Ya no hay razón para ser clandestino. De inventar una semana cultural gay en la calle de Ezequiel Montes en los 70 para una cita literaria, poética, pictórica, fotográfica solo para maricas y lesbianas. No. Ahora la heterosexualidad se interesa en la cultura LGBTTTQ y quiere ir al Museo del Estanquillo a ver los retratos eróticos de Smarth; asomarse al Museo de Arte Moderno y observar pinturas espléndidas de Oliverio Hinojosa o el autorretrato de Manuel Rodríguez Lozano que se abre en canal para mostrar su mirada insinuante. O echar un ojo en el Centro de la Imagen a los sucesos de los años 80, cuando el vih/sida hizo estragos en la comunidad de la diversidad sexual y más de uno perdimos amigos. Sí: abrir ojos, cejas y pestañas a lo que estuvo oculto por una sociedad pueril que —aún hoy con Lilly Téllez a la palestra—, quiere prohibir a drag queen a que vaya a contar cuentos a los niños en la escuela. (Pobre Téllez, que de periodista tiene lo que yo de político).
Es cierto. Tanto, que el Museo Universitario del Chopo —que fue el primer foro en abrir actividades culturales elegebeteras— y la UNAM se cubrían de gloria gracias a la decisión de su directora, la poeta Elva Macías, desde los 80. Hoy es un museo que pareciera que se avergüenza de aquello y su semana cultural diversa en el mes del orgullo gay la esconde en sus programas burocráticos. En cambio la Galería José María Velasco, bajo la dirección de Alfredo Matus, se ha convertido en un centro cultural donde lo LGBTTTQ se exhibe sin inhibición alguna, sean fotografías descarnadas, lúbricas de Eriko Stark o presentación de libros del gran Antonio Marquet o el enorme Fernando Yacamán.
O mejor dicho: no estamos de moda. Más bien se abrieron los centros culturales oficiales después del esfuerzo de los movimientos de activistas sexodiversos que exigieron derechos iguales, sin distinción de raza, clase social o sexo. No llega aún la marcha LGBTTTQ y las manifestaciones culturales están abiertas al público. No va el que no quiere. El Estanquillo con Smarth, el MAM con su recuento histórico de la pintura y fotografía o el Centro de la Imagen con Positivo Negativo son una expresión de una cultura gay que nadie debería perderse.