Me alisté para lograr llegar a las faldas del pueblo de Cartagena de Turbaco, un caserío tierra dentro de Calamarí en Colombia cerca del puerto, aquel de históricos sucesos que no se debían de perturbar a los indios nativos, aguerridos y salvajes entre sí, una combinación que pone de punta los cabellos. Me alisté y el primer caballo que lleva a la casa de tejas rojas de mayores proporciones no dista mucho de ser un frágil y viejo percherón, pero me decían los lugareños que llegaríamos al menos con luz de día.
Me acompaña el general Mosquera, dos diputados del congreso de las provincias, el médico por aquello de las ardientes fiebres malarias, un hacendado rico de la zona que admira al dictador, un viajero de Europa que de verdad está de consejo: Es uno de los militares más ricos de la vieja tierra, le encantan las mujeres, noble de cuna y amante de la aventura sus amigos le dicen el príncipe Salm Salm ¡Vaya sobrenombre! Cabe destacar que fue por sus arreos que logramos esta entrevista.
Lo cercano al mar, mi amigo y consejero de años, destina un sentido de paraíso, verdes coqueros levantan la brisa, se peinan entre sí alegres y coloridos pájaros que en parvadas surten de linaje las tierras, hermosos caballos rondan por la playa y el puerto, aunque lleno de sol y turquesas aguas no deja de ser de alto oleaje y peligroso escarnio, un aprendiz de pesca sucumbe a los arrebatos del amigo mar, es en este escenario que me es propicio entrevistar a uno de los héroes de mayor envergadura que ha tenido las tierras americanas ¡Rompiendo con esto cualquier doctrina ideada! ¿América para los americanos? Yo más bien diría “América para los dictadores” al paso del tiempo la historia no me dejará mentir.
Con la determinación de mi casa periodística The New York Herald, me acompaña una serie de escritos que ha inspirado nuestro entrevistado, no es de más saber que fue amado y odiado por su pueblo, aunque en repetidas ocasiones los llevó a la cumbre y al desatino, mi visita causa conmoción a la región ¡Un güero visita Bogotá! Imaginen, los soldados de Cartagena están al tanto de nosotros.
Después de caminos tortuosos llenos de sirvientes que nos ayuda a lomo con nuestras cosas ¡Más las mujeres que nos acompañan deseosas de lograr un saludo y beso del dictador! Después de varios días logramos llegar a la casa, los cerca de cincuenta jinetes que le visitábamos.
¡Ya el príncipe Sal Salm ha hecho de su modus de aventura el cobrar por visitar al dictador! Pero por su empatía y buen modo ¡A todos nos cae muy bien! Ocurrente y buena compañía, culto y de agradable hechura ¡Las mujeres le adoran y son dóciles a sus encantos! – sin olvidar que trae los grados de capitán de glorias y escudero de las órdenes de Alcantar y Miraflores ¡Un cruzado en tierras cálidas! – las mujeres de la zona traen descubiertos sus pectorales ¡Vaya deleite a los desacostumbrados! De inmediato se nota quien por primera vez las observa, carnosos pechos de lunares pequeños ¡Nunca vistos en tan lozanía! Sabe uno bien que el gobierno que exilió al dictador lo puso en premio ¡Más que en un castigo!
Deseo hacerle ver amigo lector que uno de nuestros caballos trae la cantidad para el dictador de cuatro mil dólares en dos baúles con una “M” de boyardo ¡Vaya suma! De la cual cada noche el príncipe Salm Salm hace de recaudo y vigila con tesón la carga – dice que es un regalo de un príncipe mal portado amigo de él, hijo del gran Emperador Francisco, aquel de la hermosa emperatriz revolucionaria- llegamos a Turbaco y nos recibieron con un suculento desayuno de huevos de gallina prieta, tocinetas de cerdo, mieles de abeja con unos panes rellenos de cacao, un brebaje al que llaman “néctar de coco” y su tradicional tazón de frutas, sin olvidar la vianda de vino blanco y tintos que agudizan el humor.
Ya el dictador había estado ahí cuando lo expulsaron después de defender la nación ante la inminente invasión de los norteamericanos que reclamaban como suyos, en una compra venta, los territorios que el centralismo mexicano ¡Jamás había tomado en cuenta! Las altas Californias, Arizona, Nuevo México, Texas – que ya había sido república igual que Yucatán y que gracias al dictador logró incluirlo al federalismo, aunque con Texas no lo logró-.
Cabe señalar amigo lector que estos territorios jamás fueron de las antiguas civilizaciones mesoamericanas, como les llaman, por un lado lo más al norte de las ciudades era el asentamiento teotihuacano y tolteca de Querétaro – ciudad que recibe este nombre porque cuando los conquistadores llegaron a la zona de los llamados “perros salvajes” una tribu comandada por el gran cacique Cónin, observaron las canteras de la gran cañada a lo que dijeron “Esto parece la gran cantera de Queréstrator el maestro griego que esculpió a la Temis y su hija Justitia” de ahí tomaron el nombre.
Los conquistadores españoles al crear a la nueva España tomaron los territorios hasta lo más al norte que pudieron California, Texas, Arizona y lo más al sur, por el contrario, Mesoamérica su frontera norte era la ciudad de las canteras de Queréstrator y al sur Panamá, como siempre se ha dicho: la conquista a los mexicas la hicieron los pueblos indígenas sometidos por el sangriento imperio de las grandes lagunas y la independencia de España la hicieron los criollos ¡Pero no estamos para que le cuente la historia! Sino para mostrarle la entrevista que logré al dictador exiliado – o premiado- Santa Anna.
Al llegar a la casa del dictador, al cual ya no le diremos así, sino ¡Su Excelencia! Se abre en una sola planta un hermoso piso estilo español, con pilastras gruesas de remate de cantera, una sola pieza de hermosa confección estilo ad hoc de la arquitectura fresca y dinámica ¡Parece más un solar musulmán que cristiano! Elegantes celosías dan el fondo y frescura a las partes que requieren intimidad, un gran salón de altas ventanas luce un lugar como para unas setenta personas bien sentadas, el piso son entrelazados dragones que siguen el ritmo a lo largo y ancho del espacio, candelabros de blanca cera aromatizan, los protones aún mantienen los heraldos de la familia de su excelentísima ¡Todo el conjunto está teñido de un fulgurante color salmón y los remates de albos brillos! Es una verdadera fortaleza a disposición de simplemente veinte de servicio y su excelentísima.
A su excelentísima lo había yo conocido en la Habana allá por el 1846, cuando se suscitaba que aquel remanso, aun bajo el protectorado español, todos quienes desearan regresar a los climas de la Novo hispanidad se acercaban a la isla para lograr pasar un rato de añoranza y recuerdos fatuos, aunque los norteamericanos siempre han tenido las empresas de obtención de la azúcar a su disposición, ha sido tanto el gran auge que la siembra de caña ha sustituido por mucho el mercado de la melaza china y europea en los alimentos americanos, la isla está dividida por la mitad, del lado derecho llena de esclavos y la otra mitad, la de occidente, llena de la industria azucarera controlada por mis compatriotas ¡Sufrirá esta isla por décadas este mal! Lea bien amigo lector.
Me habían contado que físicamente su excelencia estaba deteriorado, calvo, gordo y con su pata de palo tronada, lleno de magulladuras ¡Pero he de decirles que están equivocados! Alto y gallardo se acerca con un lustroso traje de general ¡Como si recién lo hubieran confeccionado! Altas botas de charol negro que ausencia su condición de cojo, bien peinado, su labor de rostro se hace notar como un ¡Guapo general! Nos instan las mujeres que nos acompañan.
¡Es un hidalgo español!
Quiero rescatar que mis nervios afloraron, no es sencillo estar delante de un héroe de esta magnitud ¡Repudiado y amado! Una nación entera fue tejida por sus manos, construyó ladrillo por ladrillo todo lo que hoy se denomina México ¡De sus riquezas las ha repartido a los lugares donde ha llegado! Es extraño, los mexicanos exiliados a veces hacen más por el lugar que los recoge que por el propio, es una persona que reasignó el rumbo de un país que seguramente no hubiera vivido con su excelencia Santa Anna ¡Hoy sería un estado más de nosotros norteamericanos! Con esa república que tanto buscan se parezca cada vez más al país de mi bautizo, que a la propia Roma.
Una vez entramos en llana plática se disculpó con un servidor por haber hablado que los norteamericanos tendrán mucha labor en hacer algo por aquellas regiones que ni siquiera México supo como sacarles provecho “Desiertos, rocas, cañones de grandes extensiones, les llevará años hacer algo, o de simples, los tendrán en el olvido de igual manera, el centralismo no busca rehacer un país desde el corazón, sino nutrir las piezas, pero si una pierna no sirve ni deja frutos ¡Debe amputarse!” insistía.
Entró ya en conversación propia, mis editores insistieron que lograr obtener información de alguna relación con las casas europeas, mi intención era otra ¡Maravillarme con sus historias! Me platicó que de simples catorce años entró al ejército español, donde duró por diez años en donde continuamente me indicaba que aplastó a los ejércitos de Vicente Guerrero y Guadalupe Victoria – que no se llamaba así, su nombre fue José Miguel Ramón Adaucto Fernández y Félix, pero como ganó una batalla que ofreció a la Virgen de Guadalupe, cambió su nombre-.
Me contó que en vísperas de navidad de 1821 se proclamó el Plan de Iguala, mientras Iturbide lo daba a conocer a las provincias de occidente, su excelentísima lo hizo en el sur, al mando de ejércitos que destrozaron a los más de ochenta mil hombres del ejército realista ¡Venciéndolos con las espadas y la pluma! Pero que, al regreso cuando Iturbide buen amigo se coronó emperador tuvo su primer gran decepción.
“Me decían mis amigos generales ¡Tu eres el nuevo Washington de México! No te desilusiones” me platica mientras se toma sus rodillas y levanta su rostro, enjugando sus ojos de posibles espinas que aún le lastiman en su corona de pasión “¡Yo era la esperanza de México!” insistía.
Pero -dijo- México se ha esforzado por imitar el sistema federal sin saber lo que es una federación, y el intento ha sido siempre en vano. Se abandonó el viejo sistema español, que era una especie de confederación de provincias que constituían el virreinato de Nueva España, y cada estado se empecinó en ser una soberanía independiente. Todo se troncó en congresitos, todos querían una posición, dinero y viajes más que gobernar.”
Manifestó su odio por nosotros los norteamericanos, que de saberse era continuo, pero lo que más indignado lo tenía era cuando los ejércitos de invasión metieron a circulación dos millones quinientos mil dólares, como decía él “Corrompiendo el quehacer comercial de nuestro país, haciendo con este circulante que los jóvenes volteen a ver al norte como un sueño de proporciones bíblicas, como si fuera la salida del Egipto de Moisés hacia nuevas aventuras llenas de riqueza y prosperidad”
¡Todas las grandes migraciones van hacia el norte! Insistí – Pero las de magnetismo por la vida, no aquellas que se basan en una ilusión por los dólares, haciendo creer que son mejores sistemas de vida ¡Mejor que la nuestra mexicana! Comparando que si logras llegar al territorio norteamericano estás en un lugar mejor ¡No es verdad! Eso lo hacen para que nos creamos menos que ellos, con nuestra historia, reliquias y formación cultural ¡Somos mejores y de gran riqueza! Pero aquellos que quieren nos parezcamos a una república, solo hacen de lo propio para una mala copia. Ese cuento que el norte es mejor que el sur solo lo llevan a cabo para poblar los territorios que nos quitaron con engaños, hablando de una “mejor calidad de vida”
¡Aquí terminó la entrevista! No sin antes mandarme a la chingada con su tono fino y ecuánime “Yo ya no asisto más a la política, no me entendieron nunca, cerré mi carrera como hombre público” se levantó y solo estiró su mano para recibir el beso de excelentísima, yo solamente logré darle un frontal saludo, hice por un abrazo ¡No fue recíproco! Se retiró y ordenó nos dieran de comer ¡No lo volvimos a ver! Estuvimos dos días y nos retiramos.
Bajé al pueblo de Turbaco, donde se me enseñó todo el beneficio que ha derrotado a la zona, Santa Anna hace préstamos como un banco y cobra con intereses pequeños, ayuda en la inversión de varios sembradíos y los propios, anda el chisme, dicen los locales, que desean hacer un canal en Cartagena y su excelentísima – como le dicen aquí- esta presto a poner el dinero, inclusive el cargamento del príncipe Salm Salm pareciera va hacia esa vía.
Quiero decirle amigo lector que durante la plática le pregunté que porque no se había ido a vivir a los Estados Unidos “¿Está usted ciego? – seguro me quiso decir idiota o pendejo, pero no se atrevió- ¡Odio a los norteamericanos! Y si vivieran aquí me iría a otra parte” nunca explicó el motivo real. Una vez terminé mi entrevista observé que el príncipe europeo de galas y buen sentir entró con los baúles al recinto de guardas de su excelentísima dictador, se quedó un largo rato dentro, al salir solo se despidió y me invitó unos tragos de vinos en el pueblo, insistí en hacerle una entrevista, me solicitó que después, porque tiene un encargo de Santa Anna que va de por sí la historia de México, me quedé intrigado ¿Qué querría el dictador de una corte como las italianas? Aquella de los poderosos Habsburgo.
Utilizaré este alias para presentar mi entrevista en el The New York Herald el próximo febrero de 1856, en mi columna de “Hierro y papel” bajo el seudónimo “Amigo”
Continuará…