Alberto Aguirre
Seguros del resultado electoral, los morenistas han puesto en marcha una especie de transición anticipada. La preparación de los libros blancos y el despliegue de los equipos que trabajarán en los procesos de entrega-recepción ha sido poco visible, pero notorio.
El perfilamiento de los próximos integrantes del gabinete también ha comenzado, si bien hay personajes —los titulares de Hacienda e Infraestructura, destacadamente— que por sus méritos podrían repetir en sus cargos. Entre los futuros secretarios, destacan David Kershenobich, quien acaba de presentar, a nombre de Claudia Sheinbaum, el plan sexenal en materia sanitaria.
Sin tanta exposición mediática, Julio Berdegué Sacristán ha delineado los principales objetivos de la política agropecuaria del próximo gobierno morenista ante diversos actores de este ramo productivo. La salvaguarda del maíz nativo y la prohibición del uso del glifosato en el campo mexicano son dos temas que atraviesan transversalmente las políticas públicas del segundo piso de la Cuarta Transformación.
Preservar la salud de la población, la diversidad biocultural y el medio ambiente es prioridad en los programas expuestos por Kershenobich y Berdegué. Pero mantener la producción en el campo mexicano sin el uso del glifosato parece misión imposible.
El Ejecutivo federal decretó la sustitución de los agroquímicos que tienen esa sustancia como ingrediente activo y prohibió la siembra de maíz transgénico —usados para controlar el crecimiento de las malezas— pero esa disposición fue impugnada en la Suprema Corte de Justicia de la Nación. La última fecha fijada para lograrlo es el próximo domingo 31.
Estas medidas han generado intensas deliberaciones, por sus implicaciones para la población agrícola y la economía nacional. En el debate, parlamentarios de distintos signos partidistas —incluido Morena— y amplios sectores de la iniciativa privada, han expresado su preocupación por las repercusiones de eliminar el uso de este herbicida sin contar con alternativas viables y sobre todo sin dimensionar el impacto que generará a la productividad agrícola.
En los foros a los que ha acudido con la representación de la candidata presidencia de la coalición Sigamos Haciendo Historia, Berdegué Sacristán ha garantizado la continuidad de la política agropecuaria adoptada por la administración lopezobradorista. Sus interlocutores han insistido en la necesidad de equilibrar las demandas de sostenibilidad ambiental con las necesidades económicas y la seguridad alimentaria.
Las credenciales académicas y el compromiso con la protección al medioambiente que Sheinbaum ha exhibido durante su promoción política son un poderoso argumento que el exfuncionario de la FAO ha escuchado reiteradamente. En materia de bioseguridad, le insisten, es necesario adoptar un enfoque científico y propiciar prácticas agrícolas integradas que reduzcan la dependencia de químicos potencialmente dañinos.
La próxima administración enfrenta un reto monumental: garantizar que la producción agrícola sea sostenible, segura y económicamente viable. El debate sobre el glifosato es, en última instancia, un llamado para todos los actores involucrados a colaborar en la construcción de una política agropecuaria. La etapa de los decretazos y los bandos de gobierno debe quedar atrás.
Efectos secundarios
¿FACTOR M? El candidato de Va x la Ciudad de México, Santiago Taboada, ha señalado que recuperará proyectos y programas que fueron centrales en el sexenio del último jefe de gobierno perredista, Miguel Ángel Mancera. De favorecer los votos a Taboada volvería Médico en tu Casa, Bebé Seguro, pero también la planta de termovalorización y la marca CDMX que se impulsó por medio del Fondo Mixto y que sirvió para potenciar las posibilidades turísticas de la capital del país y que tuvo momentos de relieve con la Fórmula 1, el Desfile de Muertos y la cumbre de alcaldes del C40, por ejemplo. Mancera pronto dejará el Senado para hacer campaña, en un distrito que cubre territorios de las alcaldías Cuauhtémoc y Gustavo A. Madero.