Sin duda alguna el mes de Julio suele ser el mes más caluroso del planeta, pero las temperaturas ya están por las nubes debido a la combinación de El Niño —un fenómeno climático natural en el océano Pacífico— y la crisis climática provocada por el hombre, que está elevando las temperaturas globales de forma constante. Los registros de temperatura más que números, suponen una pérdida de vidas y medios de subsistencia para muchas personas y la biodiversidad.
En México, se considera la cuarta ola de calor (es un periodo prolongado de tiempo extremadamente caluroso que ocurre de día o de noche y que empieza y termina de forma abrupta, con una duración de por lo menos dos o tres días) en la cual se ha registrado altas temperaturas superiores a los 45 grados Celsius, según el Servicio Meteorológico Nacional. Y se estima que los principales estados afectados serán Sonora, Sinaloa, Coahuila, Tamaulipas, Nuevo León, San Luis Potosí, Michoacán, Guerrero, Tabasco, Veracruz y Yucatán. Pero para Querétaro, éste estará dentro del rango de temperaturas máximas de 30 a 35 °C, al igual que Michoacán, Guerrero, Oaxaca, Chiapas, Zacatecas, Aguascalientes, Guanajuato, , Hidalgo, Morelos y Puebla.
Ahora bien, las olas de calor tienen impactos ambientales y afectan la superficie terrestre y los Océanos. Estas causan mortalidad de plantas, animales y peces, lo que puede generar una reducción actual y futura de la cantidad y disponibilidad de alimentos.
Ahora contamos con una montaña de investigaciones científicas que demuestran que el cambio climático está volviendo las olas de calor más largas, cálidas, probables y peligrosas, incrementando todo tipo de fenómenos climatológicos extremos.
En dichos estudios se descubrió que, de media, más de una de cada tres muertes por calor pueden atribuirse al cambio climático. Pero en algunos países sudamericanos, en Kuwait, Irán y en partes del Sudeste Asiático, se ha documentado que el número de víctimas es mucho mayor; y hasta el 77 por ciento en Ecuador o el 61 por ciento en Filipinas. La disparidad no solo surge porque estos lugares sean particularmente calurosos, sino porque suele haber menos acceso al aire acondicionado, a viviendas bien construidas que mejoren la distribución del calor y otros factores que pueden reducir la vulnerabilidad de las personas al calor. Los patrones de vulnerabilidad que descubrieron en los estudios revelan una profunda desigualdad.
Asimismo, es común que durante los meses de junio y julio, cuando aumentan las temperaturas en México también aumente la demanda de energía, principalmente por uso de ventiladores en los hogares, el aire acondicionado en hoteles y sistemas de refrigeración.
Y dado que la ola de calor que se ha extendido por más de tres semanas, ha provocado que la demanda energética sobrepase la capacidad de la red de transmisión, lo que ha generado apagones de hasta 24 horas en el país.
Sin embargo, la demanda de energía ha sido superior a la registrada el año pasado (9%, más según los datos del CENACE), por lo que se han reportado apagones y cortes de luz en el norte, sur y occidente del país.
Y en ciudades como Manzanillo, Querétaro, Nuevo Laredo, Monterrey, Mérida, Veracruz, Cancún, Cozumel, Chiapas, Mexicali, e incluso en la Ciudad de México, registraron entre 12 y 24 horas sin energía eléctrica. Esta falta de servicio ha afectado no sólo a las viviendas, sino a negocios, empresas y sectores como el turístico.
Y a pesar de que varios estudios señalan que, en Querétaro, mayo es el mes más cálido con una Temperatura máxima promedio de 29.8°C, este año, contradice tal aseveración, pues en junio y lo que va de julio, las temperaturas han superado los 30°C. (Querétaro alcanzó los 38 grados centígrados en la última semana de junio del 2023).
Visto en su conjunto, las altas temperaturas asociadas tanto al fenómeno de El Niño como al cambio climático muestran externalidades negativas variadas, desde la salud, como en la producción primaria de alimentos y en sector energético, el consumo de agua, los incendios, mayor combustión fósil, impactos económicos, riesgos hidrometereológicos y también conflictos sociales.
Y algunos investigadores afirman que lo que hoy se presenta como anomalía (temperatura), en el futuro será lo normal. Lo cierto es que se incrementa la incertidumbre y aumentan los riesgos.
La predicción científica es que, en menos de un siglo, la Tierra ya no será el lugar acogedor y ‘casi’ equilibrado que conocemos. Se prevé que la salud humana se vea afectada de diferente manera. Las zoonosis pueden multiplicarse a medida que desaparezcan los hábitats naturales y los animales se vean forzados a vivir cada vez más cerca del ser humano. Todas las enfermedades que pueden relacionarse directa o indirectamente con los cambios de clima se verán acrecentadas y multiplicadas y su incidencia poblacional aumentará.
Por otra parte, los rendimientos de los cultivos se reducirán de manera drástica a causa de la sequía, la calidad del aire, de los suelos degradados y el agua contaminada. Y las condiciones de vida de las poblaciones más vulnerables empeorarán gradual pero continuadamente, en especial en las zonas más áridas y en las costas inundables.
Los ecosistemas tanto acuáticos como terrestres continuarán siendo castigados por el cambio climático y; la competencia por el alimento y por el agua se volverá cada vez más feroz, por lo que poblaciones entraran en conflictos a causa del hambre y la sed.
¡Aún nos falta mucho por ver en el futuro inmediato.!