De plano la obsesión del presidente López Obrador de sacar de los medios de comunicación al periodista Ciro Gómez Leyva, ha llegado a un punto que afecta en general a la libertad de expresión que hemos tenido en el México postrevolucionario desde hace muchos años.
Pedir a los empresarios que son dueños de las frecuencias en las que Ciro transmite sus acreditados noticieros, mismos que las más prestigiadas calificadoras de ratings lo ubican como el comunicador con mayor audiencia, seguido muy de cerca por Joaquín López Dóriga, otro de los periodistas a los que AMLO considera como adversario, es una acción que conlleva un mensaje a todos los empresarios que, de alguna manera, no son considerados como afines al presidente.
¿Qué nos espera a los comunicadores los próximos meses en los que transcurra el proceso electoral en marcha, si externamos opiniones o referimos hechos que no ayuden al proyecto reeleccionista de AMLO?
En una elección que se ha calificado ya como una elección de estado, el compromiso de todos es luchar por mantener nuestra democracia.
La nueva agresión de AMLO a Ciro Gómez Leyva es una muestra inequívoca del talante presidencial al no saber asumir la crítica como un elementa consustancial a la libertad.
No se puede dejar pasar ese lance dictatorial del presidente contra la libertad de expresión, porque lo más probable es una acción de los periodistas tendremos que repetir muchas veces en lo que resta del sexenio.
No es solamente una puntada de momento lo que dijo de Ciro el presidente. Es el reflejo de una mentalidad cerrada y obsesiva que tiene un indeleble tinte de Maximato.
Pues con esa precaución tendremos que iniciar este 2024 todos los comunicadores de México que no seamos vasallos del egocentrismo de AMLO.