“Ahora de pueblo en pueblo/ errando por la vida, / luego de mundo en mundo, errando por el cielo/ lo mismo que esa estrella fugitiva. / ¿Después?…Después…/ ya lo dirá, / esa estrella misma/ esa estrella romera / que es la mía, / esa estrella que corre por el cielo sin albergue/ como yo por la vida.” León Felipe. Ahora de pueblo en pueblo.
En el Porfiriato, surgió la Colonia Americana(hoy) Colonia Juárez en terrenos de la antigua Hacienda de la Teja, con límites: al Norte, Paseo de la Reforma; al Sur, Avenida Chapultepec; al Este, Avenida Bucareli; al Oeste (hoy) la calle de Lieja. Los bendecidos por el sistema decidieron crear una zona habitacional para su residencia; fue inaugurada oficialmente en 1898, e impulsada por México City Impromevent Company, empresa constructora que le dio forma y fama; en 1906, en el Centenario del natalicio del Benemérito de las Américas, el Gobierno de la Ciudad de México, la nombró oficialmente: Colonia Juárez. Entre sus célebres habitantes, destaca la presencia de Francisco I Madero, en una casona de Berlín y Liverpool. Territorio de palacetes de arquitectura con aires franceses, que en sus muros albergaban a “poderoso”, que bajo el manto protector de José de la Cruz Porfirio Díaz Mori, durante 30 años, lograron medrar con los recursos de la Nación.
La época Revolucionaria y el triunfo de la Revolución, hicieron que la Juárez perdiera “glamur”; hasta mediados del siglo XX, el desarrollo de Paseo de la Reforma, Insurgentes, Chapultepec, Bucareli, le permitió sobrevivir esperando mejores tiempos para recuperar brillo. En los 50s entre Insurgentes, Florencia, Chapultepec, Paseo de la Reforma, inició la Zona Rosa, lugar emblemático capitalino; las versiones de ¿porque se llama así? son distintas: Carlos Fuentes, en “La Región Más Transparente”, la describe con sus edificios pintados de rosa; otra se atribuye a Vicente Leñero, señalando que el escritor alguna vez afirmo: “es demasiado tímida para ser roja y demasiado atrevida para ser blanca; de José Luis Cuevas -ahí realizó su Mural efímero- se dice que fue en homenaje a Rosa Carmina, existen otras. El último Decalustro del segundo milenio, llevó nuevas dimensiones sociales a la vieja colonia Porfirista; convirtiéndola en símbolo de la modernidad cosmopolita. Florecieron foros, cafeterías, centros de diversión nocturnos, restaurantes, hoteles, etc., donde habitantes y visitantes de conducta liberal, transitaban, dialogaban, creaban, vivían. El nacimiento y crecimiento de la Zona Rosa, impactó a sus viejos colonos con su conducta multirracial, multicultural, también se hizo presente en leyendas urbanas, en obras artísticas; en la historia moderna de la megalópolis.
Del otro lado de la Avenida de los Insurgentes, en su lado Oriente, instituciones, escuelas, oficinas públicas, la dotaron de otros pobladores que en los nuevos edificios pasaban parte del día; de una población flotante que atendía asuntos en dependencias y oficinas administrativas de la iniciativa privada; años después llegaron los planteles de educación. En el corazón de la colonia, en la Calle de Lisboa, al inicio de los 90s se colocó una escultura, copia de la del Campo de Fiori, -sitio de su ejecución en la hoguera-de Giordano Bruno, en el centro de la plaza con el nombre del filósofo, científico, astrónomo, matemático, profesor universitario, presbítero católico del rito latino, poeta italiano. La antítesis del “conservadurismo”, en la figura de Filippo Bruno, -Giordano, al ingresar a la orden religiosa de los Predicadores-, llegaba como residente a La Juárez. La plaza se volvió centro de reunión, territorio de palomas chilangas, comedor de trabajadores, dormitorio de algunos sin/ casa, paisaje para bebedores de café, ínsula del comercio formal e informal; trozo del hábitat citadino, bajo la figura de bronce, del pensador asesinado por la Santa Inquisición.
“La migración es una constante en la vida. / Ya sean los pájaros en el cielo/ o la gente que cruza las fronteras/ en busca de una vida mejor. La migración es un fenómeno natural. / Eso ha estado sucediendo/ desde el principio de los tiempos/ Y seguirá pasando/ Mientras haya algo por lo que migrar. Así que no le tengamos/ miedo a los migrantes/ son como nosotros/ buscando una vida mejor/ y dispuestos a trabajar duro por ello.” Poema corto sobre la migración. Gabriel Calvo.
Los primeros años del tercer milenio tienen una historia indeleble: La de la Migración. El filósofo, autor, semiólogo italiano, Humberto Eco, a propósito del tema señala la diferencia entre: “migración, fenómeno natural, violento o pacifico, que implica el desplazamiento paulatino de un pueblo de un territorio a otro, cambiando radicalmente la cultura del territorio de acogida;(e) inmigración, movimiento de personas controlados políticamente por los países receptores que pueden limitarlos, impulsarlos, programarlos o aceptarlos.” La población inmigrante que intenta llegar a Estados Unidos, en las rutas de Tapachula a Matamoros, Tamps. (1788 km.), a Ciudad Juárez, CHIH. (2960 km), a Tijuana B.C. (3900 km) aproximadamente, que son destinos del mayor flujo migratorio, utiliza todos los caminos, tratando de evitar experiencias abominables a manos de delincuentes que los consideran mercancía para la rapiña; algunos llegan a la Ciudad de México, en busca de una visa- permiso humanitario por 45 días, para transitar de Sur al Norte, en la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados-COMAR- que tiene su sede en la calle de Versalles, el documento lo consideran indispensable para alcanzar el sueño, muchas veces pesadilla. Versalles es una de las calles principales de la Juárez, cerquita de la Plaza Giordano Bruno, arteria vial donde la población en situación de calle, creció provocado por una mayor demanda de solicitantes del permiso; las colas afuera de las oficinas de la Comisión engordaron día a día, la espera unas veces traía suerte, otras, desconsuelo; la Pandemia del Coronavirus aceleró el proceso, fue mayor la fila de mujeres ,niños, hombres, originarios de Honduras, Salvador, Guatemala, Nicaragua, Venezuela, Ecuador, Cuba, Colombia, República Dominicana, Haití, etc.etc que con su vieja incertidumbre, producto del hambre, la violencia, la ilusión de encontrar mejores condiciones para vivir, salen a caminar la vida. .
Una mañana de abril el Pequeño Haití, más de 300 familias haitianas y algunos solitarios en tiendas de campañas, con cartones como colchones- cobijas, nulos servicios sanitarios; se instaló bajo el pequeño techo de la plaza y en su entorno para protegerse de la lluvia, para tener un sitio donde no les cobraran, donde poder seguir esperando el salvoconducto; su presencia colectiva y el campamento, causó entre vecinos y población flotante, voces de intolerancia, otras de solidaridad. Giordano Bruno se volvió testigo silencioso del éxodo moderno que acampaba en la Colonia Juárez; de los anhelos de la niñez migratoria del tercer milenio; las noticias que contaban de la problemática de las fronteras Sur y Norte del país, se hacían presentes en el centro de la Juárez. Desacuerdos entre la Alcaldesa de la Cuauhtémoc que trató de cerrar la Plaza con tapiales y rejas metálica utilizando el argumento de modificación del sitio y el Gobierno de la Ciudad de México, que las retiró inmediatamente con base en la declaración de la plaza como Patrimonio Cultural de la Ciudad de México, por lo tanto, solo la SEDUVI y el INBAL son las autoridades autorizadas para autorizar o no intervenciones del sitio y que las medidas tomadas por la Alcaldesa no contaban con esta autorización. La intervención de policías, personal de la Alcaldía y del Gobierno Capitalino formó un zafarrancho de aquellos, pincelada tragicómica a la crisis migratoria del tercer milenio. A los pocos días de incidente se adaptó un Refugio Temporal en una Alcaldía lejana a la colonia, no todos aceptaron trasladarse al refugio, la población del improvisado campamento se redujo considerablemente; por un rato la estatua descansó de ser tendedero, las palomas regresaron, el de los tacos adornó el comal con nuevos guisos; llegaron otros enamorados a disfrutar la tarde, en el piso quedaron tirados sueños, ropa vieja, esperanzas mojadas por las primeras lluvias del año; la Plaza Giordano Bruno, simplemente se preparó para recibir otra oleada de la Migración del tercer milenio.