Erika Aracely Mata Tomás
En México, la Medicina Familiar se originó a consecuencia del desarrollo de la Seguridad Social; fue instaurada constitucionalmente en 1943. Diez años después (1953), la Caja Regional de Monterrey ensayó con éxito un nuevo procedimiento de trabajo para los médicos de Nuevo Laredo, Tamaulipas; consistía en que un solo médico atendiera a una determinada población derechohabiente, tanto en consulta ambulatoria, como en visita a domicilio.
En 1954, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) implementó el sistema «médico de familia», el cual destacaba que la contratación de los médicos no se regiría por horas de trabajo o número de enfermos atendidos en un lapso fijo, sino por la obligación de atender a grupos determinados de población derechohabiente que les serían adscritos, sin perder su carácter de empleados del IMSS.
La especialidad de Medicina Familiar surgió en 1971, a partir de una iniciativa del IMSS y de la reestructuración del sistema médico familiar. Desde 1974, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) le otorgó reconocimiento académico, y ulteriormente, se sumaron otras instituciones, como el Instituto Politécnico Nacional (IPN).
La Medicina Familiar se inserta como pilar del Sistema Nacional de Salud en el primer nivel de atención, dentro de las tres instituciones que lo conforman: Secretaría de Salud (SSA), IMSS e Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE).
El médico de familia es el profesional responsable de proporcionar atención integral y continuada a todo individuo que solicite asistencia médica; representa la puerta de entrada de los pacientes para que puedan ser atendidos en los siguientes niveles de atención cuando sea necesario.
Los retos actuales de la medicina familiar son: 1) Garantizar un trato digno en los espacios donde se brinda atención en salud. 2) Identificar los factores modificables y actuar sobre ellos (como es el estrés psico-social). 3) Exigir una agenda de cobertura universal de salud, ya que un sistema de atención primaria más robusto, sin duda mejorará el control de enfermedades, (infraestructura, compra de equipamiento, medicamentos y vacunas, personal médico colegiado y certificado). 4) Se necesitan médicos familiares orgullosos de su trabajo, reconocidos como líderes en salud del primer nivel con la responsabilidad de resolver el 85 % de los problemas de enfermedad.
El empoderamiento responsable del médico familiar, con su actuar gentil y firme conseguirá corresponsabilizar a las familias en el proceso salud enfermedad, mediante conocimientos, inteligencia emocional y asertividad. Solo así se culminará con la reconstrucción del núcleo básico de la sociedad, logrando familias funcionales y en una sociedad más sana.
Presidenta del Colegio de Médicos Familiares y Generales.
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