Julio Hernández García
Comienzo con una breve historia:
Un buen día, Dios se hizo presente en la sala de urgencias de un hospital. Enseguida, vio ingresar a un hombre que acababa de sobrevivir a un aparatoso accidente de tránsito, gritaba y gemía, pues había sufrido múltiples lesiones.
—Traumatismo de cráneo, fracturas costales y del fémur derecho- dijo el médico, señalando la radiografía que le acababan de tomar.
Pero, Dios se apiadó de aquel pobre adolorido, y en ese momento decidió hacer un milagro. En un instante, cesaron los quejidos, el hombre recuperó fuerza, se levantó y, caminó hacia la salida como si nada hubiera ocurrido. Antes de irse, lo rodearon sus familiares; sorprendidos de verlo sin un solo rasguño, preguntaron: —¿Cómo te fue?, ¿Qué es lo que te hicieron?
—Ni siquiera me dieron una pastilla… ¡este hospital no sirve para nada! —decepcionado, avanzó y azotó la puerta.
Parece cómico, pero la falta de gratitud, y juicios negativos hacia el sistema de salud suceden frecuentemente. Por lo que les comparto la manera en que particularmente visualizo a los servicios de salud, sean públicos o privados:
Comparo a su organización compleja con la de un hormiguero donde todos están encaminados a la labor de mejorar o recuperar al paciente. Tan importante es el director que maneja y coordina el establecimiento, como el intendente que se encarga de mantener limpia y descontaminada el área donde médicos y enfermeras realizan procedimientos a los enfermos. La nutrición de los pacientes resulta fundamental para alcanzar su pronta recuperación; sin dejar de mencionar, el apoyo del personal de salud mental y de rehabilitación física, que también contribuyen a obtener excelentes resultados. Contar con los insumos mínimos para la atención del paciente es una responsabilidad del administrador, así como distribuirlos en los diferentes espacios donde se necesiten. Con todo este gran equipo de profesionales, el éxito está casi asegurado. También, es muy importante que todos den un servicio con calidad y calidez, y que además, reciban una constante actualización en los avances científicos y tecnológicos.
Resultaría deseable que cada servicio de salud fuese sometido a escrutinio por parte de una organización externa, que constantemente evalúe y capacite a todos los involucrados en la atención de pacientes, como puede ser el Colegio de Innovación y Gestión en Salud (CIGES), el cual se encarga de supervisar que las normas sanitarias se apliquen de manera óptima para que el paciente sea atendido en sus requerimientos.
Bajo las anteriores condiciones, se pueden brindar las mejores oportunidades a los pacientes para que logren reintegrarse a sus actividades cotidianas. Sin embargo, es posible que, a pesar de haberse brindado la mejor atención, el paciente perciba un resultado negativo.
Por último, no hay que olvidar que una parte esencial del delicado equilibrio entre estar sanos o enfermos, es la vitalidad que radica en cada uno de nosotros; la cual, involucra al estado físico, mental-emocional, social, familiar y espiritual.
Dr. Julio Hernández García.
Colegio de Innovación y Gestión en Salud.