A lo largo de 2023, en la mampara ubicada de las “mañaneras” el ‘piadoso’ presidente suelta su verborrea, aparece la imagen de Francisco Villa, cuyo verdadero nombre era Doroteo Arango, nacido en Durango en 1878. Se trataba de conmemorar el centenario de su asesinato en 1923. Pero López Obrador sabía realmente quién era ese bandolero, jefe de la División del Norte. La ignorancia hace milagros. El libro de Reidezel Mendoza intitulado ‘Los crímenes de Francisco Villa’ (testimonios). Inmuebles fueron. Expliquemos. La carencia de empatía es la característica esencial de los psicópatas: son narcisistas, arrogantes, impíos. Pongamos ejemplos: en San José del Silvio, después a dos jóvenes José Antonio y Abraham María, le exigió a la madre que le sirviera de comer. En San Pedro de la Cueva ordenó el asesinato de ochenta personas; prendió fuego a la anciana Lugarda Barrio. Sesenta soldaderas. Ejecutó en la capital a doscientas personas y a su propio compadre Tomás Urbina. Se complacía en violar mujeres. El saqueo era su deporte favorito. Cuando la gente común escuchaba su nombre huía para evitar incorporarse en sus filas. Algún periodista estadounidense lo llamó “bestia salvaje”. Uno de sus lugartenientes, Rodolfo Fierro, forjó la oscura leyenda por su inmensa crueldad.
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Aún así le persiguió la desgracia. Sus hijos Martiniano y Rodolfo murieron de gastroenteritis, al igual que varias de sus esposas. A despecho de su comportamiento criminal, llegó a ser, en ese mundo revuelto gobernador de Chihuahua.
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Ese fue Francisco Villa, a quien el cretino de Bartra Batres acaba de levantarle un momento. Sólo falta rendir homenaje a los líderes de los Zetas, Jalisco Nueva Generación; a Joaquín “el Chapo” Guzmán, a Caro Quintero… o Genaro García Luna. Acusado de tráfico de cocaína y de recibir sobornos por millones de dólares.
Este documento es un reconocimiento a Reidezel que se dio a la ardua tarea de reunir testimonios e imágenes del entorno criminal de Doroteo Arango.