Finalmente concluyó la COP28, en la cual podemos encontrar una variedad de opiniones tanto triunfalistas como decepcionantes y algunas intermedias que dicen que se avanzó pero que también le falto.
En el contexto actual del 2023, el total de dióxido de carbono en la atmósfera, según las previsiones, registrará un nuevo récord con 40 mil 900 millones de toneladas emitidas, de acuerdo a los datos de la organización internacional Global Carbon Project. No obstante lo anterior, en el acuerdo final se dice que habrá una “transición para alejarse de los combustibles fósiles en los sistemas eléctricos, de manera justa, ordenada y con equidad, acelerando las acciones en esta década crítica para alcanzar emisiones netas cero para el 2050”. Pero también el acuerdo final señala el “acelerar los esfuerzos globales hacia las emisiones netas cero globales de los sistemas eléctricos antes de mediados de siglo, utilizando combustibles de cero y de bajo contenido de carbono”. A si mismo, el acuerdo contempla lo siguiente: “reconoce que los combustibles de transición pueden jugar un papel en facilitar la transición energética mientras garantizan la seguridad energética”
Se lista como otro avance el lanzamiento de una iniciativa para comprometerse a triplicar la capacidad de energías renovables y duplicar la tasa de mejoría en eficiencia energética, ambas para el año 2030. Empero, no se acordó sobre una mayor responsabilidad de los países más industrializados, lo cual deja en duda su compromiso como es el caso de los Estados Unidos y el principio de responsabilidad diferenciada.
En relación con los otros temas abordados, quedaron para un mejor momento como el caso de la salud pública humana, la agricultura y los suelos degradados.
También quedo en el olvido el canje de deuda por acciones climáticas propuesto por Brasil, pues el FMI tal como se esperaba, dijo: una cosa es la deuda y otra las acciones climáticas, a cambio el FMI proponía un esquema de créditos climáticos para los países, sobre todo de América Latina.
Ya se ha señalado que el Acuerdo no establece obligaciones para los gobiernos, límites claros ni un calendario de acciones. Por el contrario, pide “a las partes que contribuyan con una lista de acciones climáticas, de acuerdo a sus circunstancias nacionales”
Algunas otras voces expresaron que lo convenido no evitará que se supere el límite de los 1,5 °C de calentamiento global, el objetivo base del Acuerdo de París, firmado en 2015 por casi todas las naciones. Considerando que ya se ha advertido hasta el cansancio por la comunidad científica de que: hay que reducirlas (las emisiones) un 43 % para 2030 y un 60% para 2035, en comparación con el nivel de 2019.
Pero lo planteado en el Acuerdo está muy lejos de dicha meta. Pues de acuerdo con el documento, se proyecta que los niveles de emisión de gases contaminantes solo caigan un 5,3 % en 2030.
La ONU (Organización de las Naciones Unidas) sostiene que hay solo 14 % de probabilidades de que logremos limitar el calentamiento global por debajo de los 1,5 °C. Y si todo sigue así, vamos camino a un aumento de entre 2,5 °C y 2,9 °C en este mismo siglo.
En la página oficial de la ONU se informa que el Acuerdo contempló que se hicieron nuevas promesas de contribuciones al Fondo de Adaptación por un total de casi 188 millones de USD hasta la fecha. Sin embargo, como se puso de relieve en el balance mundial, estas promesas financieras están muy lejos de los billones que se necesitan para apoyar a los países en desarrollo en la transición hacia energías limpias, la aplicación de sus planes climáticos nacionales y los esfuerzos de adaptación. Pues la ONU estima que se necesitarán hasta 387.000 millones de dólares anualmente para que los países pobres puedan adaptarse al cambio climático.
Por otra parte, el Acuerdo plantea el “marco de transparencia mejorado” que sentó las bases para una nueva era en la aplicación del Acuerdo de París. ONU Cambio Climático está desarrollando las herramientas de notificación y revisión de la transparencia para su uso por las Partes, que se presentaron y aprobaron en la COP28.
Pero cabe decir, que los acuerdos por un lado no son vinculantes, pero aún más riesgoso es el hecho de que no existe una figura internacional que se encargue de hacer cumplir a los países parte, sus compromisos, y aún las cortes internacionales no asumen ese rol.
Hay una crisis jurídica, que implica la contradicción entre responsabilidad común (internacional) y el derecho de cada país a decidir lo que hará. Y por otra parte, ¿cómo se puede hacer exigible el cumplimiento? o ¿quién puede hacerlo exigible?
Me parece que por un lado debe considerarse como parte de los principios de la ONU y de los países miembro, el concepto de Patrimonio común de tal manera que sin importar en que país se encuentre, se tendrá que proteger obligadamente (como el caso de la selva amazónica de Brasil). Hasta el momento, pesa más la libre determinación y la soberanía de cada país que los acuerdos internacionales, luego entonces como obligar a un país a que cumpla sus compromisos climáticos.
Por ello, creo que es tiempo de pensar en mecanismos y figuras nuevas para el cumplimiento de los Acuerdos Internacionales. Y que las Cortes Internacionales, como la Interamericana asuman su rol para dictar y hacer cumplir las resoluciones en el campo climático.
Al final, la COP28 continúo siendo un acto de teatralidad a pesar de que hubo buenas intenciones por muchos de los participantes.