En México, el gas natural no es aprovechado como debería pese a que su demanda va en aumento y es el combustible que impulsa la transición energética.
Por el contrario, el Gobierno federal apuesta a la producción de hidrocarburos, cuyo consumo va en declive, afirmó Francisco Barnés, ex comisionado de la Comisión Reguladora de Energía (CRE) y socio director de Cifra2 Consultores, firma especializada en energía y medio ambiente.
Urgió necesario enfocar la estrategia de Petróleos Mexicanos (Pemex) hacia la producción y el aprovechamiento del gas natural.
Ese combustible ha desplazado a otras fuentes de energía, principalmente en el sector industrial, por ser menos contaminante y más barato.
“México ya depende cada vez menos de combustibles líquidos, en 2023 solamente (se requirió) 45 por ciento (de hidrocarburos líquidos).
“Cada vez más, el gas natural que se ha vuelto en México y en muchas partes del mundo, el combustible de transición energética y de mayor relevancia, mientras logramos sustituir los combustibles fósiles por energías limpias, explicó Barnés durante una presentación en la Academia de Ingeniería México.
Destacó que el mercado de los combustibles líquidos está destinado a desaparecer en tres o cuatro décadas.
El especialista consideró que se han descuidado las inversiones necesarias para asegurar el suministro de gas natural que se requiere para hacer frente a la transición energética en México, mientras aumenta su importación.
Detalló que la producción de gas natural sigue en declive, pues entre 2010 y 2023 cayó prácticamente 30 por ciento, para situarse en 4.8 mil millones de pies cúbicos.
Esto se debió a la falta de versiones en equipo de compresión, ya sea para reinyectarlo a los yacimientos o de plantas de rechazo de nitrógeno.
Aseveró que tener una gran dependencia de gas natural importado, el cual se trae de un solo estado de Estados Unidos y mediante unos cuantos gasoductos de internación, pone en riesgo la seguridad energética del País.
Para el ex comisionado de la CRE, aunque los hidrocarburos líquidos son la mayor apuesta energética, los esfuerzos apenas han servido para estabilizar la producción de petróleo crudo en 1.6 millones de barriles diarios, pese a que la meta establecida al inicio de la Administración era superior a los 2 millones de barriles diarios.