Alejandra Carrillo
Tan solo del 9 al 15 de octubre la película más vista en México dentro de la plataforma Netflix era una de terror.
Nowhere es una película de terror y suspenso española de 2023, dirigida por Albert Pintó y protagonizada por Anna Castillo y Tamar Novas en la que después de huir de un país totalitario y devastado, una mujer embarazada debe sobrevivir atrapada en un contenedor en medio del mar.
Al menos otras tres del top 10 de películas forman parte de la categoría de terror y suspenso, la coreana Bailarina, la estadounidense Reptiles y “La Conferencia, una película sueca.
En la categoría de series en el top 10 se encuentra también La Caída de la Casa Usher, inspirada en el libro de Edgar Allan Poe.
A finales de 2021, la organización estadounidense American Film Market en Santa Mónica condujo un estudio de audiencias, “The Relative Popularity of Genres Around the World”, que lanzó a México como el mayor consumidor de cine de terror a nivel global apenas seguido por Corea del Sur, Rusia, Estados Unidos y Canadá.
El análisis fue realizado por Stephen Follows, escritor, productor y analista de la industria fílmica, y Bruce Nash, fundador de la empresa Nash Information Services.
El estreno en cines mexicanos de El Exorcista: Creyentes y de la edición 10 de la saga Saw: El Juego del Miedo, La Monja 2 y Puerta Fantasma hasta la semana pasada, también son prueba de ello.
Ya sea por la temporada cercana al Halloween o por lo atractivas de muchas de estas producciones la pregunta continúa ¿por qué nos gusta tanto el terror?
LO QUE DICE LA CIENCIA
Para los científicos el miedo es una respuesta evolutiva que pone a los humanos alerta en circunstancias de peligro y los lleva a reaccionar.
En 2020, varios investigadores finlandeses publicaron un estudio que revelaba cómo el miedo protege a los organismos vivos aumentando la vigilancia y la preparación y coordinando las respuestas de supervivencia durante encuentros que amenazan la vida. Para el estudio utilizaron películas de terror.
Los descubrimientos del estudio, realizado en la Universidad de Turku en Finlandia, fueron que las respuestas neuronales que se activan mientras una persona mira una película de terror, son similares a las que se activan cuando se encuentra en riesgo real.
Los datos sugieren que el miedo agudo y sostenido son respaldados por vías neurales distintas, con el miedo sostenido se amplifican principalmente las respuestas sensoriales, es decir respuestas en órganos como las papilas gustativas, los ojos o el bulbo olfatorio; mientras que el miedo agudo aumenta la actividad en el tronco cerebral, el tálamo, la amígdala y las cortezas cinguladas.
Para hacerlo hicieron resonancias magnéticas en personas para estudiar las bases cerebrales del miedo sostenido y agudo. Los expertos publicaron sus resultados en el artículo “Sistemas neuronales disociables para el miedo agudo incondicionado y el miedo sostenido” en la plataforma científica NeuroImage.
Los sujetos del estudio vieron dos películas de terror: El Conjuro 2, estrenada en 2016, y el filme Insidious, de 2010, ambos dirigidos por James Wan, mientras se medía su actividad cerebral.
La Directora del Centro de Evaluación e Investigación Psicológica, del Centro Universitario de Ciencias de la Salud (CUCS) de la Universidad de Guadalajara, Martha Catalina Pérez González, explica que en estas tendencias y la temporada de Halloween y Día de Muertos influye en el consumo de estos contenidos.
“En muchos casos también, el sujeto que ve estos contenidos necesita adrenalina y para estimular esa necesidad recurre al consumo de este tipo de contenidos”, explica.
“Prácticamente nos hemos desensibilizado a diferentes formas de información real, a los ojos de las personas pueden parecer sosos, ya no provocan ningún tipo de emoción y por lo tanto recurrir a contenidos relacionados con el miedo o el terror generan secreción de adrenalina, un estímulo placentero en las estructuras cerebrales, sobre todo del sistema límbico, el cerebro emocional, que hace que la persona genere una adicción a este tipo de sustancias”.
Todo esto está sumado a toda una industria dispuesta a proveer este tipo de contenidos y su mercadotecnia en una especie de círculo en el que la audiencia eventualmente pide contenidos mucho más explícitos o complejos en las narrativas que proponen.
La experta advierte que este deseo de dar un siguiente paso puede tener consecuencias negativas.
“Si esa sensación de adrenalina placentera no es suficiente, hay casos en los que será necesario dar otro paso y vivenciarlo, de ahí todas estas atracciones como la casa del terror, a donde van específicamente a asustarse y generar toda una serie de reacciones.
“El interés por circunstancias fuera de lo normal puede influir también en la naturalización de la violencia, de imágenes grotescas y asesinatos, la visión de la muerte de forma explícita y esto también es nos ha llevado como cultura a naturalizar tanto la violencia que es parte de nuestro, reírse de ello no lo hace menos amenazante”.
TERROR A PRUEBA
En otro estudio durante la pandemia, un grupo de científicos de Estados Unidos, Inglaterra y Dinamarca, hizo un análisis que demostraba, como se tituló el estudio, “Los fanáticos del horror y las personas con una curiosidad morbosa son más psicológicamente resilientes durante la pandemia de Covid-19”.
“Una explicación de por qué las personas se involucran en experiencias ficticias aterradoras es que estas experiencias pueden funcionar como simulaciones de experiencias reales de las cuales las personas pueden recopilar información y modelar posibles mundos”, dice el abstracto de la investigación
Este estudio probó que el consumo pasado y actual de ese tipo de contenidos de ficción reconocidos se asociaba con una mayor preparación y resistencia psicológica ante la pandemia.
Respecto a las series y películas de crimen verdadero, Scott Bonn, profesor de criminología en la Universidad Drew, de Estados Unidos, y autor de “Por qué amamos a los asesinos en serie” (Why we love serial killers, en inglés), relaciona el consumo de este contenido con descargas de adrenalina, la experiencia del miedo en entornos controlados e incluso con la excitación que provoca jugar a los detectives tratando de resolver un caso antes de que se revele la verdad.
Historias exitosas en la televisión de asesinos seriales como Jeffrey Dahmer, Ted Bundy, John Wayne Gacy conocido como el “Payaso Asesino”, Richard Ramírez o el vigilante nocturno y David Berkowitz, el hijo de Sam, puede relacionarse con una sensación de alivio al ver un crimen que sí se castiga y donde sí se conoce la verdad.
“La fascinación del público por ellos puede considerarse como una manifestación específica de su fijación más general por la violencia y la calamidad. En otras palabras, las acciones de un asesino en serie pueden ser horribles de presenciar, pero gran parte del público simplemente no puede apartar la mirada debido al espectáculo”, dice en un artículo que escribió al respecto para la revista TIME.
CONSECUENCIAS
La ciencia también ha analizado las posibles consecuencias de este tipo de consumo.
Ansiedad, problemas de sueño y comportamientos agresivos y peligrosos son algunos de los efectos negativos que pueden tener las películas de terror sobre todo cuando las ven niños demasiado jóvenes.
La psicóloga de la Universidad de Guadalajara, Martha Catalina Pérez González, Directora del Centro de Evaluación e Investigación Psicológica dice que hay una paradoja entre prohibir y dejar de ver contenido relacionado al terror cuando hay México noticias diarias que podrían catalogarse de terroríficas.
“Lo mejor sería más bien distanciarnos de forma crítica de estos contenidos y que entonces la persona que lo consume, sobre todo si es joven, pueda acceder a la información necesaria para procesarlo y para identificar lo que es ficción y lo que es real.
“Para los chicos es importante platicar con los suyos, con sus padres, con el tutor o sus profesores de estos contenidos y entonces analizar cómo se sienten o cómo les afecta en su forma de ser, si se está volviendo violento a partir de una película o de un videojuego, o si está modificando su forma de ser”, explica la experta.
Pérez González dice que también los adultos deben encontrar formas de dialogar y analizar los contenidos de terror, miedo y violencia que consumen y aprender a distanciarse de ellos para que esto no les impacte de manera tan directa.