directa que nos corresponde a las personas adultas para con las nuevas generaciones.
Existen derechos en torno a la niñez reconocidos a nivel mundial, y se destacan ocho fundamentales, que incluyen el derecho a la vida, educación, alimentación, salud, protección, identidad, libertad y al acceso al agua. Estos se alinean con el concepto del derecho humano al futuro; es decir, al reconocimiento de que las nuevas generaciones, incluso aquellas por venir, tienen el derecho a que las y los adultos trabajemos para asegurarles un mundo con las condiciones necesarias para una vida íntegra.
Por ello, es esencial recordar que este derecho no se limita únicamente al desarrollo sostenible o a la protección del medio ambiente, sino también al bienestar emocional, físico, social y económico, entre otros aspectos.
Sin embargo, el acceso a una educación de calidad es un derecho fundamental que aún no se cumple para millones de niñas y niños a nivel global. La malnutrición, la desnutrición crónica y la falta de acceso a alimentos nutritivos son, asimismo, otros desafíos apremiantes.
A su vez, la desigualdad económica y la inseguridad alimentaria son barreras que obstaculizan el desarrollo saludable de la niñez, en tanto que la violencia, el abuso y la explotación siguen siendo realidades alarmantes para muchas y muchos menores en diferentes partes del mundo.
Por tanto, es crucial invertir en infraestructuras educativas accesibles y equitativas, así como en formación docente adecuada y en la implementación de políticas alimentarias integrales que garanticen que cada niña y niño tengan acceso a una alimentación apropiada. Fortalecer los sistemas de protección infantil y promover una cultura de respeto y dignidad en todas las esferas de la sociedad.
Además, si bien el cambio climático representa una amenaza a la existencia de todas las personas, principalmente lo es para las generaciones futuras, especialmente vulnerables a sus impactos, por lo que resulta necesario tomar medidas urgentes para mitigar la degradación ambiental y proteger al planeta que heredaremos a las nuevas generaciones.
En este contexto también es importante destacar los avances en los derechos de las infancias en México. En términos legales, los derechos humanos de las y los menores están consagrados en nuestra Constitución Política, así como en tratados internacionales y otras leyes pertinentes, principalmente en la Convención sobre los Derechos del Niño y en la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, lo que permite la promoción de políticas públicas para garantizar su bienestar y protegerlos de cualquier forma de violencia y discriminación.
Desde el ámbito legislativo hemos trabajado para asegurar que nuestras infancias puedan desarrollarse en libertad, con paz y armonía, dentro de una sociedad más justa, incluyente e igualitaria. Sin embargo, aún queda mucho por hacer para asegurar el pleno cumplimiento de sus derechos.
El futuro de la humanidad depende del bienestar actual de la niñez, y por ello es crucial respaldar su formación plena, impulsar su educación y ampliar la variedad de oportunidades para su participación y autorrepresentación.
En este primer centenario de la conmemoración en México del Día del Niño y de la Niña, renovemos nuestro compromiso con un futuro justo y próspero; superemos los desafíos, y consolidemos un entorno en el que las y los menores puedan crecer, aprender y desarrollarse en un ambiente seguro y sostenible.