“…y la gente se inclinó y rezó al Dios de neón que habían construido y el letrero destelló su advertencia en las palabras que estaba formando y las señales decían, las palabras del profeta están escritas en las paredes del metro y salas de vecindad y susurradas en los sonidos del silencio”
Simon y Garfunkel, 1964.
Terminaron las precampañas e inicia un periodo de silencio a voces, es decir, nadie se quedará callado, como no lo hicieron antes cuando la ley no lo permitía, cuando el presidente decidió adelantar los tiempos electorales con un año de anticipación y sus corcholatas se dedicaron a pisotear la ley electoral.
No obtuvimos nada positivo de ellas, salvo que una de las presidenciables nos repitió el credo de las conferencias matutinas con la promesa de continuidad incluida, mientras la otra navegó sin rumbo y solo al final logró estructurar una pieza retórica importante. La tercera opción apenas asomó un instante perdida en el laberinto de sus condiciones internas.
Seguramente este periodo que les sigue será, contrario a lo que debiera ser, un periodo estridente, que habrá de significar la desigual contienda perfilada, pues la voz presidencial nunca será callada y seguirá haciendo campaña a favor de su movimiento usando tiempos oficiales y recursos públicos, sin que ninguna autoridad lo contenga.
No es un secreto que las reformas constitucionales, que habrá de proponer el presidente el próximo 5 de febrero, no pasarán, pues no tienen los votos necesarios, y sin embargo, habrán de acaparar los espacios informativos y las redes sociales, con discusiones bizantinas, pero estarán cumpliendo el cometido de poner en la mente del elector la promesa de algo irrealizable pero atractivo.
De poco servirá que se exhiba la imposibilidad financiera de concretar la reforma de las pensiones y el peligro que implican para la salud de las finanzas, o dar a conocer el riesgo de eliminar los contrapesos constitucionales al poder presidencial, o negar el absurdo de la elección popular de jueces, magistrados y ministros.
Las falacias retóricas del discurso presidencial caerán en las mentes de quienes, desinformados por él mismo, e ignorantes por su condición educativa precaria, habrán de seguir creyendo en que todo es posible y que la imposibilidad deviene de la perniciosa oposición que defiende privilegios.
Aún sus apoyadores críticos, han señalado la imposibilidad e improcedencia de dichas reformas, pero la insistencia presidencial, y el momento elegido para exhibirlas, hacen notorio y evidente el uso electoral de las mismas, y el propósito de ocupar el periodo de silencio, haciendo campaña sin candidato y fuera de tiempo para propuestas. Más ellas estarán ahí, con otra voz pero misma intención.
Es de esperarse que la autoridad electoral permita que esto y algo más suceda. La colonización de los órganos electorales, INE y Tribunal Federal Electoral, se ha consumado, y la débil resistencia que aún queda en el Consejo General del INE no será suficiente para neutralizar las embestidas gubernamentales al proceso democrático.
En el periodo electoral, queda prohibida la promoción de los programas gubernamentales y sin embargo, no vemos ninguna disposición que mande a su casa a los servidores de la nación, un ejército electoral, contratado para promover los programas sociales, actuando cotidianamente sin que nadie le ponga freno.
En el inter de estos procesos, será la población en general la víctima de la desinformación, sea por estos servidores o por la palabra presidencial, la promoción electoral seguirá. La rebuscada legislación que tenemos lo permite.
Esperemos que en las campañas, el ruido y los mensajes de las ya candidatas tenga más consistencia y nos digan lo que podemos esperar de cada una respecto a los grandes problemas que nos dejará este sexenio.
No será la deuda exorbitante que nos deja, pues ya ha sido negociada para que la paguen otros, sino la insuficiencia de los ingresos gubernamentales para hacer frente a las obligaciones derivadas y a las crecientes demandas de satisfactores sociales, pensiones y becas.
El sistema de salud, en el que han juntado la miseria con la pobreza, pues la fusión de los servicios estatales con los federales solo suma dos insuficiencias, se requieren recursos que no podrán obtenerse de la demagógica propuesta de eliminar los organismos autónomos e independientes.
Y así podemos seguir sumando puntos de quiebre para la próxima administración, que muchos de nosotros queremos saber cómo serán enfrentados. Hasta ahora, las palabras del profeta tienen a multitudes encandiladas y a otras tantas expectantes por el futuro cercano.
“…y en la luz desnuda vi a diez mil personas, quizás más, gente hablando sin hablar, oyendo sin escuchar, gente escribiendo canciones que las voces nunca comparten y ninguna se atrevió a romper el sonido del silencio”, Siguen Simon y Garfunkel ilustrando la banalidad del periodo de intercampañas, mientras esperamos la voz que rompa el estridente silencio de la campaña oficial.