Textilería La Purísima, 14 de febrero de 1903.
La entrada a la gran construcción que se encuentra en las faldas del cerro camino a la ciudad de México rebosa de verdores en copas altas, los trinares de los pájaros dan la bienvenida al visitante, un arrebolado paisaje da cuenta de una antigua postal europea de esas que confunden al observador. Los vigilantes que custodian la fábrica de Don Carlos María Cayetano Rubio – hijo del insigne industrial que trajo a esta ciudad beneficios de todo tipo, en especial la compra de mano de obra barata maquillando una esclavitud prohibida- están armados con fusiles de repetición Mississippi de 1841 con la capacidad especial por si alguien desea escapar lograr un disparo a distancia, su trato osco recuerda a los militares del castillo de Chapultepec, lugar donde Don Desiderio hace frecuentes visitas.
Al ingresar por la parte lateral de La Purísima observa Don Desiderio hasta el fondo una serie de pequeñas celdas con andrajos colgados y algunos niños que juegan entre el lodo y los tintes de textiles, le pareció de primera mano una postal poco vista al observar los grandes y elegantes carruajes que rodean la construcción de monumentales muros y acabados exquisitos clásicos, además de que observa la piel manchada de algunos trabajadores que caminan en fila india hacia el comedor, los pies desgastados sin calzado, su ropa de andrajos la mirada perdida dan cuenta de que las condiciones de trabajo no les brinda ningún descanso.
¡Un fétido olor penetrante da náusea al visitante!
Al caminar entre el patio principal y el primer salón de recepciones logra mirar Don Desiderio algunas mujeres en las mismas condiciones que quiénes caminan hacia el comedor, con la salvedad que no pertenecen en mucho a los lugareños de por aquí, inclusive logra observar los colguijes de esclavos con un número y una pequeña imagen de la fachada de La Purísima ¡En Querétaro esto está prohibido desde hace un par de décadas!
Molesto, con un desagradable sabor de boca es recibido Don Desiderio por una cuadrilla de pistoleros y con un extraño acento norteño. Le hacen bajar unos escalones e ingresa a la oficina de Don Carlos María Cayetano quien limpia uno de los rifles de fina manufactura, al observarlo le indica con la mirada que se siente en lo que escucha algunas de las cifras de la producción de este mes, quien su tenedor de libros le hace el informe y le indica de algunas compras, una vez terminó se sentó y puso entre Don Desiderio y él su rifle recién pulido sobre el escritorio, haciendo del parqué un movimiento, cargando el compartimento cortando cartucho.
¡Don Desiderio se limpiaba el sudor de su nuca! Nunca le han gustado las armas.
-Bienvenido Don Desiderio ¡Dichosas las almas que coinciden para su presencia! Si no es porque mis hombres llevaron de viva presencia mi invitación no me hace la faena de venir a visitarnos ¿Qué tal la entrada a mi espacio? ¿Le gustó? – le refería mientras prendía un tabaco de acaneladas vetas – me ha costado mucho dinero el hacer que tantos árboles crezcan y se mantengan vivos en estas tierras tan difíciles de lograr.
Don Desiderio se rasca su nuca y se arregla la pajarera de su camisa, mientras logra observar alguna de las salidas que custodian los cuatreros de Don Carlos María, quienes no le dejan de mirar.
-Me complace mucho este camino que lo ha dejado lleno de frescos verdores y profundas cañadas, inclusive si le da más para adentro logra ver el río que ruge a borbotones ¡Le felicito!
-Mire amigo no me voy a andar con rodeos -mientras echaba su cuerpo hacia adelante postrando su mano en el rifle mientras lo acaricia con su pequeño trapo blanco de apenas unos tres dedos de ancho- sabe de buenas fuentes que quiero estar en esto de lo que llaman la Cámara de Comercio, yo hago negocios con las telas, hilos y manufactura de ropa ¡Tengo llena la cadena de producción! Y pues ya preguntando me han dicho que estar dentro de la Cámara me trae mejores clientes de aquí de la región y de los gringos ¿Estoy en lo cierto? Y para que vea que no me ando con rodeos le ofrezco la suntuosa cantidad de doscientos mil pesos, un terreno para que construya el edifico y todo el personal que requiera ¡Es más! Aquí mi buen apache – el más alto de sus cuatreros- les servirá de cuidador personal ¡De día y de noche! ¿Cómo ve? Cumplo con el requisito a cabalidad.
Don Desiderio volteaba los ojos hacia arriba tratando de buscar una luz celestial -¡Por Dios!- rezaba mientras se limpiaba el sudor de la nuca.
-Mire mi estimado Don Carlos María, en mucho aprecio el favor de su generosidad y atención a este proyecto, y pues a ciencia cierta no estamos reclutando…
– ¿Entonces no estoy invitado? Eso suena a que me hace a un lado ¡A mi el promotor de que toda esta pinche región florezca desde la llegada de mi padre y sus negocios! Hemos dado mucho a esta ciudad y no estar en esta cámara de comercio me borra de la historia ¡De facto!
-No mi señor no me he dado a explicar bien -mientras ya su problema intestinal le cobra factura de los nervios- mire, este es un proyecto de encargo… – respira- en donde he sido solo instruido por el secretario Limantour de gobernación de presidencia para erigirla ¡Solo eso! No decido quien o quienes la integrarán.
Se levantó de su asiento el textilero y al dar media vuelta tomó dos copas de fino cristal manufacturado, sirvió un aromático brandy de fuertes tonos buqué que llegó hasta el paladar de Don Desiderio, luego finamente puso la copa delante del invitado, con una pequeña servilleta bordada por debajo para no manchar el fino cedro.
-Mire amigo, mis pláticas con Don Francisco González de Cosío ¡Excelentísimo gobernador! Me ha dicho lo contrario y sabe, que me hizo a bien informar que la construcción completa, los negocios que la constituyen, vocales, testigos y beneficiarios los escogerá usted y solamente su fina persona- hizo aun trago profundo y de un solo sorbo se terminó la copa, luego se limpió los bigotes y le dijo al invitado – ¡Me está excluyendo mi señor! – alzando la voz.
Don Desiderio solo mira en hacerse hacia atrás en el fino sillón y escucha sabiendo que de ahí las cosas posiblemente se saldrían de control ¡Hombres armados y el industrial ya rojo de enfurecido! Esto terminaría mal – ¡Dios como se me ocurrió venir! – pensaba.
-Mire mi señor – aun salivando de molesto y con voz de trueno- ¡Le exijo una explicación de mi situación! Yo hice la historia de este lugar, llevé la modernidad y el desarrollo a las extintas plazas, construí fuentes, hospitales y un teatro que se digna de presentar las mejores galas y usted ¡Pinche mercader de mierda! Limita mis intenciones ¡Abrase visto tal desfachatez! – volteó a ver a sus hombres y en tono recto le dijo – La oferta expira para el próximo lunes mi señor ¡De lo contrario se atendrá a las consecuencias! ¿Me escuchó?
-Mire señor ¡Sépase que ni a mi amada Mariquita he permitido que se me alce la voz en tono de tratar de entendernos! – mientras con su dedo levantado trata de menguar la situación, tomó valor y continuó- cierto es que su negocio ha dado mucho a esta región, pero yo solamente estoy siguiendo instrucciones de nuestro señor presidente Don Porfirio Díaz y es verdad que se me ha encomendado la labor de erigir una cámara de comercio ¡Pero no se me permitió desde la primera indicación hacer que industriales la conformen! Debido a que ustedes construyen el producto y nosotros solo comercializamos, usted mi señor debería de aprovechar la ocasión y hacer una cámara de industriales o textileros ¡Usted no comercializa solo fabrica! Y en lo de “pinche mercader de mierda” le informo que mi familia lleva años recaudando ganancias que su persona no lograría entender gracias a que comercializo productos de Europa, Norteamérica y de aquí mismo ¡Lo cual me hace un digno representante del comercio local! Su señora esposa es una de mis mejores clientas o acaso dígame ¿A quedado insatisfecha de algún producto?
La cuadrilla de rufianes se ha quedado pasmada de la forma en que le contestó el comerciante ¡Por mucho menos que esto han visto como de un certero plomazo ha partido en dos el cuerpo de varios! Atentos esperan la orden, Don Carlos María Cayetano se dio la vuelta lento y volvió a servirse su copa, Don Desiderio con el Jesús en la boca trata de hacerse de algo para defenderse y estar presto a que en cualquier momento le pueden meter un plomo, le es inútil está en la cueva del lobo.
-Siéntese amigo -ya más calmado el industrial- una disculpa -los cuatreros no salen del asombro- ¡Le pido me perdone mi estimado! ¿Qué tono de anfitrión soy que lo dejo en espanto? Nuevamente una disculpa, mire amigo Don Desiderio en nada vale todo lo que poseo, hizo mi padre o dejemos de hacer si no trascendemos, si no hacemos algo más que simplemente estar vivos – lo decía mientras guardaba su rifle y lo colocaba a un lado- llevo muchos años desde niño tratando de saber que hacer ¡Estar en la cámara de comercio es tal vez lo que busco! No sin interés más que estar junto a ustedes ¡Solo eso!
-Mi estimado es que también usted el modo que tiene tan atrabancado, pues pesa mucho y uno que no está acostumbrado ¡Impone su voluntad! Yo creo que debe conciliar en la medida que su carácter le ayude -tragando saliva- pues creo que de mejor manera lograra usted mayores resultados. En lo de estar en la cámara pues yo no puedo hacer de mucha ayuda, pero le prometo que lo voy a platicar con quien considere mejor, quien me encargó esta encomienda. Si me da permiso mi señor de hacerle un comentario.
-Adelante amigo ¡Con el modo que tiene usted me invita a escucharle!
-Se dice muchas cosas amigo Carlos María de sus textileras, que las condiciones de sus trabajadores pues son más de esclavitud que de trabajo, que son jornadas de casi todo el día y que viven acinados debajo de las propias máquinas y pues esos dichos llegan hasta el oído de Don Porfirio Díaz ¡Que cierto algunas cosas no le son de interés por el bien del progreso! Pero no le gusta lo que se dice de sus negocios y pues usted me comprenderá ¡Si el propio presidente Díaz lo dice! Es porque ha de ser verdad ¿Qué no?
El industrial miró a sus hombres y en un gesto les indicó que se salieran, al abrir las puertas invitó a Don Desiderio a seguirle, comenzó a mostrarle La Purísima. Caminaron desde la oficina hacia el cuerpo industrial, cada vez que pasaba Don Carlos María todos los trabajadores o personas que coincidían en el andar se quitan los sombreros, miran al suelo y hacen una reverencia.
-¿Ve usted amigo Desiderio? Soy para ellos un amo ¡Un cruel amo! Que a mano de hierro y con hombres armados les tenemos en una especie de prisión ¡Nada más alejado de la verdad! Cierto que mi padre utilizó los sistemas esclavistas del sur de las zonas de Mississippi para traer allá por 1870 esclavos para la textilera, aquí hicieron sus vidas, les construyó sus barrios cercanos inclusive me gustaría construir una ciudad para mejorar su vida y acercarles un poco de cultura a estos hombres y mujeres que fueron despojados de sus familias y que se asentaron aquí en la propia fábrica.
-Me sorprende su visión amigo, inclusive debo decir que me sensibilizo en su posición ¿Usted nunca estuvo de acuerdo en este sistema esclavista? ¿Por qué lo mantiene activo?
-Mi padre al venir de Europa pensó que este sistema era el mejor ¡Nunca imaginó el daño terrible a estas familias! Su régimen de producción era totalitario y se castigaba con azotes la baja producción, por eso mis hombres están armados ¡El rencor y la venganza aun persiste amigo de aquellos a los que mi padre lastimó profundamente! Lo demás es solo pasado, cierto que la jornada es larga aquí, pero sus condiciones han mejorado de enorme manera, tienen un sueldo, comida y estamos llevándolos a mejores condiciones de vida, algunos ya tienen sus casas detrás de la gran arbolada, cercanas al paso del tren que también les sirve de distracción, deseo en un futuro construir otro teatro aquí cerca, tal vez un salón de eventos ¡No sé! Quiero pagar todo lo que mi padre debe a estas familias.
Don Desiderio está construyendo un concepto diferente del textilero y la gente que le lleva la información a Don Porfirio Díaz pues seguro que solo se quedaron con lo de su padre, tirano explotador, si fuera verdad lo que dice Don Carlos María sí es relevante que esté considerado dentro de la cámara de comercio, de no ser cierto y es solo una treta para ingresar le podría costar la enemistad con el presidente de México y eso ¡A nadie le hace bien!
-Pues estimado Don Carlos María Cayetano me voy con un sabor diferente a lo que pensaba.
-¡Perdone el abrupto brusco amigo mío! De verdad insisto en la disculpa.
-Es aceptada mi señor ¡De corazón le digo! -partió el comerciante hacia el rumbo de la calzada antigua que le llevará medio día cruzar la arcada por completo en su carroza de carga – la que usa para trasladar sus productos- su mente le hace aún tretas en saber distinguir lo buena persona de Don Carlos María.
Al retirarse el invitado Don Carlos María le dijo a su cuatrero principal:
-No dejes de vigilar a este cabrón de Don Desiderio, debemos estar en esa cámara cueste lo que cueste, me temo que ya lo tenemos de nuestro lado- Dio la vuelta y caminó por el patio principal, al encontrarse a unos niños corriendo les dijo:
-Ustedes pinches mocosos ¿Qué no tienen que trabajar? -pateando al que tenía cerca.
Continuará…