La preocupación sobre las armas nucleares en el mundo se incrementó con la guerra en Ucrania. El orden internacional establecido hace 76 años advierte nuevos retos y desafíos, cuyos orígenes muestran la debilidad de unos cimientos que nunca terminaron de consolidarse.
El 2 de diciembre de 2009, la Asamblea General de la ONU aprobó la Resolución 64/35, que declaró el 29 de agosto como Día Internacional contra los Ensayos Nucleares. La iniciativa, propuesta por Kazajistán, celebró la clausura del polígono de ensayos nucleares de Semipalátinsk, que ocurrió en esa fecha, pero de 1991. Más tarde, en octubre de 2013, la misma Asamblea General, mediante su Resolución A/RES/68/32, estableció el 26 de septiembre como Día Internacional para la Eliminación Total de las Armas Nucleares.
La llegada de la era nuclear —tras las explosiones atómicas de Hiroshima y Nagasaki— y las consecuencias de la segunda gran contienda mundial trajeron consigo la necesidad de abordar todos los esquemas y problemáticas alrededor de esta realidad. El uso exclusivo de la energía atómica para fines pacíficos; el debate sobre el acceso a la tecnología y materiales nucleares, así como la erradicación de los armamentos nacionales, las armas atómicas y las demás relacionadas con la destrucción colectiva, fueron apenas algunos de los esfuerzos iniciales. Sin embargo, estos pronto quedaron limitados ante las graves diferencias políticas existentes entre las principales potencias.
Aun así, el impulso internacional prosiguió, y en 1957 nació el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), con la finalidad de promover y controlar la tecnología nuclear. Pronto, en 1960, el principio de no proliferación nuclear cobró un impulso destacable. Desde ese momento se sucedieron una serie de tratados multilaterales y regionales para prevenir los ensayos nucleares, así como avanzar en el desarme nuclear. Por mencionar un par de ellos, en 1996 se firmó el Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (TPCEN/CTBT), y en julio de 2017 el Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares, que entró en vigor en enero de 2021.
Hasta el momento, el TPCEN cuenta con 186 signatarios y, de estos, 178 ratificaciones. Sin embargo, para su entrada en vigor, son necesarias las firmas y ratificaciones de los 44 países listados específicamente en el documento, es decir, aquellos que en 1996 poseían capacidad nuclear. De esos 44, falta la adopción de ocho Estados nucleares de facto. Para Estados Unidos, China, Irán, Israel y Egipto es necesaria la ratificación. Mientras la India, Pakistán y Corea del Norte ni siquiera han firmado el documento.
En este marco, a pesar de que algunos Estados optaron por la nuclearización, otros abrazaron la doctrina de la disuasión nuclear y con esta el compromiso de renunciar a los armamentos o de probar en su territorio alguna arma atómica. De los cinco instrumentos sobre zonas regionales libres de armas nucleares, el Tratado para la Proscripción de las Armas Nucleares en América Latina y el Caribe (1967), mejor conocido como Tratado de Tlatelolco, es un documento pionero en la materia, impulsado por México en respuesta a la entonces crisis de los misiles en Cuba.
De 1945 a la firma del TPCEN, más de 2,000 ensayos nucleares se realizaron en todo el mundo. Y después de 1996, se han llevado a cabo una decena de pruebas con armamento nuclear. Las explosiones fueron terrestres, subterráneas y submarinas. También hubo ensayos atmosféricos.
El Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI) señala que son nueve los países que actualmente poseen armas nucleares: Estados Unidos, Rusia, China, Corea del Norte, India, Pakistán, Francia, el Reino Unido e Israel. Aunque el caso israelí sigue sido motivo de controversia, ya que el Gobierno de ese país nunca ha reconocido públicamente poseer ese tipo de armamento. Asimismo, el Instituto estima que el total de armas nucleares disponibles a nivel mundial es de alrededor de 13,000 unidades. Una cifra calificada por criterios expertos como preocupante.
En su reciente posicionamiento, António Guterres, secretario general de las Naciones Unidas, llamó a una prohibición jurídicamente vinculante de los ensayos nucleares como un paso fundamental en la búsqueda de un mundo libre de armas nucleares y exhortó a los países faltantes a firmar el TPCEN. Asimismo, Juan Ramón de la Fuente, representante permanente de México ante la ONU, planteó considerar los retos presentes como una llamada urgente para lograr la entrada en vigor del Tratado, y propuso a los Estados faltantes adoptar el instrumento durante la próxima reunión de Estados parte que se celebrará en Nueva York a finales de noviembre, y que será presidida por México.
Abrazando la tradición y vocación de nuestro país junto con su firme compromiso con la proscripción y disuasión de la amenaza nuclear, hacemos votos y conjuntamos voces para sumar esfuerzos en el camino hacia un mundo libre de armas nucleares. Particularmente, frente a la realidad actual de alerta e incertidumbre latente luego del reimpulso de un rearme mundial que, sin duda, ya ha traído consigo nuevos retos que requieren redoblar las voluntades en esa lucha.