La esperanza, la unidad y los colores se conectaron desde el Ángel de la Independencia con Plaza de Armas y otras 61 ciudades del país y el extranjero. A través de un mensaje Xóchitl Gálvez tomó la bandera de la oposición y de México.
En el Centro de Querétaro los corazones y la X mayúscula se replicaron en una mañana calurosa en la que el rosa, el azul, el amarillo, el verde, blanco y rojo se fundieron en un colorido bordado, como los que lleva en el pecho Xóchitl Galvez Ruiz.
Y fue precisamente al hablar de los colores, cuando Xóchitl unificó su mensaje, en una frase, que seguramente dirá y la acompañará en los próximos nueve meses, cuando espera gestar, “una nueva independencia”.
“No tengo formalmente un partido, no tengo filias ni fobias, soy políticamente daltónica, sólo veo un color, el color de México”, frase que fue respaldada por los asistentes a Plaza de Armas con gritos de ¡México! ¡México!
Al recibir la constancia de mayoría para coordinar el Frente Amplio por México, la senadora dijo que aceptaba con orgullo el honor de encabezar a la oposición, la cual dijo, hace un par de meses parecía débil y sin rumbo.
“Hoy la esperanza ha renacido; acepto con orgullo el honor de coordinar el Frente Amplio por México… En dos meses recuperamos la esperanza, podemos y vamos a ganar”.
Ciudadanía y partidos fueron tomando sus espacios en la plaza, a la sombra de los Ficus se resguardaba la sociedad civil, a la derecha los simpatizantes y militantes del PAN, en el centro, quizá ya calados por el tiempo, sin miedo al sol, llegaron los priistas portando el rojo con orgullo y más tímidamente el amarillo del PRD se mezclaba en el lado izquierdo, pero todos juntos en un mismo espacio, como el agua y el aceite.
El discurso de Xóchitl Gálvez tronaba frente a Palacio de Gobierno, en el centro de Querétaro, pero resonaba en otro palacio, el Palacio Nacional, en donde las palabras atravesaron la imponente Puerta Mariana con eco en el edificio construido en 1526, hoy morada y sede del Ejecutivo Federal.
“Quiero una nueva independencia, sin palabras de odio desde Palacio Nacional; que no se discrimine a ningún mexicano. Los vengo a convocar a una hazaña ciudadana, de un gobierno de la gente por la gente y para la gente. Quiero un México libre del miedo que provoca el crimen, un México donde ser mujer no sea una desventaja. Quiero un México libre de ataduras para quien se esfuerza y se levanta por las mañanas no sólo a hablar si no a chambear. La historia no se hace en la discordia, sino en la reconciliación”, exclamaba Xóchitl.
Utilizando como llave la fuerza de la palabra, una vez más Xóchitl Gálvez habló con claridad, al destacar el respeto, la unidad y la inclusión como combinación para abrir la puerta que hace meses se le cerró.
Inclusión, respeto, unión, esperanza y victoria fueron las cinco palabras que sirvieron para bordar su discurso, en un hilo que llegó directo hacia un público diverso en el corazón de Querétaro.
“Vamos a incluir a todos y a todas. vamos a respetar a todos los mexicanos. Respetaré a los indígenas, a las mujeres, su lucha por la igualdad es mi lucha, defenderé su vida como la mía, a sus hijos como los míos”.
Las voces daban salida a la emoción, al reclamo y la esperanza de algunos de los asistentes.
“Qué bárbara, es una iluminada”, “¡Vamos Xóchitl!”, “Unidos por México”, “Qué gran mensaje de reconciliación”, fueron algunas de las frases que se mezclaban con el discurso desde la Ciudad de México.
La originaria de Tepatepec, Hidalgo, le habló también a los indígenas; a la clase media, a las personas con discapacidad, a las madres buscadoras, a los padres con niños enfermos, a los ambientalistas defensores de la tierra, a los “ninguneados” académicos y científicos, a los migrantes, los de acá y los de más allá, a los médicos, enfermeras, a los maestros y a los soldados y marinos.
“Nuestro mensaje es claro, este Frente es Amplio, en este frente cabemos todos. Vamos a abrir la Puerta de Palacio con la verdad, con la esperanza que ya cambió de manos, México merece más. México nos necesita juntos, nos necesita unidos”.
Sin serlo oficialmente, por los tiempos legales, ya instalada en candidata, Xóchitl Gálvez ya hizo promesas.
“No vamos a engañar a la gente; les diré la verdad por dolorosa que sea, sin adornos y sin cuentos. Si algo se hizo mal lo reconoceré, si algo se hizo bien seré honesta y lo diré; si sirve lo vamos a dejar, si podría servir mejor lo vamos a mejorar y si no funciona lo vamos a quitar”.
Como ingeniera trazó una línea en donde dijo que arreglaría los problemas con soluciones, no con ideología. Como jefa advirtió que con ella no caben los huevones, los rateros y los pendejos.
Ya al final, como mexicana, evocó al Himno Nacional, con la idea de hacer “retemblar la tierra”, con la esperanza de portar el “laurel de victoria”.