Querétaro, jardín Zenea 1903.
El movimiento comercial es importante, los negocios fructifican, el dinero corre de ida y vuelta, se construyen nuevas alianzas, se vigila caminar por el lado correcto. Los días de mayor venta en los comercios son los domingos – cuando todas las rancherías vienen a mercar su semana – entre semana el intercambio radica en un comercio por pedido, una familia solicita algo para la semana que entra así que se tienen los días de entrega – miércoles y jueves– el día de pago que son los lunes principalmente, los días restantes se espera al cliente que se asoma, aquel que está definiendo aún que comprar para un regalo a su esposa, hijos o amigos, la variedad es inacabable.
Los grandes comercios como La Concordia de nuestro amigo Don Desiderio Reséndiz es la que más personas tiene a su alrededor ¡Siempre hay gente! Aquellos que solo preguntan, los compradores verdaderos, papás ansiosos de recibir el caballito para el hijo o el escuadrón completo de soldaditos de plomo – que por cierto en variedad los hay, desde una marca inglesa, hasta hermosas piezas de los soldados norteamericanos de la guerra de secesión ¡Toda la unidad! – La fama no es en vano, acreditado como el mejor comercio de la pequeña ciudad de violáceos atardeceres y verdes frescores lo demuestra en sus voluminosos pedidos, aumentadas ganancias y grandes promociones.
Ocurre que Don Desiderio ha contratado a un famoso artista gráfico – de esos que hacen carteles y promocionales– un joven avecindado del cercano pueblo de San Miguel el Grande, quien ha demostrado sus habilidades visuales con impacto tal que pareciera sus carteles son llevados a cabo por la mejor casa de imprenta, pero que ha de saberse que en tamaño solo es posible hacer un cartel a simple caja de cuatro, no más de veinte centímetros por altura, así que al observar un cartel de setenta centímetros por cincuenta ¡El espectador se queda boquiabierto ante tal hermosura y tamaño!
Cabe resaltar que los carteles muestran el producto que Don Desiderio desea se venda más, en copia fiel que parece que solo por el gran tamaño se nota no es real, él lo coloca en un ventanal que da a la calle frente al gran jardín Zenea y lo deja a la vista de toda la gente que se arremolina por observar tal impacto visual ¡Nunca visto en estos comercios! Aprovecha la ocasión Don Desiderio para que una hermosa chica con vestido a las rodillas – un verdadero escándalo– pase pequeños panfletos para que quien se asome al menos se lleve una imagen del producto y la oferta del mes.
¡Todo un éxito esta estrategia!
Ocurre que La Concordia traerá una prestigiada agua de lavanda a esta ciudad de verdes frescores ¡El aroma más famoso de París por fin ha llegado a la ciudad! – o al menos así describe el esquilo publicitario– así que Don Desiderio ha provisto de todo lo necesario para esta ocasión, le ha mandado hacer al joven Pedro Galas que se esmere en un cartel que le vuele la cabeza a toda la ciudad, que sea atrevido y lleno de impacto ¡Que venda! El joven artista amante de las mujeres y el vino –del cual a cuenta de salario el propio Don Desiderio le facilita por aquello “del ser artista” – se ha dado a la tarea de hacer su Opus y en ello ya lleva varias semanas trabajando en su pequeño taller que le rentó el comerciante cercano al gran almacén.
–¡Una sola cosa le pido Don Desiderio– le dijo el joven bardo mientras da vuelta en su copa a los guindas éteres ajerezados– Cuando esté pegado en el gran ventanal de su negocio ¡Prométame que Usted jamás lo verá hasta que se termine la promoción y recoja sus ventas! ¿Me da su palabra?
El comerciante de finos bigotes se estremeció.
–¡Eso nunca ha pasado! Todo lo tengo que revisar escrupulosamente ¡Sépase mi joven artista que lo tendré que observar! Así ha funcionado y siempre seguirá.
–Entonces no lo haré ¡La esencia del artista es la sorpresa! – mientras camina entre sus caballetes y mesas con pinceles– Lo intempestivo del impacto, el observador cuenta con la fortuna de la sorpresa ¡Diosa de Eros y Atenea! Le prometo que con lo que verán sus clientes ¡Usted quedará más que contento con los borbotones de dinero que le haré ganar! Es una promesa del artista que mira y viste.
La nuca de Don Desiderio comienza a sudar, se limpia con su pequeño pañuelo con sus iniciales bordados celestes suaves y dorados tenues – ¡Me arriesgaré! Si me cumples la promesa de que las ventas suban con tu cartel, de otra manera te regresaré por donde viniste ¡Con una patada en el trasero y una deuda de por vida!
–¡Promesa de artista mi señor!
El comerciante tomó hacia su tienda pensando en lo que tendrá que pedir de más producto por lo que este joven artista le cumpla, de inicio pensó en solo vender unas cincuenta piezas, pero ante la arremetida de esta promesa deberá por lo menos de hacerse de un ciento más, reflexionaba a su caminar: – ¡No verlo! Por Dios que pasará si me arriesgo a que a nadie le guste… ¡La promesa está hecha! – continuó con su paso mientras que todos aquellos que le conocen le saludan, lo abrazan y le desean lo mejor, impidiendo que simples tres calles no logre llegar a su destino.
El taller del joven artista Pedro Galas recuerda en mucho los lúgubres repositorios de los correteados y castigados impresionistas como Monet y Boudin – el joven había visto su obra en los pasadizos escondidos de la torre Eiffel que le habían llenado sus instintos creativos ante la belleza de lo común convertido en poesía visual – caballetes por todos lados con piezas artísticas en proceso ¡Hermosas obras de fino detalle en una realidad exagerada! En la pared bocetos de desnudos explícitos de mujeres a las cuales ha retratado por toda la región, desde las propias calles de las opulentas damas porfiristas, mujeres que venden sus cuerpos por una monedas o jóvenes gráciles de adineradas familias que ante el pretexto de “lo artístico” dan rienda suelta a su erotismo y banalidad, siendo el joven artista beneficiario de múltiples mecenas de la vida política de varios lugares – padres de las jóvenes que por pena o seguridad, no se sabe, han tratado de dejar a resguardo las hermosas obras– .
¿Cómo llegó a estas tierras semejante artista? Fue traído por el propio gobernador Francisco González de Cosío para su autorretrato que luce su sala de recepciones.
El artista se esmeró en esta ocasión como nadie ¡Bocetos a cientos les cuenta! Mujeres se presentan para servir de modelos ante la finura y elegancia de su porte ¡Ojos negros en sedosas canelas! Doncellas serranas; pieles lácteas con olivos fulgores en su mirada se apenan en delicada desnudez ante el incesante e hipnótico creador, quien las dibuja de inmediato ¡Sin descanso alguno! Evitando así el arrepentimiento; frágiles texturas apiñonadas de escultural contra fondo dan vida a las poses clásicas donde las manos son especialmente cuidadas para parecer las hijas del Nereo, extraídas de las garras del Poseidón.
¡Por fin llegó el día que Don Desiderio había esperado! La colocación del cartel del artista en su tienda, la fina promesa de no observarle bajo ninguna circunstancia ¡A verdad que no vendería su perfume parisino de faltar! Todo lo previó.
En el argot de una tienda del tamaño de La Concordia y por las ganancias que deja, se utilizan una serie de trucos que aprendió de grandes maestros del comercio – aquellos que mercaban después del sitio y que ofrecían productos a mansalva– por ejemplo: el día de comienzo de ventas se “alquilan clientes” personas que no van a comprar pero que todo el día están preguntado delante de posibles clientes ¿Cuáles son las bondades del producto? –fuera de lo que sea– tratan de hacerse de varios, con eso las personas verdaderamente interesadas sienten el impulso de hacerlo y se llevan varias de ellas.
¡Este truco le ha funcionado de las mil maravillas! No será ocasión de dejarlo de hacer.
Otra manera que tiene Don Desiderio de dejar a su competencia fuera del camino es “recomendar” el producto como nadie: “Es lo mejor” “Nadie lo tiene” “…te hace ver más joven” con frases que invita a las vendedoras a decirlas para que quien escuche sepa que se lleva una “poción mágica” como nunca antes se había sentido.
¡Todo está listo! El joven artista llegó con tres carteles para colocar en todos y cada uno de los ventanales –al comerciante le pareció un abuso tantos porque tendrá que quitar otros productos de las dos ventanas extras que dan al jardín además de que al no mirar los carteles hasta que se terminen todos y cada uno de los perfumes será lo que le quite la curiosidad ¡Pero promesa es promesa y la va a cumplir! – así que accedió sin dejar de mirar los grandes cartelones que apenas logra sostener el artista.
La casona que ocupa La Concordia es un edificio clásico de principios del siglo XIX que se construyó delante de la gran muralla que rodeaba a todo el conjunto franciscano antes que lo destruyeran el ejército Norte mientras cañoneaba el sitio, allá por 1867, donde hizo estragos completos en todo el conjunto conventual. Entre la puerta principal de lo que ocupa la gran tienda departamental y la muralla de los franciscanos corría un caudal del río principal – que había desviado Fernando de Tapia pero que cada época de lluvia regresa a reclamar sus lares– con esto la tienda resguardaba constantemente ante el arrecio de las lluvias de mayo un desnivel de piso que evita la mercancía se dañe. La fachada de la tienda tiene un gran portón de hermosa talla galardonado por dos ventanas a su izquierda y una a la derecha, el jardín Zenea queda de frente – donde estuvieron las murallas y huerta del conjunto franciscano– las familias queretanas tienen a tradición sacar sus sillas de bejuco a la plaza para observar el violáceo atardecer con la brisa fresca, tomar algunos helados del Pavo Real de la familia Olguín Rico o algunos buñuelos fritos en manteca de cerdo con mieles de fruta de temporada, se puede mencionar que la mayoría de las familias queretanas hacen este rito cada día, la excepción es el domingo que la banda del ayuntamiento hace sonar sus vientos con tambores al ritmo de valses europeos y una que otra canción del dominio público.
Las jóvenes casaderas al ritmo de la música caminan hacia un lado y en sentido contrario a ellas los jóvenes mancebos caminan con una rosa para acercarla a las manos de la afortunada, si ella la toma dan otra vuelta, le avisa a su madre quien vigila, que un pretendiente le dio una rosa, si le autoriza ella regresa y le da la mano, pero si no ¡Vuelve a dar una vuelta! Pero ya sin la flor en su mano señal de no ser correspondido – poemas encarnados de llanto se han escrito por esta osadía ¡Don Desiderio escogió precisamente el domingo para lanzar su producto! –por cierto, nada barato– así que al filo de las tres de la tarde dio comienzo la colocación de los carteles, pero antes, Doña Mariquita había puesto unas cortinas en los ventanales para que los observadores no vieran – causando expectación– acompañado de un gran letrero que rezaba:
“¡Un gran producto llegó de Europa!” a las tres de la tarde lo sabrán…
Las jóvenes que ya habían terminado de manera expedita su postre – por la razón de estar enfrente de la cortina y ser las primeras en saber– hacen barullo delante de la tienda, Don Desiderio habrá contado unas seis docenas de muchachas casaderas que se codean y empujan para quedar delante de alguna de los tres ventanales, las mira desde la entrada. Los carteles han sido colocados por el joven artista Galas con un cuidado como si fueran su apoteósica obra en alguna galería parisina.
¡Sonaron las campanadas de San Francisco dando las tres de la tarde! Cayeron las cortinas ¡El asombro por primera vez tuvo sonido de exclamación! No dejan de mirar los carteles, cada segundo que pasa Don Desiderio observa los rostros de las jóvenes espectadoras que va desde la duda, asombro ¡Hacen de lado su cabeza para mirar mejor! Se toman sus bocas con las dos manos como si desearan llorar… ¡Todas ellas corren hacia la puerta! Ingresan a la tienda en un arrebato jamás visto por el comerciante ¡Las ciento cincuenta unidades se vendieron en solo una tarde! Es una locura. El almacén completo pronto se vio atiborrado de señoras que desean comprar el perfume a sus otras hijas, sobrinas, amigas, hijas de vecinas ¡La gente se había vuelto loca! Pero ya el perfume se agotó, de inmediato Don Desiderio tomó unos pedazos de papel e hizo vales con la promesa de puño y letra de que si lo pagaban en ese momento el perfume ¡Respetaría el precio! Pero si no, corrían el riesgo de que subiría de precio –¡Cosas del producto ya saben! – alegaba. ¡Unas trescientas unidades vendió en vales! Al terminar la locura del día Don Desiderio y el joven artista Galas fueron a observar los carteles.
–¡Cumplí mi promesa de no verlos joven artista! Es hora de observar tu obra.
Don Desiderio fue a la primera ventana ¡Quedó pasmado de lo que vio! El primer cartel es una hermosa joven serrana de carnosos pechos con una hermosa piel canela cubierta de finos lienzos – ¡Aquello parecía que iba a hablar de la perfección! – lo mismo pasó con el segundo y siguiente cartel, bellas mujeres como si fueran diosas griegas plasmadas en un realismo que no se había visto nunca, le acompaña una frase que a Don Desiderio le dejó impactado:
“Así te verá tu pretendiente si usas este perfume”
Continuará…