Al imaginar los cientos de miles de personas que podrían acudir al concierto que su banda, Interpol, ofrecerá en el Zócalo de la Ciudad de México, a Paul Banks ni se le pasa por la cabeza la palabra nervios: se emociona.
“Creo que es como esa sensación cuando estás en un avión, miras abajo y no te da miedo la altura, aunque la altura es tremenda. Es un poco como eso cuando toco con audiencias grandes. Me siento cómodo. Me sorprende saber cuán cómodo”, asegura el cantante, en perfecto español, en enlace desde Nueva York.
Banks, el baterista Sam Fogarino y el guitarrista Daniel Kessler tendrán, con la Catedral Metropolitana como fondo, el show más grande de su carrera rockera el próximo sábado 20 de abril.
“Es un honor increíble”, admite. “Para nosotros, como músicos, es un regalo inconmensurable. No se puede explicar con palabras. Poder compartir ese nivel de entusiasmo por la música y participar en esto es un honor tremendo, una bendición”.
El anuncio oficial de la histórica tocada, curiosamente, causó confusión entre las legiones de fans de Interpol: el Gobierno de la CDMX lo comunicó el 1 de abril, día para hacer bromas en el mundo angloparlante, recuerda Banks.
“Fue divertido, hubo un montón de gente que pensó que esto no era verdad. Si una banda que me gusta hiciera una broma al respecto, dejaría de seguirla.
“Ha sido todo muy emocionante, la gente está emocionada. Esperamos a todos nuestros fans y a quienes por casualidad estén por la CDMX (esa fecha)”.
Con alma mexicana
Aunque su proyecto, esencial en el revival del post punk, se formó en Nueva York en 1997, se podría decir que los intérpretes de “Evil” y “All the Rage Back Home” tienen alma mexicana dentro de sus cuerpos.
Han ofrecido más de 20 conciertos en el País desde 2005, cuando debutaron en el Salón Mexica del WTC ante 7 mil personas, en una loca velada en la que atestiguaron la pasión nacional con la música.
El cantante, de adolescente, vivió en la CDMX debido al trabajo de su padre, y estudió la secundaria en el Colegio Americano, estancia durante la cual aprendió español.
“Hay armonía entre nuestra música y el público mexicano”, considera. “El amor de México resuena muy poderosamente. Pareciera que estamos en sintonía. Cuando vamos y podemos tocar allá, todo es cálido, hay intimidad y pasión”.
Banks descartó que el concierto del Zócalo vaya a pertenecer a la serie de recitales planeados para 2024 con los que celebrarán el 20 aniversario de Antics, su segundo álbum de estudio.
“Creo que no hay un tema particular. No estará bajo el paraguas de Antics, de los conciertos conmemorativos. Creo que tocaremos canciones enérgicas, nuestras mejores canciones, básicamente. Ese es el plan”.
Eso sí, será algo memorable: el conjunto pidió a sus seguidores enviarles imágenes y videos que hayan capturado en show previos de Interpol en México, cuyo destino será sorpresa hasta el momento de la tocada.
“Es sólo una manera de contextualizar la historia de la banda en México, es fomentar esa armonía entre la banda y la audiencia”, explica Banks.
“Creo que subraya el gozo de los fans, es participar con nuestros seguidores más allá de sólo hacer un concierto, es un sentimiento”.
A prueba de fuego
El que Interpol apague velas por 30 años como banda no queda tan lejos, una longevidad poco usual en las agrupaciones y que Banks acredita a una afinidad estética y ética con Fogarino y Kessler.
“Creo que somos afortunados de tener un compromiso similar con el arte, que se extiende a un compromiso con la banda, derivado del respeto que tenemos por el arte de cada uno. Por eso esto sigue siendo una colaboración artística todavía emocionante para todos.
“Sabemos que esto (la música) es a lo que nos teníamos que dedicar, amamos hacerlo. Nos cruzamos en la vida con gente con una sensibilidad similar y tenemos un instinto de preservar esto”.