Rubén Cortés
Este México, que impulsa el trapiche del caballo y la quema de carbón, no entra en la idea estadounidense de la integración de la ciencia, la tecnología, las bases industriales y las cadenas de suministro relacionadas con la seguridad y la defensa de la democracia.
El Subcomité de Asignaciones de Defensa aprobó un proyecto de ley para que México deje de ser el único país del continente, junto con Canadá, que forma parte del Comando Norte. Esto sacaría a México del paraguas de defensa aeroespacial.
México está fuera del orden mundial que delinea Estados Unidos para los próximos 50 años, en el cual prioriza a Australia, en el Pacífico; y Reino Unido, en Europa, países con los que comparte idioma, historia, valores e intereses estratégicos, geopolíticos.
Es un mensaje político de enfriamiento de la cooperación bilateral: ya la súperpotencia no valora a México como un aliado estratégico, sino como un vecino más: lo manda al Comando Sur, con vecinos distantes, como Brasil, Guatemala, Chile y Colombia.
Falta por ver si el actual presidente de México es el único del mundo en contentar a Dios y en contentar al diablo: mantenerse enchufado a la economía de Estados Unidos, pero a la vez enchufarse al bloque político ruso.
Al convertirse en su policía migratorio, el presidente hasta ahora consiguió que Estados Unidos mastique, aunque no lo trague, su abrazo al bloque ruso. Porque Trump tuvo razón el 31 de agosto de 2016, cuando advirtió: No lo sabe, pero México pagará el muro.
Pero en asuntos de geopolítica global, Estados Unidos ha arrumbado a México como un vecino poco confiable para temas estratégicos globales. Cada vez más, de aquí sólo le interesan los aguacates y la cerveza. Ya no hace inversión directa de antes de 2018
El mayor interés en México, hoy en Estados Unidos, es que le mantenga custodiada su frontera sur y, a cambio, se desentiende si regala dinero a países fracasados, y sus fuerzas internas se doblan ante el presidente que eligieron en 2018.
Además, México es el país del mundo con más espías rusos autorizados por el gobierno, con 85: antes de la invasión a Ucrania había 49, que ya eran muchísimos; después de la invasión fueron acreditados 36 más, con visto bueno de Palacio Nacional.
En contraste, el presidente de México reformó al vapor la Ley de Seguridad Nacional para que los espías de la DEA que vienen a vigilar a los cárteles de la droga, firmen un libro haciendo saber que son espías, y digan qué y a quiénes espían, y lo que encuentran.
Ese México no entra en la estrategia global estadounidense para enfrentar los desafíos del siglo XXI.
Porque escogió el bloque ruso.