Querétaro 1860. Casa de los grandes ventanales, La Cañada.
El vuelo del pequeño gorrión se entrelaza con los vaivenes del viento que lo empujan hacia una de las torres sin terminar del convento agustino, sus rosados desgastes tunden con gracia los aleteos del ágil pequeño, vuela por sobre las rojas tejas de los altos techos de las casonas palacio, al paso su camino le permite distinguir las frondosas copas de color fresco oliva de la punta donde varios nidos le hacen al teñir, avanza raudo con su rama en el pico hacia la ventana de ocres vidriados y destellos luminosos, se postra en la orilla del dintel donde hace de picaporte con entrelazos intermitentes, hasta que una pequeña mano regordeta le hace a bien recibirle, aquella que en cada toque al fino dintel le recibe con una semilla.
El niño acerca al gorrión a sus ojos para mirarle de cerca, las plumas amarillas se notan a detalle como se sostienen, si miras con delicadeza descubres que cada hilo forma el abanico completo de brillantes cromas, los ojos del viajero matutino tienen un oscuro completo, suaves pestañas surgen de sus avivados brillos, entre más se acerca el pequeño a observarle hace de trinos sonoros para el deleite, el chico le obsequia otra semilla.
-¡Toma amigo! Seguro estás con hambre… ¿Desde dónde vienes? ¿Acaso tienes padres o eres papá ya de alguien? – le hablaba mientras con su grácil dedo le rasca su pecho, le acercó en una pequeña tapa un poco de agua con la delicadeza de que si hacía un movimiento veloz el gorrión haría por retirarse y regresar hasta el otro día. El pequeño “volador” – así le puso el niño Desi de cuatro años- parecía le comprendía, con un pequeño salto para moverse le miraba y cada que cruzaban las miradas le regalaba un trinar melódico, así hizo de esta unión algo especial, un vínculo.
-¡Desiderio hijo baja ya a desayunar! -escuchaba el grito de su madre Doña Carlota de Loarca, mujer de hogar y dedicada al cuidado del pequeño niño, quien a sus cuatro años de edad muestra vestigios de un problema de no lograr ver las cosas de lejos ¡Las de cerca sí!
-¡Ya voy! -le hacía mientras no dejaba de jugar con su gorrión de amarillos destellos, que al saber se retiraba le hacía melodiosas notas a su oído, correspondiendo con un par de semillas de más -¡No engordes! – le daba un beso en su cabeza y lo aventaba al aire, en un par de aleteos se le perdía de vista, pero su trinar le dejaba claro el rumbo de partida.
Bajó las escaleras con cuidado, ya varias veces había caído por no darse tiempo de ser cuidadoso, ahora lo hace con cautela de más al sentir que ya esta en la mesa del comedor se sentó.
-¿Vino tu amigo a cantarte los buenos días Desiderio?
-Sí mamá de hecho me cantó unas nuevas melodías que aprendí de pronto – se las silbó, a lo que la madre cariñosa le tomó el mentón con su mano y le dio un beso en su cabeza.
-¿Mamá te puedo hacer una pregunta?
-¿No será de aquellas raras preguntas de que si de verdad la luna es de queso verdad? Porque está comprobado ¡Es de leche! – sonríe mientras le dejaba en un vaso para que tomara.
El niño le dio un gran sorbo a su leche recién hervida que aún ventea si le soplas por encima las burbujas de pequeñas gotas de nata que se está formando ¡Si dejas que se haga la pasarás mal en el trago! – Mamá ¿Dios es igual a nosotros verdad? –
-¡Sí amor! A imagen y semejanza completa, así lo dice el cura cada domingo.
-Y entonces si Dios es igual a nosotros ¿Tú crees que él vea igual que yo?
-Dime amor ¿Cómo ves tú? -Le contesto mientras le limpiaba con su delantal de punto de cruz los bigotes de leche.
-Pues, así como veo ¡A ti te veo de lejos y si caminas poquito te pierdo! Si me acerco mucho veo tus ojos, tus manos, tu carita, tu cabello, pero si ya no estas a dos pasos ¡Ya no te veo!
-Si Desi amor, seguramente Dios ve como ves tú.
-¿De verdad? Porque entonces dime ¿Cómo le hizo para hacer el cielo de azul si no ve? ¿Y las estrellas? ¿Y la luna?
-Bueno le ayudan los ángeles y uno que otro santito.
-¿Tú has visto ángeles mamá?
-Sí hijo todos los días veo un angelito que habla con los pajaritos.
Abrió el niño sus ojos lo más que se pudo y exclamó – ¿De verdad? Y ¿Cómo se llama?
-¡Se llama Desiderio! Mientras le hace cosquillas en su estomaguito y costillas, el niño suena con solemnes risas y se retuerce en su silla.
-¡No mamá! Ya no más cosquillas…
Antiguo Camino de Tierra Adentro, pasando ya los sembradíos de Tepotzotlán, 1903.
La carroza hace mucho que dejaba de sí, cada piedra, hoyo en el camino, rama ¡Todo se sentía en la exuberante espalda! arriba simple de la rabadilla, el asiento deja el confort para otras diligencias ¡Seguro las de recién hechura! Porque lo que es esta, a la lectura del panfleto dice: “Comodidad a buen precio, llegamos el mismo día”
En la incómoda diligencia viene Don Desiderio Reséndiz – comerciante afamado de Querétaro, – El secretario privado de Don Porfirio Díaz – que más pereciera disfraz de poca monta, bigotes falsos y un catalejo en el ojo que no necesita ni sabe usar- Doña Naborita Martínez – dueña de un expendio de pan famoso – y un capitán que por ayeres del destino su caballo murió y tuvieron que subirlos con todo y sus mochilas con arreos ¡Poco faltó para que también al caballo lo treparan! -quejase Don Desiderio-.
En los vaivenes hacen todo lo posible por no apachurrarse unos con otros ¡Pero la arremetida es constante! A tal grado que todos vienen no con el mejor humor.
-¡Es la última vez que me regreso en este armatoste! De verdad que es una tomada de pelo ¡Una tomada! Mis recatados labios no pueden proferir lo que mis pensamientos me sucumben.
-Ande ya tome la calma Doña Naborita, total nos falta medio día de camino ¡Pongamos a buena lid este viaje! Ande, mejor cuéntenos de su panadería ¿Es bueno su pan?
-¡El mejor mi señor si me lo permite! -Mientras con un abanico trata de no hacer notar su mal olor natural de señora viuda que hace tiempo un mancebo le haya hecho la gracia de presentarle un perfume ¡Que vaya hora que lo necesita!
-Pues habrá que probarlo mi señora ¡No hay mejor pan que el que se hace en la Puebla de los Ángeles – todos se santiguaron – ante un embate de cerdo con mole y una semita ¡Inmejorable mi señora!
-Pues eso lo dirá usted capitán ¡Pero mis panes se venden por toda la ciudad de México! Desde el propio Palacio Nacional a quien tengo el gusto de venderle de propia mano ¡La quedada del día al mismo Don Porfirio! Sepa usted mi señor.
-Pues si el pan destila aromas como usted mi señora ¡Temo que nos nos dura mucho tiempo nuestro general! – susurró casi sin ser escuchado.
-¿Dijo usted algo mi señor capitán?
-No mi señora, mis cánticos de milicia.
-Ahora díganos Don Desiderio ¿Quién es este disfrazado que le acompaña? A leguas se mira que el bigote fue comprado en una feria de trucos y que su peinado ¡Por Dios! No es el propio – mientras le da un codazo a Doña Naborita el capitán, quienes juntos ríen.
El estirado personaje se presentó – Soy Don Alejandro de Limantour, un afamado empresario que voy con el rumbo hacia la hermosa ciudad de hierros y canteras, acompaño a Don Desiderio por simples cuestiones de negocios ¡Solo eso!
-Vamos hombre dígales lo cierto, venimos por orden de Don Porfirio a de una vez y por todas a dejar claro una cámara de comercio, donde deseamos conjuntar al comercio para beneficios.
-¡Que hombre de tan pocos recaudos! -exclamó el estirado caballero – Sépase mi señora y capitán que mi atavío cumple con todas las dignidades de pasar sin ser reconocido.
-Pero mi señor – le dijo el capitán-a diez metros se nota que en su vida a tenido bigote, su pegamento se está derritiendo y no creo que al llegar a la ciudad pase desapercibido, seguramente si llega como la persona que es ¡Nadie lo reconocerá! En esa ciudad todos se conocen y saben de que familia viene cada uno ¡No se haga usted al engaño! Sea usted y verá que nadie lo reconocerá.
La carroza desfila hacia el vaivén molesto del antiguo camino de Tierra Adentro, el escarpado bosque les hará probar las gélidas planicies de San Juan del Río, aquí las diligencias caminan evadiendo los autos que pasan a velocidad junto de ellos, en todo el viaje no se han visto más que tres y eso uno les alcanzó, pero trecho más tarde al parecer tuvo falla y se quedaron varados.
Continuará…