Van y vienen los días sobre las pútridas montañas del basural del puerto. Indiferente el mar sigue su vaivén de olas en la bahía sin sueño. Me lo cuenta el corresponsal.
Los restos de láminas rotas, vidrios destemplados, iguanas muertas; cristales rotos tras los cuales, en tiempo no muy lejano se adivinaban en los ventanales cuerpos femeninos con la vista en el mar de chispas, sal y escamas de sirena, quedan sólo las fachadas sin dentadura, desde cuya desvencijada condición se cuela el gran paisaje del abandono donde bailan y festejan las ratas y las cucarachas bajo el mismo sol de los turistas ausentes; memoria de las glorias de un pasado cada vez más lejano, en el paraíso perdido cuyos habitantes tercos se niegan a quedarse así nada más con los brazos en cruz y se esfuerzan para seguir adelante como si esto fuera recuperable, y buscan deshacer el cerro de podredumbre donde se anidan los rencores, el pus de la vida rota por el huracán, la rabia por el abandono, la simulación, la promesa cínica y mentirosa de una Navidad sin amargura.
“Tengo el sueño (…) de que ya en la Navidad las familias van a estar muy contentas en Acapulco. Van a estar como lo merecen, muy felices. Ese es el compromiso, no va a haber amarga Navidad”. ¿Y ahora a quién le reclamamos?
La verdad es otra. La podría haber descrito Guillermo Valencia:
“…Hundido en la cloaca
la agita con sus manos temblorosas,
y de esa tumba miserable, saca
tiras de piel, cadáveres de cosas…
como un pueblo infeliz de escarabajos
a taladrar los árboles podridos…”
–II–
Pero eso pasa allá donde las fiebres del trópico y el calor indiferente amenazan con sus rostros del dengue, la disentería, el cólera morbus, los hongos cutáneos, los paños malévolos.
Mientras aquí en esta ciudad de bufanda gris y fríos frontales, la discordia teje su manto y la demagogia implacable y sin remedio se enseñorea del presente y con trazos eléctricos insinúa la mueca terrible del futuro. Los Batres, entre otros, conforman parte de la nueva “familia revolucionaria”.
Los antiguos aliados se enfrentan, las alianzas se debilitan, las maniobras políticas se estrellan y reagrupan contra los pocos rasgos de resistencia ante la implacable maquinaria del totalitarismo personal, cuyo avance –como un blindado– , sofoca y asusta mientras a su paso todo lo engulle, todo lo devasta, todo lo controla.
Es el otro huracán, ese innominado cuyos vientos arrastraron entre otras cosas los restos de un Senado vuelto marioneta.
Se hablaba de la crisis en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación de cuya presidencia Reyes Rodríguez fue echado a la mala por sus compañeros, tal y como habían defenestrado antes a Vargas y a Otalora.
Tribunal del pugilato y el canibalismo, la daga en la espalda. Vergüenza, pero ahora con provecho para el sistema de programas socio-electorales, del gobierno cuya pinza todo lo abarca y comprime.
Así se decían:
“ Como senadores (Dante Delgado. MC), no podemos tolerar que persista la crisis constitucional e institucional en la Sala Superior del Tribunal Electoral derivada de la falta de nombramiento de dos magistrados electorales que este Pleno y cada uno de nosotros está obligado a realizar…
“Y que quede muy claro, esta renuncia a cumplir con nuestra obligación constitucional es orquestada por el grupo parlamentario de Morena con la complicidad del PRIAN”.
Respingaba Ricardo Monreal (ya sin cargo en el Senado; pero sí en la campaña de su vencedora):
“–¿Qué tenemos que ver con el PAN?
“–¿Qué tenemos que ver con el PRI?
“Lo que tenemos que ver con ellos es una actitud de respeto, como la tenemos con usted y con su bancada; son especulaciones fuera de toda proporción. Y lo que rechazo tajantemente es cómo usted, con su habilidad, trata de mezclar a nuestra candidata la doctora Claudia Sheinbaum en una especie de conspiración totalmente imaginaria…
“…Dijo que no le deshonra ni tampoco le avergüenza que pueda platicar con PAN, PRI y PRD y se logre construir mayorías calificadas.
“Pero me parece un exceso que se intente, Senador Dante, ahora con este desencuentro, echar la culpa a Morena de que ya hay un PRIMor con un PAN sin brújula. No lo acepto, al menos yo en Morena, no lo acepto”.
Total el acuerdo se cayó y Dante pedía un debate.
“La verdad, esto es kafkiano. Nosotros en Movimiento Ciudadano, exigimos que haya un debate para que ¡fuera máscaras, fuera máscaras, fuera máscaras! Están acostumbrados al doble discurso. A decir afuera una cosa y a venir aquí a recibir prebendas, canonjías y espacios a los que ellos no quieren renunciar”
Pero con máscaras o sin ellas el Senado va de ridículo en ridículo.
Un caballero orientado al cinismo impenitente, no a la sinceridad, se confiesa huérfano de méritos para ocupar una embajada de treinta monedas en Noruega, y el Senado aprueba la orden presidencial de darle salida al nombramiento.
Y así admitieron la renuncia del ex ministro Zaldívar. Y así le dejaron el control de la Suprema Corte de Justicia a quien su control requiere.
Una caricatura.
–III—
Se repiten día con día los microsismos; presagio –dicen algunos—del enorme evento telúrico cuya potencian nos llevará a las condiciones de 1985 o de Acapulco en 2023. Ruina y desastre.
La crónica de los sismos en la ciudad de México es muy antigua:
“… cuando tiembla la tierra (Sahagún), rociaban con agua todas sus alhajas, tomando el agua en la boca y soplándola sobre ellas y también por los postes y umbrales de las puertas y de la casa.
“Decían que si no hacían esto, que el temblor llevaría aquellas casas consigo. Y los que no hacían esto eran reprendidos por los otros y luego que comenzaba a temblar la tierra gritaban, dándose con las manos en las bocas para que todos advirtiesen que temblaba la tierra…
“Luego tomaban a sus niños con ambas manos, por las sienes y los levantaban en alto. Decían que si no hacían aquello que no crecerían y que los llevaría el temblor consigo…”
Esa parcial crónica puede producir espanto. Pero también asusta saber del epícentro y el hipocentro de los actuales estornudos de la tierra en la delegación Álvaro Obregón, sobre todo si uno vive a pocas calles del ojo telúrico ubicado entre Calzada de las Águilas, Leones y Avenida Centenario.
Como este escribidor.