El pintor es un cronista del viaje de los migrantes por territorio del sur mexicano al norte de Estados Unidos. Descabezados, cuerpos en llamas; cráneos como tzompantli de estilo contemporáneo, sin dioses; con los símbolos de nuestra bandera, con la creencia religiosa a cuestas, pinturas como exvotos con la fe como único refugio para sobrevivir; con la esperanza de llegar al sueño americano, ilusión que queda atrapada en los caminos perdidos de México. Un grito de auxilio donde el artista se pone como personaje para hablar del otro y, acaso, con el arte de la pintura —sin mentiras—, poder sensibilizar al espectador: estamos suicidándonos sin darnos cuenta.
Sus murales formato medio son espectaculares por la profundidad con que pinta la desolación: ahí donde el artista se metamorfosea. De Sur a Norte el único mensaje que queda es la posibilidad de ir al cielo con el Señor. Los migrantes lo escriben en la muestra: “Señor, llévame contigo al cielo, soy un migrante, no me cobres cuota… llévame en un tren rumbo al cielo y no me preguntes si tengo visa, no me asaltes, no me golpees solo eso te pido”. No hay panfleto en la pintura de Gustavo Monroy. Hay autenticidad de un artista ante la cruel realidad, esa mueca de dolor transforma la conciencia de quien observa las piezas.
Aunque repetitivo —¿qué tragedia no lo es?—, Gustavo Monroy deja un agrio sabor de boca. Como la noticia en los medios de comunicación: 40 migrantes calcinados en un refugio estatal. Las pinturas confirman la crueldad, el valemadrismo de quienes deben preservar el derecho humano. No hay escapatoria al veredicto: los migrantes muertos hoy revividos a través del arte deben ser recompensados con justicia y vergüenza para el país.
Nadie queda indiferente ante la cacería sangrienta de los migrantes del mundo —en este caso dentro de nuestras fronteras. El pintor se autorretrata para brindarnos una obra de teatro cuyo personaje es él mismo con la intención de salvarse a sí mismo, como un acto de expiación.
Un amigo, pintor y escritor, dijo: es como “un Bosco mexicano”. Una certeza: el Bosco y el infierno. México en su purgatorio. Arte sin mentiras.
Frontera–Border se expone en el Museo de la Ciudad, en Querétaro.