COSAS DE AQUÍ
Los límites de un niño malcriado
La república y la democracia son conceptos distintos, aunque a menudo ligados uno y otro. Éste alude al origen del poder político; aquel a la distribución del poder, a esos equilibrios que salvaguardan la libertad del ciudadano: la división de poderes, el federalismo. La democracia de los vecinos estadounidenses es anacrónica, pero su régimen republicano mantiene su capacidad de imponer límites a la autoridad, particularmente en estas horas en las que un narcisista hambriento de poder cree inaugurar una nueva política a golpes de twitter, órdenes ejecutivas, amenazas, chantajes… desmantelando tradiciones con un ímpetu visceral nunca visto.
Las ciudades santuario, no sólo es un nombre hermoso desde el punto de vista semántico, sino también por su carga significativa: ciudad refugio, ciudad de amor, como las ha llamado Ed Lee, alcalde de San Francisco. Las ciudades santuario son espacios incluyentes, espacios protectores de inmigrantes, sean documentados o no; espacios que, ignorando las fórmulas burocráticas, respetan la dignidad de la persona y valoran su trabajo. Por eso Eric Gorcetti, alcalde de los Ángeles ha dicho: “nuestros valores no están en venta”.
Muchas son las ciudades santuario. ¿200,300? Entre las más notables Nueva York, los Ángeles, Chicago. ¿A cuántos inmigrantes no documentados, protegen? Se estima que son 11 millones. Pues bien, tanto a las ciudades aludidas como a los inmigrantes indocumentados, el magnate apoltronado en la silla presidencial les ha declarado la guerra. Pero tal parece que nada las hará cambiar. Algunas se amparan en ordenanzas; otras simplemente en políticas informales. No todas son amigables por igual. Pero todas tienen en común el negarse a las órdenes de las autoridades federales, incluso a aportar información, a pesar de que invocan el estatuto 1373 que exige una subordinación sin más.
En su defensa, las ciudades santuario apelan a una resolución de la Corte Suprema que, en 1997, sostuvo que el gobierno federal no puede imponer a los funcionarios de los estados cumplir la ley federal. A despecho de tal resolución, Jeff Sessions, fiscal general, ha amenazado, por instrucciones del nuevo autócrata un tanto pueril, con privarlas – a las ciudades santuario, digo- de los fondos federales. Es probable que lluevan las demandas contra Trump, con el argumento de que el presidente no está autorizado para retirar esos fondos. Eh aquí el sentido de la vida republicana: el equilibrio de los poderes: la resistencia frente a la arbitrariedad, que habrá de multiplicarse en otros asuntos como la construcción del muro fronterizo, para el cual no habrá recurso, no obstante los guardaditos “de un Trump dispuestos a sacrificar lo que sea con tal de cumplir a sus votantes enloquecidos y dar rienda suelta a su xenofobia
Es previsible el contraataque del poder judicial, que en pleno ejercicio de su autonomía, eche por tierra las órdenes ejecutivas del insensato. Y de hecho, ha sucedido mediante resoluciones que han impedido la aplicación de decretos antimigratorios contra la población musulmana y sus jueces le han dicho ”no”, también el propio congreso en el caso de la ley de salud; ese decir ¨no¨, que incluye a los más importantes medios de comunicación es un factor de equilibrio.
Trump vive atrapado en una burbuja. Su realidad no coincide con la realidad histórica. Pero seguirá engañándose y amenazará ahí donde las resistencias no le ofrecen mayores dificultades, donde las reformas que ha ofrecido no lastiman la esencia de las instituciones republicanas y democráticas. Caminará por senderos fáciles, fingiendo que su país está cambiando las reglas del juego todos los días despide a su consentidos porque no confía en ellos, como Steve Bannon racista y antisemita. La Casa Blanca es un caos. ¿Se fatigará pronto con tanto despropósito? Su nivel de aceptación es bajísimo. ¿Subirá con el bombardeo sobre las bases militares de Bashar al-Assad, el dictador sirio? Seguramente. Su discurso movido por la “compasión” hacia los niños sacrificados por las armas químicas, conmoverá a su país, no importa su cruel indiferencia ante la desgracia de las familias de los mexicanos deportados.