Gilberto Guevara Niebla cuya presentación del libro “La regresión educativa” reseñé en la columna anterior, también abre el conjunto de ensayos bajo el título “El populismo en educación”. Para darle contexto nos dice, refiriéndose a López Obrador que “el autócrata reparte recursos, concede facultades e impone reglas”. Y hace un recuento de las reformas que en tal materia ha registrado. La primera en 1992 que trata el acuerdo para la Modernización de la educación: la descentralización de los servicios educativos, la participación social de los planes de estudio de la educación básica, la creación de la carrera magisterial…; la segunda en 2008 con la firma de la Alianza por la calidad de la educación entre la SEP y el Sindicato (SNTE) que por desgracia fomentó la compra y venta de plazas docentes; finalmente la tercera en 2013 recupera la rectoría única del Estado y crea un sistema de ingreso y promoción de los docentes. Se creó también un sistema de evaluación del magisterio al que se opuso la CNTE (Coordinación Nacional de Trabajadores de la Educación) que lideraba Elba Esther Gordillo.
En 2018, el triunfo de López Obrador significó el olvido de todas las reformas. López es un político con una visión antimoderna; eliminó el organismo autónomo encargado de evaluar las acciones educativas del gobierno federal. Pero al menos dispuso que la SEP tomará el control de las plazas evitando así la compraventa. La verdad es que AMLO no posee una concepción completa y coherente de la educación y la cultura: rechazó los términos ‘calidad y evaluación’ por ser ‘neoliberales’: Creyó impulsar la Nueva Escuela Mexicana.
Su mundo es el mundo del sentido común cargado con la malicia del político ambicioso y experimentado. Su esquema retórico básico es defender al pueblo –que es puro e inocente– de las garras de las élites neoliberales– que son fuerzas perversas, gente corrupta–; pero su política, a pesar de su moralina, no es idealista. No. Su política se basa en un crudo pragmatismo político. Todo se trata, a fin de cuentas, de reunir poder en su persona. Él no se hace bolas con teorías, informes, diagnósticos o evaluaciones. De inicio no alcanza a ver la evidencia abrumadora de que el sistema educativo mexicano ha venido declinando en las últimas décadas bajo la influencia de cinco circunstancias: 1) el gran crecimiento de la matrícula, 2) la creciente complejidad orgánica, 3) la división en dos redes escolares antinómicas: la pública y la privada, 4) la declinación global de los aprendizajes, 5) la desatención a las dimensiones moral y emocional del desarrollo humano.