Los múltiples retos globales, llámense combate al narcotráfico, al consumo de drogas o al tráfico ilícito de armas y a los impactos del cambio climático, así como en pro de una migración ordenada, segura y regular, o del acceso de la comunidad LGBTIQ+ a derechos, entre muchos otros, requieren estrategias de solución duraderas a corto, mediano y largo plazo. Todos necesitan un acercamiento integral que no necesariamente privilegie una sola visión de la problemática ni de su posible solución.
Sin embargo, en tiempos recientes han permeado estrategias de solución asociadas a una visión de extremos, en contextos electorales que, si bien ayudan a ganar votos, no necesariamente corrigen de manera integral las problemáticas, ya que dejan de lado una parte del todo y no prevén las necesidades reales de los involucrados ni de la gestión de gobierno.
La frontera entre México y Estados Unidos es un ejemplo de esta tensión de extremos, y escenario de estrategias político-electorales que, lejos de dar soluciones desde la raíz, ahondan las brechas.
Visiones como la del gobernador de Texas, Greg Abbott, o del de Florida, Ron DeSantis, ejemplifican con claridad lo anterior. Medidas legislativas y de política pública para “interceptar y repeler a las personas migrantes irregulares, con muros terrestres y acuáticos; la creación de grupos civiles para detener a personas indocumentadas, o en Florida la Ley SB1718, que obliga a verificar e informar el estatus migratorio de trabajadores y pacientes, entre otras, lejos de ser soluciones prácticas y duraderas, criminalizan el fenómeno migratorio, incluso a pesar de los importantes impactos negativos hacia sus propias economías.
Se trata de estrategias de solución que excluyen, polarizan y reducen la complejidad del fenómeno migratorio. Por ello, es necesario buscar puntos intermedios que den la posibilidad de dialogar y alcanzar planes integrales, con la intención de escuchar otros puntos de vista, no necesariamente coincidentes, pero que pueden llevar a objetivos en común bajo un clima de respeto y evitando la retórica que fracciona.
Así, es importante recalcar la reciente declaración de Juan S. González, asistente especial del presidente estadounidense Joe Biden y director del Consejo de Seguridad Nacional para el Hemisferio Occidental en la Casa Blanca, durante su participación en la 26.ª edición de la Conferencia anual del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), al referirse al combate al narcotráfico y, desde una visión más amplia, integrar la necesidad de un cambio de estrategia.
“No es sólo atacar el reto de donde viene el tráfico, sino también, en Estados Unidos, reducir la demanda, reducir el tráfico de armas, enfocarnos en el sector financiero”. Sus palabras son un primer paso que abre un nuevo diálogo, con posibilidad de acordar soluciones, que reconoce las responsabilidades propias y los desafíos internos para forjar causas comunes, para construir en corresponsabilidad desde puntos más cercanos y lejos de los extremos.