Al inicio de 2024 hay más dudas que certezas. Como todo futuro, es impredecible lo que resultará de los eventos ciertos que guarda el calendario, más es inevitable advertir la cantidad de riesgos en el horizonte.
En lo internacional, el desarrollo de la intervención rusa en Ucrania, la venganza de Israel sobre Hamas y Hezbolá, la presencia de Irán y piratas huties en el Mar Rojo, la pretensión china de unificar su territorio con la anexión de Taiwán, más el belicismo de Corea del Norte, la continuación del programa nuclear de Irán y su apoyo a las organizaciones desestabilizadoras del medio oriente; todas ellas nos colocan en el filo de la incertidumbre, no solo por la generalización bélica posible, sino también por el impacto que el desarrollo de estos conflictos tiene sobre la economía internacional, en cuyo mar México es un barco a la deriva.
En Latinoamérica se transita con países con democracias inacabadas, imperfectas, en las que las autocracias y el populismo se vuelven atractivas para los electores que desconfían de la democracia como una vía para la solución de sus problemas.
La incertidumbre democrática acecha. En 2024, habrá elecciones en 74 países, entre ellos 27 de la Unión Europea y 47 de otras partes del mundo como Rusia, India y Taiwán, que ya tuvo lugar en días pasados. La población de estos países, según el Banco Mundial representa más del 50% de la población mundial, casi cuatro mil millones de personas. En América, además de México, habrá elecciones en El Salvador, Panamá, República Dominicana, Uruguay, Venezuela y Estados Unidos.
El calendario electoral se vuelve el punto de inflexión, en un ambiente nebuloso y complejo en el cual el nivel de riesgo aumenta pues el resorte electoral se tensa en el enfrentamiento de posiciones que se alejan de los consensos y polarizan en vez de unir.
Además, el humor social se inclina por las posiciones disruptivas, novedosas, aunque no sean lo mejor, les basta con que sean diferentes y eso hace posible que lleguen al poder personas sin preparación para gobernar, populares pero ineptos, peligrosos en su ignorancia y su soberbia.
Cada país tiene su propia circunstancia, pero en el mundo globalizado nadie puede sustraerse a los efectos por causas de otras latitudes.
Particularmente México aumenta su nivel de incertidumbre, no solo por los resultados electorales propios, sino también por lo que pase en EUA y otros países y economías relevantes. Enumeremos los riesgos en razón de escenarios posibles: 1) intervención excesiva del gobierno en los comicios = Resultados electorales controvertidos, 2) Congreso dividido sin posibilidad de consensos o reformas, 3) presencia electoral del crimen organizado e incremento de su presencia en el control de actividades económicas, 4) desequilibrio de las finanzas públicas que obliguen a contraer más deuda para sostener el gasto social del gobierno y los subsidios a Pemex, CFE y las empresas emblema creadas en este sexenio para ser administradas por el ejército. 5) Ascenso de Trump en EUA y políticas agresivas en contra de México.
Hay además una amenaza al sistema democrático, por la eventual captura del Poder Judicial, organismos electorales y la eliminación de organismos independientes, verdaderos contrapesos.
La lista puede seguir y la prospectiva no parece favorable, cualquiera que sea el resultado de la elección presidencial en México pues los problemas heredados son estructurales y afectan a las áreas más sensibles como la salud, la educación, el campo y el combate real a la pobreza que no puede seguir controlada con dádivas que dan de comer pero no sacan de pobre.
Otros riesgos son los que contempla la visión internacional.
El World Economic Forum, ha publicado el Global Risk Report, o el análisis de riegos percibidos por la población mundial para los próximos dos años y entre ellos destaca en primer lugar la desinformación. Ya sea por la información generada o por la influencia de las redes sociales, la desinformación resultante incrementa la incertidumbre. En dicho análisis el tercer lugar lo ocupa la polarización social, seguida de la inseguridad cibernética, los conflictos armados y la disminución de las oportunidades económicas, inflación y migración.
La desinformación que la población acusa es general y en México adquiere proporciones alarmantes porque desde el mismo poder se genera y produce polarización, se desinforma por propósitos electorales. En el estudio del WEF no aparece la inseguridad ni la creciente presencia delincuencial en la geografía nacional, pero para nosotros, ambos temas son junto con las políticas gubernamentales erróneas, las generadoras de la mayor incertidumbre.
La desinformación, es ahora un riesgo mayor, así se advierte en el mundo y así sucede en México. El 2 de junio saldremos a votar con una mayoría poblacional desinformada, producto de la retórica militante del gobierno que disfraza o intenta ocultar la realidad. La natural incertidumbre democrática nos presenta un futuro nebuloso. Vote bien informado por favor.