Desde los montes hasta las llanuras, desde el Cerro del Zamorano hasta el valle de Querétaro, el agua realiza un viaje épico: de la lluvia al río, del río al océano y, nuevamente, a las nubes. Este ciclo, que ha perdurado por miles de años, es un reflejo de cómo deberíamos tratar el agua en nuestras ciudades. La naturaleza, en su infinita sabiduría, ha perfeccionado este proceso durante millones de años, y sería prudente para nosotros observar y aprender. Debemos voltear a ver cómo funciona la naturaleza para replicar sus sistemas y procesos en nuestro desarrollo y planeación.
El ciclo hidrológico no es ajeno a ninguna región del mundo, pero nuestras urbes modernas parecen haberlo olvidado. Cada gota que cae del cielo es una oportunidad. En Australia, este pensamiento llevó a la implementación de sistemas integrados en casas y edificios para captar agua de lluvia. Esta iniciativa ha aliviado la presión sobre los sistemas públicos y reducido la dependencia del agua subterránea y de los ríos.
El agua del drenaje no es toda igual. Las aguas grises, provenientes de duchas y lavabos, son diferentes de las aguas negras que provienen de inodoros. Separarlas es crucial, no solo por razones sanitarias, sino también por la reutilización, ya que de esta manera es mucho más sencillo tratarlas. Japón es un testimonio de ello. En muchas residencias japonesas, sistemas domésticos innovadores facilitan esta separación, permitiendo un tratamiento más eficiente y brindando oportunidades para reutilizar el agua en jardines y otros usos no potables.
Una vez separada, el agua puede iniciar su viaje de purificación. Suecia ha establecido el estándar de oro en este aspecto. Con plantas de tratamiento avanzadas, el agua es purificada y, en algunos casos, devuelta al sistema como agua potable. Esta estrategia ha reducido drásticamente la dependencia de fuentes naturales y ha preparado a las ciudades suecas para enfrentar periodos de sequía.
Estos ejemplos internacionales, más allá de mostrarnos soluciones técnicas, nos enseñan una filosofía: el agua es un recurso que, con la tecnología y la voluntad adecuada, puede ser reutilizado casi indefinidamente. En Querétaro, y en muchas regiones de nuestro país, enfrentamos desafíos hídricos. Si bien nuestras realidades pueden diferir de las de Australia, Japón o Suecia, las lecciones aprendidas son universalmente aplicables. No es solo una cuestión de supervivencia, sino de sostenibilidad.
En Querétaro, la implementación de estas estrategias de economía circular del agua no solo sería una medida vanguardista, sino una necesidad urgente. Querétaro ha enfrentado desafíos relacionados con inundaciones en épocas de lluvia intensa, y la sobreexplotación del acuífero está alcanzando niveles críticos. Esta situación nos ha llevado a considerar trasvases, una solución costosa y no siempre sostenible, que implica traer agua de otros lugares. Al adoptar prácticas que optimicen la captación, tratamiento y reutilización del agua, no sólo estaríamos protegiendo nuestro valioso recurso hídrico, sino también reduciendo riesgos ambientales y costos asociados.
En esta era de logros tecnológicos, donde podemos enviar naves al espacio y traerlas de vuelta, la pregunta es: ¿Por qué no tratamos el agua de la misma manera, enviándola a través de nuestras ciudades y trayéndola de vuelta limpia y pura? El desafío está ante nosotros. Querétaro tienen la oportunidad de aprender, adaptar y liderar el futuro del agua.