El conquistador Vasco Núñez de Balboa avista por primera vez el Océano Pacífico en 1513 y le llama el Mar del Sur. Alexander Von Humboldt, uno de los grandes exploradores que visitó nuestro continente puede ser considerado el primer investigador y el inicio de la biología marina y la oceanografía en estos lugares. Fue realmente muy difícil para los primeros exploradores describir la forma de una piña, cuando regresaban a España, recordemos que las piñas no existían en Europa y tampoco la fotografía.
Hace algunos días hice una búsqueda en Google de “mejores fotógrafos en México” para la investigación de un artículo sobre las bienales de fotografía, me aparecieron nombres como Manuel Álvarez Bravo, Ortíz Monasterio, Graciela Iturbide.
Me interesó hacer una reflexión, pensar en la fotografía en un contexto integral, sobre el medio y el mensaje. Me pareció que había graves faltantes en la lista de fotógrafos mexicanos, e inclusive entender la definición mexicana de un fotógrafo. Los fotógrafos son como un escritor o un científico, donde mucho de lo que dicen tiene que ver en cómo lo dicen y dónde lo dicen, con su capacidad de publicar y de ser citado. La fotografía es un experimento, es una manera de síntesis de mensaje que se desliza en los medios y como dice McLuhan permite la extensión de los sentidos. Mi manera de entender la fotografía en su definición más clásica tiene que ver con poderla reproducir, el que la imagen tenga un cuerpo e imprima bien. Que sirva. Los grandes fotógrafos del mundo siempre han estado en un ecosistema que tiene que ver con la industria editorial, con una revista, o un medio impreso, inclusive la publicidad, la fotografía es esencial en el cine y el video y su transmisión vía la televisión. Un fotógrafo es aquel que entiende el negocio de la fotografía y puede vivir de ella.
El momento decisivo del que habla Cartier Bresson, en mi manera de verlo, es la fundación de la Agencia Magnum. Fundada en 1947 por cuatro fotógrafos convencidos de la fuerza del medio fotográfico para dar testimonio de los problemas del mundo y provocar una toma de conciencia. La historia de la fotografía cuenta que un día de 1947, en Nueva York, cuatro amigos y profesionales de la imagen: Robert Capa, Henri Cartier-Bresson, David Seymour y George Rodger, se dieron cita en la terraza del Museo de Arte Moderno para fundar la que con el tiempo se convertiría en la más importante e influyente cooperativa de fotos del mundo.
Parte de mi reflexión continua, habría que imaginarnos qué sucede al mensaje sin medio. McLuhan dice el medio es el mensaje. Qué le sucede a la fotografía sin medio, cuando los periódicos tienen muy bajos tirajes, cuando los periodistas son asesinados (54 en los últimos 5 años). La fotografía en México sobrevive con muy poco oxígeno, con poco medio y balas en contra, un contrapunto paradójico si comparamos cualquiera de nuestros medios con una Revista LIFE, un medio que “se propone ser el mayor espectáculo fotográfico de la Tierra. Se propone recorrer el mundo en busca de las mejores imágenes de todo tipo; editarlas con un sentido de la forma visual, de la historia y del drama; y publicarlas en papel fino, cada semana, por diez centavos de dólar”. Cita de Henry Luce dueño de Time y de LIFE. Se publicaban en los 70s, 13.5 millones de revistas LIFE a la semana.
Creo que es de suma relevancia hablar de Ramón Bravo, como un gran fotógrafo mexicano, y que se le considere con un lugar preponderante en la historia del medio. Bravo es un personaje que producía grandes documentos con su cámara. Sus documentos fueron popularizados a través de la pantalla de televisión en los 70s. Una nostalgia de pequeñas pantallas blanco y negro, cuando la televisión no tenía 80 canales y la programación del Canal 5 iniciaba a las 4 pm.
Ramón Bravo, nace en Estación Monclova, Coahuila, de joven aprende buceo y luego fotografía submarina, al inicio trabajaba con una cámara Nikonos de 35 mm, y con rollos de 12 fotos. Y así fue evolucionando hasta un día en el mercado ya había rollos de 36 fotografías.
Hay relatos increíbles alrededor de la vida de Bravo, fue la primera persona en bucear y filmar orcas en su estado natural y sin jaula protectora en las Islas San Benito en Baja California, México o a los oso polares nadando en el Polo Norte, donde se acerco tanto a los osos, distraído por obtener la toma perfecta, que salió herido con una mordida de oso en el talón izquierdo.
Qué significa ser tantas veces el primero en algo, significa tener de manera natural un gran sentido de la intuición, entender la importancia del mar y la importancia de la fotografía como un documento que establece posiciones. Éticas, humanas, locales, globales, universales.
Cada uno de sus logros le dieron una gran reputación profesional internacional, en los Estados Unidos y en Europa. Ganó las estrellas de oro Maurizio Sarra en 1964 y 1966. El director italiano Bruno Vailati lo invitó a colaborar para trabajar en “La enciclopedia del mar”, “Los siete mares” y “Los hombres del mar”, como camarógrafo, en Roma en 1969.
Regresa a México 7 años después y obtiene en México el Premio Nacional de Periodismo en 1979. Es en ese mismo año que comienza la construcción de su casa, a la que llamó “Villa Sirenia”, en Isla Mujeres, Quintana Roo, realizando ahí muchas de sus investigaciones y trabajos.
Hay un relato fundamental sobre la historia de la caverna de los tiburones dormidos. Conversación que inicia con un amigo de él , un pescador de langostas, Carlos García Castilla apodado, “Válvula”, mismo que tenía una gran capacidad de buceo a pulmón, podía durar bajo el agua más de dos minutos. En una de sus inmersiones descubrió una caverna, donde los tiburones dormían, el lugar se le conocía popularmente como “Los Cuevones”. En aquella época se pensaba que los tiburones no podían dormir debido a que necesitan que pase el agua por sus branquias y por ende necesitan estar continuamente nadando para evitar ahogarse.
Jaques Cousteau, se entera del fenómeno de esta caverna, decide filmar uno de sus episodios de TV y viaja a Isla Mujeres a hacer todo un programa sobre este hallazgo, es el inicio de una complicidad entre Bravo y Cousteau que realizaron varios trabajos juntos. Por mencionar dos de ellos, “La caverna de los tiburones dormidos de Yucatán” y la “Marcha de de las Langostas Espina”.
Este descubrimiento de Válvula y Bravo lo compartieron también con la Dra. Eugenie Clark, miembro del Scripps Institution of Oceanography de La Joya, California. Misma que hizo un paper publicado luego en National Geographic sobre el tema.
Habla de los tiburones dormidos, explicando cómo los tiburones buscan un lugar donde haya una corriente de agua, y eso les permite estar estáticos y no ahogarse. En ese lugar específico se mezcla agua dulce y salada, los depredadores permanecen inmóviles y prácticamente “drogados” por este efecto que genera un campo electromagnético.
Tuvo múltiples publicaciones: Primero y touch, segundo y muerte (1961);Bajo las aguas del Mar Rojo (1962) ; Bajo su desahuciada piel (1967) ; Buceando en el Polo Norte (1971); Isla Mujeres (1972); Holbox (1974) ; Tintorera (1975) ; Buceando entre Tiburones (1975) ; El cenote de la muerte (1976) ; El cisne negro (1976) ; Un tesoro bajo el mar (1977) ; Carnada (1977) ; Un tesoro bajo el mar (1979); Buceando entre las Orcas (1982) ; La siesta del tiburón (1984); Sirenia (1987), entre otros. Su filmografía incluye: Chanoc (Estados Unidos, 1971) ; Deadly reef ; Tintorera (México, 1977) ; Bermudas: Cueva de tiburones (Estados Unidos, 1977; El diabólico triángulo de las Bermudas (Italia, 1978); Ciclón (Italia, 1978); Sunburn (Estados Unidos, 1979) ;Cazadores de tiburones (Italia, 1979); Mar Asesino (México, 1979); Beyond the reef o The Shark Boy of Bora Bora (Estados Unidos, 1981) ; Zombie II (Italia, 1980) ; Sangre en el Caribe (España, 1983) ; Fiebre de amor (México, 1984) ; Against all odds (Estados Unidos, 1984) ; Rimo the destroyer (Estados Unidos) ; Ocean of fire (Estados Unidos, 1986) ; Leviathan (Estados Unidos, 1989) ; 007 Con Licencia para matar (Estados Unidos, 1989); El Arrecife de los alacranes (México, 1995)
Ramón Bravo Prieto murió el 21 de febrero de 1998 en su casa en Isla Mujeres por infarto al miocardio, por una descarga eléctrica accidental mediante un fallo de luz en su domicilio.
El 28 de febrero de 1998, su familia, amigos, en presencia del entonces presidente de la República Mexicana, Ernesto Zedillo, Jean-Michel Cousteau, a la entrada de la cueva submarina de los Tiburones Dormidos, situada entre la Isla Contoy e Isla Mujeres, en Quintana Roo, México. La esposa de Ramón, María Vallejo y el sacerdote Eduardo Pérez depositaron sus cenizas y, a la entrada se colocó una placa de bronce en su honor por voluntad de sus más queridos amigos y muchos buzos famosos que dice:
Ramón Bravo Prieto, protector del mar y el océano, duerme por siempre al lado de sus tiburones en esta cueva. Isla Mujeres 28-02-98.
Ramón Bravo pertenece a una clase especial de fotógrafos que rebasan el medio y se codea con miradas como la de Yusuf Karsh o con Ansel Adams, gente que además de su oficio tienen un amor por lo que hacen. El tener el ojo educado, saber ver, permite la compasión por el otro. Cuidan la dignidad de la imagen y no recurren a imágenes fáciles, amarillistas de niños comiendo basura para tratar de impresionar a la persona que ve su imagen. Los documentos son serios. Bravo nos pone en el contexto de que hay que cuidar el Mar, que solamente hemos explorado el 5% del nuestros océanos. En el mejor de los casos, un 20% lo tenemos en forma de registro, fotografía o mapa. Algunos datos dicen que hemos contaminado el 80%. El cambio de actitud de los siguientes 50 años son fundamentales para evitar llenar todo de plástico.Tenemos que entender que problema no es el plástico, sino la actitud de hacer desechable algo que es indestructible.
México tiene que dejar de perder conocimiento y experiencia, Aprender a colectar conocimiento es tener una visión de futuro, entender que el futuro se planea.
Traté de investigar si los archivos están en buenas condiciones, pero el par de entrevistas que hice con amigos cercanos de Ramón Bravo no me dieron buenas noticias. Traté de encontrar alguna de las primeras fotos de los osos polares para editarla aquí, sin suerte o, de los tiburones dormidos. Los archivos de Ramón Bravo puede ser que ya estén perdidos. Sin embargo lo que no se puede perder y es lo más importante de Bravo, su actitud. Siguiente relato tomado de su libro “Buceando entre tiburones”, impreso en 1978, fragmento de su última cacería marina en Tuxpan, 20 años antes:
-He decidido no volver a matar un pez. El que quiera mi arpón puede tomarlo. En adelante solo haré fotos.
Toño, Juan, Fernando y Picolino me miran sorprendidos y no les sobra la razón. Saben que me gusta matar y saben también que jamás he tenido una cámara en mis manos.
A lo largo de casi veinte años la mirada de aquel pez papagayo me ha seguido por los siete mares; jamás podré olvidarla, y en el fondo le estoy tan agradecido, ya que por ella tomé lo que hasta ahora he considerado una de las grandes decisiones de mi vida: cambiar el arpón por la cámara.