La discusión sobre la sequía que enfrentamos ha cobrado mayor amplitud, sin embargo, poco o casi nada se habla de la sequía ecológica, la cual se refiere a un periodo prolongado en el cual la precipitación o la disponibilidad de agua se encuentra por debajo del promedio y que afecta el funcionamiento de los ecosistemas, incluidas las plantas, los animales y otros organismos.
La cuestión ambiental se excluye, incluso en la estimación del Monitor de Sequía de la CONAGUA, pues no hay indicadores ambientales o ecológicos para estimar el grado de sequía, por lo que debería de incluirse dado que los ecosistemas y biodiversidad son fundamentales para la sobrevivencia.
La sequía induce la reducción de la lluvia y humedad del suelo, lo cual provoca una disminución del crecimiento de las plantas, una alteración de su composición y un aumento del estrés en la vegetación. Las plantas pueden sufrir marchitamiento, la reducción de la fotosíntesis o incluso la muerte. La sequía también aumenta la frecuencia y magnitud de los incendios forestales, ya que va acompañada de altas temperaturas, lo cual ocasionan que los materiales combustibles (troncos, ramas, hojarasca, entre otros) pierdan humedad rápidamente y estén disponibles para iniciar un incendio. Las especies animales también pueden ser afectadas por la sequía, ya que una menor disponibilidad de agua puede provocar una escasez de agua y de fuentes de alimento, obligando a los animales a migrar en busca de hábitats adecuados.
Por otro lado, las sequías ecológicas también afectan la provisión de servicios ecosistémicos, como la purificación del agua, el secuestro de carbono y la fertilidad del suelo, por lo que sus impactos tienen repercusiones directas en el bienestar humano y los medios de subsistencia.
Por ello, a fin de mitigar los impactos de la sequía ecológica, en primera instancia, hay que realizar una evaluación de su severidad o impacto, para posteriormente elaborar una combinación de estrategias de gestión del agua, conservación y restauración de ecosistemas y, medidas de adaptación.
Se conoce por la información generada por el área de ecología del municipio de Querétaro, que de los ecosistemas presentes (matorral, encinar y selva baja) en su jurisdicción, el de mayor resistencia debido justo a su diversidad de especies es el ecosistema de selva baja, siendo los otros dos, menos resistentes.
Así también ahora se sabe que los individuos mas vulnerables son los juveniles, los de mayor altura y edad, debido a que son más susceptibles a disminuir su condición fitosanitaria, ante la presencia de plagas.
Y en cuanto a lo que podemos considerar como ecosistema urbano, en donde se encuentra una vegetación que cumple ciertas funciones ecológicas como la termorregulación del clima, la remoción de contaminantes atmosféricos y captura de CO2. No obstante, el dosel arbóreo de los árboles urbanos se encuentra bajo una presión cada vez más creciente. Y por otra parte se tiene la impermeabilidad del suelo que es cada vez mayor y eso afecta directamente a las raíces de los árboles. En los llamados “suelos estructurales”, que retienen poca agua, este problema se acentúa, lo cual influye en la caída de las hojas de forma prematura. En muchas áreas urbanas podemos observar que árboles plantados en ciertos medios no muy apropiados están sufriendo, y tienen que ser apoyados con sistemas de riego complementarios, como bolsas de riego y otros.
Durante los periodos de sequía, los efectos sobre la biodiversidad son múltiples y preocupantes. La sequía afecta a la biodiversidad al alterar las flores, lo que repercute directamente en los polinizadores y provoca una disminución de las poblaciones, una menor reproducción de las plantas y una amenaza para la biodiversidad y los ecosistemas. Un estudio científico revela que la sequía provoca una disminución de los recursos florales a disposición de los polinizadores, con menos flores que contengan néctar. Estos efectos en cascada subrayan la importancia de tomar medidas para preservar la biodiversidad frente al cambio climático y la sequía.
Asimismo, hay que tomar en cuenta que los efectos de la sequía en especies arbóreas se cuantifican en la reducción del número y tamaño de las hojas, así como en la mortalidad de los individuos, la reducción del crecimiento y aumento de la defoliación.
Y de acuerdo a diversos estudios, ahora se conoce que hay especies más resistentes a la sequía pero menos resilientes (recuperación), y viceversa, razón por la cual habría un dilema en la introducción, reforestación o trasplantes de especies arbóreas, en el sentido de ¿cuáles serían mas recomendadas? las de mayor resistencia o las de mayor resiliencia o recuperación en el mediano y largo plazo.
En fin, el no considerar dentro del contexto de sequía a los ecosistemas y vegetación, es no entender el ciclo vital del agua, donde la vegetación es sin duda clave, sobre todo en el proceso de evotranspiración, que favorece la creación de nubes y su posterior precipitación.
Por esto, los procesos productores de lluvias (o también llamados procesos pluviogenéticos) son relevantes por la esperanza de que sería posible al hombre aumentar la cantidad de agua caída de las nubes.
Recapacitemos que la vegetación (ecosistemas y biodiversidad) influye en los patrones de lluvia. A menor presencia de árboles, menor cantidad de agua se evapora y, por lo tanto, la probabilidad de que llueva en esa zona es menor. Y de acuerdo a los datos del CIFOR, se indica que la perdida de vegetación puede llegar a reducir las precipitaciones en hasta un 30%.
Además, mediante la evapotranspiración, la vegetación devuelve el 70% de la lluvia que cae sobre ella y generan una mayor cantidad de humedad en comparación con otros entornos naturales como, por ejemplo, los océanos. Precisamente, es esta humedad la que, bajo unas condiciones concretas de presión atmosférica y de temperatura, intensifica la aparición de precipitaciones en la zona.
Y si bien en la Ley General de Aguas se contempla el caudal ambiental, éste no incluye el volumen de agua necesaria para conservar los ecosistemas y biodiversidad, por lo que en el futuro inmediato, habría que introducir en la legislación a la naturaleza (vegetación) como un sector al que debe garantizarse un determinado volumen de agua, en tanto que es un inductor de lluvia, que favorece el ciclo del agua.
¡Hay que hidratar a los ecosistemas y biodiversidad!