Durante la gestión del presidente Adolfo López Mateos se produjeron los primeros libros de texto gratuitos, quien instruyó al entonces secretario de Educación Jaime Torres Bodet su elaboración. Don Jaime se rodeó de personalidades como Martín Luis Guzmán, José Gorostiza y otros. Aún así fueron objeto de polémica. Hoy día, en el contexto de un gobierno autocrático, ese material didáctico ha caído en manos de un filólogo graduado de la Universidad Complutense de Madrid, sinodal de Beatriz Gutiérrez Müller, esposa del mandamás. A pesar de que el material se mantuvo escondido, se filtró la información de su contenido de tal suerte que la Unión de Padres de Familia interpuso un amparo y obtuvo la suspensión definitiva para evitar su distribución. Al par de ese rechazo, la CNT (coordinadora de trabajadores de la educación) los repudió. Lo mismo hicieron los gobiernos de Jalisco y Coahuila, mientras que el gobierno de Chihuahua fue más radical: interpuso una controversia constitucional. Y es que el material es de tal suerte deficiente y tendencioso que mereció el rechazo, no tanto por las erratas sino por los errores históricos como aquel que fecha el nacimiento de Don Benito Juárez el 18 de marzo y no el 21.
Los visos de adoctrinamiento son evidentes: las matemáticas ocupan un lugar intrascendente y en cambio confieren importancia al fraude electoral del que fue supuestamente víctima López sin nada probar. Indignado López, arguye que los libros fueron producidos por expertos: un telefonista de atención a clientes, un especialista en viveros, coordinados todos por un funcionario de gobierno de Venezuela de nombre Sady Arturo Loaiza Escalona. Pobres niños y adolescentes mexicanos que en vez de aprender a leer, escribir y pensar, tienen que tragarse todo ese cúmulo de trocitos de la ideología del poder. Genial la recomendación de la no primera dama, que bien hizo en enviar a su hijo a estudiar a Londres, evitándole la pena de ingerir todo ese veneno que ahora tendrán que consumir los niños de las escuelas públicas. Vano será el grito de “con los niños no”. Sin duda este agravio a la niñez es el más lacerante de toda la violación ocurrida en este sexenio. Y concluyo con el título de esta columna: basura y nada más.