Enrique Campos
Podría, sin problemas, la subgobernadora del Banco de México, Irene Espinosa Cantellano, decirles a sus contrapartes “se los dije”. Pero como no se trata de bajar al nivel de una mañanera, sino de encontrar soluciones colegiadas a los altos niveles inflacionarios, seguro no habrá ninguna referencia en ese tono sobre aquella advertencia que hizo en la reunión de política monetaria del pasado 9 de noviembre.
Por aquellos días, algunos integrantes de la Junta de Gobierno ya empezaban a adelantar vísperas que tan pronto como arrancara el 2024 empezarían con los primeros recortes en la tasa de interés de referencia.
Claro, todos los tomadores de decisiones de política monetaria insistían en ese momento en el voto unánime por no mover la tasa de interés de su nivel actual de 11.25% por cierto tiempo, pero sí se notaba un discurso más relajado sobre el futuro de la tasa de interés al arranque del próximo año.
Y fue ahí donde Espinosa apuntó que había que mantener la prudencia y cautela en la comunicación de la Junta de Gobierno del Banco de México y evitar adelantarse a modificar la guía prospectiva ante el elevado nivel de incertidumbre sobre la trayectoria descendente de la inflación.
Y apenas una reunión de decisión de política monetaria después, los banqueros centrales tenían que aumentar ligeramente sus expectativas de inflación de los próximos trimestres.
Ayer, los datos inflacionarios de la primera quincena de diciembre que publicó el Inegi confirman que, efectivamente, todavía hay razones suficientes para que el Banco de México se mantenga con una postura totalmente intransigente con la alta inflación.
Sí, de acuerdo, el indicador que más toman en cuenta los banqueros centrales es aquel que elimina los precios volátiles y que puede descontar que este diciembre es, además del mes de mayor actividad comercial del año, el que mayor crecimiento económico ha presentado durante todo el sexenio.
Por eso, la inflación subyacente es el faro de la visión de largo plazo de la Junta de Gobierno y ahí, la inflación quincenal de 0.46% no fue suavecita, pero el nivel anual de 5.19% sí implica 20 quincenas consecutivas a la baja.
Pero, el Índice Nacional de Precios al Consumidor, el indicador líder, la inflación general, tuvo un incremento quincenal de 0.52% hasta 4.46% anual, que quedó por arriba de todo pronóstico.
El incremento en la inflación general va a presionar al alza las expectativas de los analistas y entonces se vuelve al menos incómodo el discurso de que estamos no tan lejos de un inicio de baja en el nivel del costo del dinero.
Puede no haber relación directa entre las presiones en los precios de algunos alimentos y una tasa interbancaria que pudiera bajar de 11.25 a 11% por un “ajuste fino”. Más bien es el mensaje que mandaría la autoridad monetaria con una postura más laxa.
Hasta antes de este dato inflacionario, no tan bueno, de la primera quincena de diciembre, las expectativas de los analistas era tener que esperar hasta el 2025 para regresar a la meta del banco central de 3% anual, pero esta burbuja decembrina puede retrasar más esa expectativa y al Banxico le toca ser más prudente y cauteloso.