Por segunda vez en tres años, un conflicto ajeno a su territorio amenaza con debilitar a la economía de Europa, que ya de por sí está en dificultades, señala The Wall Street Journal.
Esta vez, anota, se trata de los ataques de los rebeldes hutíes en Yemen contra buques de carga en el Mar Rojo que han orillado a los transportistas marítimos a optar por un viaje más seguro, pero más largo y costoso, alrededor de África a través del Cabo de Buena Esperanza.
Señala que esos desvíos están encareciendo los fletes y alertando sobre una caída en los inventarios.
El Journal refiere que Oxford Economics estima que un barco que viaja a 16.5 nudos desde Taiwán a los Países Bajos a través del Mar Rojo y el Canal de Suez tarda unos 25 días y medio en completar el viaje, pero esto aumenta a unos 34 días si el viaje se desvía alrededor del Cabo.
Explica que el tiempo de viaje adicional reduce la capacidad anual de cada barco y puede tener un efecto en cadena en los costos de flete en otras rutas, incluidas aquellas entre Asia y Estados Unidos.
Indica que, según el Índice Freightos Baltic, el costo promedio de transportar mercancías en un contenedor a través de el mundo se duplicó entre el 22 de diciembre y el 12 de enero pasados.
El diario advierte que los tiempos podrían prolongarse aún más si los barcos desviados tienen que esperar para cargar combustible adicional para completar sus viajes no programados en puertos africanos sobrecargados.
Así, en caso de que el conflicto en el Mar Rojo se prolongue, podría reactivar la inflación en Europa y con ello retrasar un posible recorte en las tasas de interés.
“Este es claramente uno de los principales riesgos a la baja para el crecimiento y riesgos al alza para la inflación”, dijo al Journal Ana Boata, economista jefe de la aseguradora Allianz Trade.
“Podríamos hablar de un riesgo de recesión”, alertó.
La semana pasada, Tesla reportó que los retrasos en la entrega de componentes causados por el desvío de los barcos la obligarían a suspender la producción en su única Gigafactory en Europa, ubicada en Berlín.
Volvo Cars, por su parte, sufrió retrasos en el abasto de cajas de cambios necesarias para fabricar vehículos de combustión en una planta en Bélgica, lo que obligó a la compañía a detener la producción durante tres días.