Cecilia Flores es una madre buscadora. Su hijo desapareció desde el 2015. En su búsqueda ha descubierto fosas clandestinas. En una de ellas se encontró con sesenta cadáveres. Ceci narra el hedor insoportable que aquellos cuerpos desprendían. Se calcula que durante la gestión de López Obrador han desaparecido cinco mil personas, cuyas causas van desde acciones del crimen organizado hasta conflictos familiares cuando el compañero de una mujer la desaparece por venganza. La tragedia es cotidiana: catorce personas desaparecen diariamente… Nuestro país es un cementerio. Se prevé que, al término de la administración federal habrá 200mil muertos.
A Cecilia se le ha unido otras madres buscadoras. La comisión de buscadores está paralizada. La responsable, una señora de apellido Quintana ha preferido renunciar por no contar con el apoyo requerido. Las madres buscadoras se entrevistaron con Alejandro Encinas una sola vez. El subsecretario de gobernación les prometió trabajar en ello, pero ahora ni las llamadas telefónicas contesta. Han prometido denunciar su drama en alguna de la “mañaneras” del presidente pero no han sido recibidas. Conociéndolo, minimizará el problema. Dirá que él tiene ‘otros datos’. Quien presume conocer todo el territorio nacional, ignora o finge ignorar lo que ocurre debajo de él: la podredumbre de muertos y desaparecidos. México es un infierno al que el primer mandatario se tapa la nariz y le da la espalda. Su único interés es el control del poder. Y ya. La desesperación de esas madres le tiene sin cuidado. Quien prometió que en el corto plazo pacificará al país, ha incumplido de tal suerte que su gestión registra el más alto índice de violencia en la historia de México.