Se ha dado a conocer que la Bolsa de Valores de Nueva York (NYSE), anunciaron que están desarrollando una nueva clase de activos que cotizan en bolsa denominados Empresas de Activos Naturales, o NAC. Así, las NAC se definen como empresas sostenibles que poseen los derechos sobre los servicios de los ecosistemas producidos por tierras naturales, de trabajo o híbridas.
Y es que, a nivel mundial, se ha estimado que los activos naturales producen unos US$125 billones anuales en servicios de los ecosistemas, como el secuestro de carbono, la biodiversidad y el agua limpia. El gran rendimiento de estos servicios subraya el potencial financiero de una clase de activos que se basa totalmente en la inversión ambiental. Que se dice, ayudará a financiar el desarrollo sostenible para comunidades, empresas y países, de acuerdo con Douglas Eger, director ejecutivo de IEG (Grupo Intrinsic Exchange).
Aunque se conoce que el valor creado por los NAC aún no está completamente capturado por las métricas económicas tradicionales, y por ende hay que desarrollar un marco contable para medir el desempeño ecológico que complemente los estados financieros, pues ya con un marco contable se permitirá a los inversores valorar los servicios del ecosistema generados por los NAC.
Sin duda alguna, los marcos teóricos y las metodologías de la economía ambiental y los marcos regulatorios se están desarrollando para abordar los nuevos tópicos y necesidades urgentes para financiar las medidas ambientales que combatan el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y los escases de agua.
En el municipio de Querétaro, por ejemplo, se emplea un proceso de Certificación de “Fragmentos de Biodiversidad”, basado en un Protocolo desarrollado por la Universidad Politécnica de Santa Rosa Jauregui, y que derivado de ello, hace dos años, los ciudadanos a través de un Comité, una vez obtenido el certificado, emitieron Bonos de Biodiversidad, para el mercado local voluntario, de un Camellón que ellos protegen, cuidan y conservan, con la finalidad de obtener recursos económicos para los insumos como agua, abonos y otros que aplican a ese fragmento de biodiversidad.
Y el municipio, por su parte, basado en su activo natural del parque natural Joya La Barreta, ha emitido Bonos de Carbono para el mercado Local Voluntario, que ya una parte han sido adquiridos por empresas locales a guisa de compensación por sus emisiones de carbono.
Pero creo definitivamente que ahora vendrán los bonos hídricos, que se sustentarán en la eficiencia hídrica, captura de agua de lluvia, el tratamiento de aguas residuales y el reuso como acciones para reducir el consumo o gasto hídrico, con lo cual se verá disminuida la huella hídrica de comercios, industrias e incluso de casas habitación.
Lo interesante de todo ello, es que estos activos naturales, se basan en la valoración física y económica de los servicios ecosistémicos también llamados servicios ambientales, entre los que se encuentran: la captura de CO2, la remoción de contaminantes de la atmósfera; la infiltración de agua, escurrimientos evitados y otros más.
Hay que considerar, que en economía, un activo puede capitalizarse o también depreciarse en razón del uso de dicho activo. Y lo que hemos venido observando, de décadas atrás, es el proceso de depreciación por el mal uso que le hemos dado en la producción, extracción, transformación de los recursos naturales, que al final se convierte en agotamiento, contaminación, erosión e incluso extinción.
No obstante, de lo que se trata es de sustentar de manera técnica la movilización de recursos financieros que permitan implementar acciones para la conservación de los servicios ecosistémicos para el desarrollo, y realizar estudios que apliquen metodologías alternativas sobre la base de información primaria para espacios geográficos específicos; y diseñar instrumentos económicos que se incorporen en los planes de desarrollo de los ámbitos local, regional o nacional.
Dichos servicios ecosistémicos tratan de
1. Servicios de abastecimiento, que incluyen todos los bienes tangibles que se obtienen de los ecosistemas (agua, alimento, madera y otras materias primas).
2. Servicios de regulación, que son los beneficios indirectos que se obtienen de los procesos ecológicos de regulación, tales como la depuración de las aguas por las plantas acuáticas o la regulación climática mediante el secuestro y almacenamiento de carbono.
3. Servicios culturales, que engloban el conjunto de beneficios intangibles que se obtienen de los ecosistemas, tales como la belleza paisajística o los beneficios estéticos provistos por los paisajes.
4. Servicios de soporte o de hábitat, que comprenden los grandes procesos subyacentes a mantener el funcionamiento y la integridad de los ecosistemas, tales como los ciclos del agua, nutrientes y energía, así como los procesos de mantenimiento de la diversidad biológica en todos los niveles.
Ahora bien, por mucho tiempo no se ha tomado en cuenta el valor de tales servicios ecosistémicos, por lo cual, las políticas públicas que se elaboraron así como las decisiones tomadas, fueron erróneas y dieron lugar a una incorrecta asignación de recursos en perjuicio de la sociedad.
Bajo la anterior tesitura, habría que preguntarnos: ¿qué servicios de los ecosistemas son esenciales para la economía y la sociedad?; ¿cuánta gente puede ser afectada por los cambios en los ecosistemas?; ¿qué servicios ecosistémicos están en riesgo?; ¿cuáles son los costos económicos y sociales de la pérdida de estos servicios?; ¿qué políticas afectan al uso de recursos?; ¿cuáles son las oportunidades que surgen del uso sostenible de los recursos y de su conservación?
Hay una estrecha relación entre el capital natural y los servicios ecosistémicos, en la que el flujo de estos servicios puede brindar un soporte directo o indirecto para la subsistencia, la seguridad y la resiliencia, la salud y el bienestar comunitario. Por lo tanto, al estar los servicios ecosistémicos, generados por la dotación de activos naturales o el stock de “capital natural”, disponibles sin costo, se producirá una distribución de manera ineficiente, y dichos servicios terminan siendo sistemáticamente infravalorados, lo que conduce a su progresivo deterioro. Este problema conlleva a la propuesta de calcular el valor monetario oculto de los servicios ecosistémicos y diseñar instrumentos económicos que permitan internalizar dicho valor en los mercados, sistemas de precios, políticas públicas, instrumentos financieros, marcos regulatorios ambientales, impuestos ecológicos, subsidios gubernamentales y otros más.
Es así como el municipio de Querétaro, desde hace dos años viene pagando el servicio ambiental de polinización a los apicultores, pues con ello se favorece la biodiversidad, el ciclo de vida y la actividad productiva de la agricultura, de las cuales todos recibimos beneficios ya sean directos o indirectos.
Tomando en cuenta todo lo anterior, tendríamos dos escenarios: uno que toma la ruta financiera de los activos bursátiles y los mercados, y; otro, que se enfoca en el mecanismo de compensación. Y ambos no están contraponiéndose, por el contrario, son complementarios. Pero lo cierto es que hoy el valor de los servicios ecosistémicos es una prioridad para movilizar la inversión ambiental, que asegure la protección y conservación de los beneficios de dichos servicios ecositémicos.