Es una tradición que los presidentes rindan sus informes sobre el estado de la Nación cada primero de septiembre. Lo hacían ceñidos a ciertos protocolos. En este sexenio, López lo hizo en anteriores ocasiones en Palacio Nacional. Pero este año, tuvo a bien rendir su quinto informe en algún lugar del sureste mexicano, vestido de guayabera. Fue como una larga mañanera en la que evitó hablar de asuntos que comprometían su credibilidad: los 800mil muertos por Covid, las 110 mil desapariciones y, mintiendo como es su costumbre, aseveró que ha bajado el número de delitos, que el crimen organizado está bajo control a pesar de la proliferación de las drogas, de las extorsiones…
Respecto a sus megaproyectos todo va bien: la refinería de Dos Bocas pronto producirá petróleos, pese a la opinión de los expertos que aseguran que requiere un periodo de pruebas que tardará un año al menos. En relación con el AIFA, las aerolíneas se niegan a utilizarlo, por lo que el gobierno tiene que subsidiarlo. En relación con el Tren Maya, el presidente asegura que ha respetado la fauna y exhibe un video de Brasil. Amén de que en la inauguración el Tren se descompuso. Toda una farsa. La información ha devenido desinformación y mera propaganda. La indolencia es el sello de este gobierno: la desatención a los niños con cáncer, la falta de medicamentos, a pesar de haber prometido una salud como la de Dinamarca.
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Como lo ha sostenido “Animal Político” la 4T es un mito. Sólo se trata de un ‘sexenio de saliva’. Un bla bla. Un combate a la corrupción cuando bien sabemos, habita, como lo he afirmado en esta columna, en su propia casa. ¿Qué dirá en su sexto informe antes de entrega el mando a la anticientífica Claudia Sheinbaum? Pues que el tabasqueño, un antidemócrata que no sabe perder, moverá todo lo que esté a su alcance para permanecer en el poder. Si en su persona, en su interpósita persona, quiero decir Claudia, supuesta garantía de continuidad del Narcoestado.
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Una paradoja: mientras Amlo rendía su informe bajo el signo de la “austeridad republicana”, su hijo José Ramón López Beltrán celebraba con su esposa Carolyn Adams fastuosamente el decimoséptimo cumpleaños de su hijastra. Una bofetada a su padre. Antonio Machado decía: “todo pasa, nada queda”.