La definición de la Agenda 2030 en 2016 ha marcado un punto de inflexión en el camino hacia la sustentabilidad en el mundo. En particular, el país como “actor global” se ha descrito por su nivel de actividad y participación en los procesos de construcción de dicha Agenda, mediante propuestas y abogando por nuevos enfoques para atender problemáticas. No obstante, las condiciones actuales de México aún están muy lejos de ejercer acciones efectivas para cumplir al cien por ciento con dicha participación.
Los objetivos de la Agenda 2030 están interrelacionados; atender a uno afecta y requiere de los otros,es un ruta perfecta a favor del desarrollo sostenible, sin embargo hoy haré hincapié en el Objetivo de Desarrollo Sustentable número 6 (ODS 6): agua y saneamiento. Esto, porque de 2016 a 2022 lamentablemente los cambios han ido ala baja. Según datos de la CONAGUA, en 2020 apenas 51.7% de las aguas residuales municipales fueron tratadas y sólo un 64% de la población tenía acceso a agua potable . De hecho, pasó de un 67% en 2014 a 64.42% en 2018, disminuyendo desgraciadamente en lugar de aumentar; como lo dictaria la agenda. Con ello está claro que aún queda un gran trabajo por delante.
Son muchos los factores que contribuyen a que se pueda tener un avance; se puede mencionar, por ejemplo, las condiciones geográficas de las ciudades que se reflejan en instalaciones de saneamiento y redes de distribución más complejas, impactando en el acceso y uso eficiente del recurso. Un caso destacable es el de la Ciudad de México que, por su ubicación geográfica elevada y su número de habitantes, representa un reto en el abastecimiento de agua en el país. Aunado a ello, está el hecho de que hacen falta indicadores específicos y actualizados para México que muestre progreso en función de sus necesidades; de los 7 indicadores con los que cuenta, sólo 2 son específicos (cuya identificación inició en 2020) y en general sus datos más recientes son de 2020 además de que ninguno cuenta con una meta establecida.
No pretendo demeritar la participación que México tiene como país en el cumplimiento de los ODS, la cuestión más bien es la de reconocer que tan consciente ha sido de las decisiones en temas de agua y saneamiento y de cómo las acciones que se han tomado contribuyen a alcanzar dichas metas, pero sobre todo; en la construcción de una política hídrica qué garantice el recurso en cantidad y calidad suficiente para las necesidades actuales y futuras. La situación en nuestro país es preocupante, ya que existe desigualdad en el acceso a los servicios de agua y saneamiento entre las distintas regiones del país. Además, de que enfrentamos una sobreexplotación de acuíferos y una gestión inadecuada de las aguas residuales, lo que ha llevado a la contaminación de ríos y cuerpos de agua.
En ese sentido, y como siempre lo ha sido, la contribución del sector privado, público y social, son cruciales para atender los problemas del agua. Sin embargo, hoy en día ante un estado de urgencia, hay que fortalecer el papel que gobierno y empresas tienen para que nuestros recursos hídricos adquieran la importancia que merecen.