Luis Rodrigo Arteaga Villalba
Casi cada 1 de cada 10 mexicanos presentará una “hernia” a lo largo de su vida, casi la mitad de ellas se presentarán en las ingles. Por ahora hablamos de las hernias que salen en el abdomen.
Esos “abultamientos” por debajo de la piel creados por el paso de un órgano o tejido a través de una debilidad muscular, envueltos en un saco formado por una recubierta que tiene el abdomen por dentro llamado peritoneo (recordando cuando se le hace un chipote a un balón de futbol, donde la cámara sale a través del “cuero”) que con mayor frecuencia se presentan en el ombligo o alrededor de él, en las ingles, o en las cicatrices de cirugías previas; no confundir con las Hernias Hiatales que se asocian al Reflujo (agruras) o a las Hernias de Disco de la columna vertebral.
Se asocian a síntomas de dolor local cuando se realizan esfuerzos como pujar o cargar cosas pesadas, o bien caminar por largos periodos, ya que al aumentar la presión del abdomen el abultamiento crece y los músculos y sus recubiertas se irritan en consecuencia; cosa contraria pasa al reposar o acostarse, que el bulto se regresa a su lugar, muchas veces incluso desapareciendo y resolviéndose el dolor; aún así hay gente a quien no le causan síntomas.
El riesgo mayor de padecer una hernia es que se complique, o sea que un segmento de intestino u otro órgano del abdomen se introduzca en la hernia, se atrape y se tuerza adentro, provocando que ese segmento pierda su circulación de sangre y se gangrene en pocas horas.
De suceder esto, el dolor será intenso y no se quitará al reposar, la piel podría cambiar su color hacia el rojo o el morado; el paciente podría presentar nausea con vómito, su abdomen estará inflado y no podrá evacuar, entre otras manifestaciones y complicaciones.
Operar una hernia que no está complicada suele ser de rutina, con buen pronóstico y con pocas horas de internamiento. En cambio una complicada suele requerir de varios días de hospitalización, mucho más medicamento, gastos altos en salud, necesidad ocasional de quitar segmentos de intestino o tejidos, etc, y no siempre con los mejores resultados.
Si sospechas de tener una, acude a revisión con tu médico de confianza. Muy probablemente te solicitará un estudio de imagen como ultrasonido o tomografía, ademas de estudios de rutina para poder someterte a una cirugía segura. Además te platicará de la necesidad de poder colocar una “malla” en el sitio de la hernia para mejorar la posibilidad de que no te vuelva a salir. Las mallas están fabricadas de plásticos y otros materiales de grado médico que provocarán una fuerte cicatrización entre los músculos debilitados, reforzándolos y sellando sus debilidades. Además que ahora la mayoría se pueden operar por “mínima invasión” o laparoscopía.
En conclusión, si padeces de una hernia busca operarte con prontitud con un profesional acreditado, para que puedas realizar tus esfuerzos sin dolor y con una buena calidad de vida.
El riesgo de esperarse hasta el último momento es algo que ni el paciente ni los médicos deseamos afrontar.
Cirujano General. Ced Esp 7730296