En días recientes parece haber un deslinde ruboroso de muchos de quienes en su momento encendieron los incensarios de la cívica catedral del voto, y a ella nos invitaban con el ánimo alborozado para votar en favor de Andrés Manuel y sucumbían ufanos a la pronunciación del gozoso lema: es un honor estar con Obrador.
Ese honor es del todo comprensible en quienes hallaron en los ´programas sociales (a cambio del voto perpetuo), la posibilidad de un ingreso constante, complemento en muchos casos de la escasa cosecha de billetes a la cual su condición los confinaba. No sólo es para ellos un honor, también es una tabla de salvación, sobre todo si se reúnen dos o tres beneficiarios por familia. Todo eso es comprensible. La gratitud es la gratitud y amor con amor se paga o se corresponde, como se quiera decir.
Pero los arrepentimientos publicados en diarios de esta ciudad (he leído cuatro cinco textos en ese mismo sentido), son graciosos, como jocoso suele ser el ridículo ajeno. La justificación cuando nadie la solicita, el enorme valor de acercarse al toro cuando ha pasado la cabeza.
No sé si estos rigurosos analistas de la realidad (incluyendo su realidad), quieren una vez más quedar bien con Dios y con el demonio. No voy a mencionar sus nombres porque no me da la gana, pero uno de ellos se tiró esta maroma: no estoy arrepentido de mi voto por AMLO, porque primero, nada cambiaría, y segundo, porque hablar de remordimiento implicaría reconocer otra posibilidad en aquella elección. Y lo volvería a hacer. Pero eso no me impide censurar la forma como se ha gobernado en muchas cosas.
Mucho laberinto para no llegar a ninguna parte. Nadie osa criticar frontalmente al presidente. Es más, fácil criticar a Anaya o a Meade, a toro pasado.
Otro dijo: era necesario darle una oportunidad a Morena. Y como remate el lugar común: se merecían el beneficio de la duda.
La duda. Nada es tan quebradizo como dudar en vez de pensar ante lo evidente. ¿De veras no entendieron los signos de la pulsión autoritaria? ¿No se dieron cuenta de la ineptitud dispersa en todo ese movimiento de masas? ¿No entendieron la alevosa utilización de la pobreza como banderola todo justificante?
Si no vieron las maniobras para mandar al demonio a las instituciones ni observaron la desequilibrada entronización teatral de un gobierno legítimo; si no miraron a los ayudantes embolsarse pacas de dinero presión y chantaje, de seguro no vivían en este país. Y ya instalados en la nueva realidad tampoco han visto los casos similares de hoy, igualmente documentados en papeles y videos.
El beneficio de la duda es un argumento cobardón y políticamente correcto. ¿Por qué no dicen, me dejé engañar? Quizá porque si se dejaron son ingenuos. Y si los engañaron sin darse cuenta, son idiotas con diploma.
Y con el mismo beneficio dubitativo, se van a volver a acomodar en esta procesión de turiferarios.
UNAM
Con mucha frecuencia, como única respuesta indirecta a las frecuentes agresiones contra la Universidad, la Rectoría divulga sus éxitos internacionales. El más reciente de ellos, Enrique Graue, el doctorado honoris causa de la Universidad de Sevilla a Don Enrique Graue.
Ahora se nos cuenta esto:
Hoy comenzará el V Encuentro Internacional de Rectores de Universia, este año encabezado por la UNAM, en el cual se reunirán rectoras y rectores de más de 700 universidades de Iberoamérica, y es auspiciado por Banco Santander y Universia.
El rector de la UNAM y presidente del Comité Internacional del Encuentro, Enrique Graue, abrirá el encuentro. Estarán, presentes el presidente español, Pedro Sánchez; y doña Ana Botíon, cabeza del Banco Santander.
La reunión se efectuará en la Ciudad de las Artes y las Ciencias, en Valencia, España.
VIDA
Cosas de la vida: apellidarse Botín y presidir un banco… El chiste se cuenta solo.
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