Adriana Delgado Ruiz
Más de 300 mil abejas muertas repentinamente al inicio de este mes, sin una razón todavía explicada, tienen a los apicultores de Hopelchén, Campeche, desconcertados, indignados y empobrecidos. Es una tragedia mucho más grande de lo que suena y no es la primera vez que sucede en México. En 2022, en Quintana Roo, murieron 2 millones de los insectos más importantes del planeta, envenenados por el finopril que contienen los pesticidas que usan otros productores agrícolas.
Sin abejas, simplemente no hay vida ni humanos. Así de claro. La FAO dice que de los 100 cultivos que proporcionan el 90 por ciento de los alimentos en todo el mundo, 71 son polinizados por esas diligentes obreras.
Así, lo que está sucediendo en Campeche debe investigarse a profundidad, entenderse, corregirse y tomar las medidas necesarias para que no se repita. Poniendo El Dedo en la Llaga, el representante de la Unión de Apicultores Indígenas Cheneros, Ermilo Maas Ek, expone las causas probables más evidentes.
Una es la forma intensiva en que la comunidad menonita de la región hace el cultivo de granos. “Habían levantado la siembra de soya y pusieron la de sorgo, entonces el sorgo cuando estaba en floración, las abejas estaban pecoreando. El menonita fumigó cuando las abejas estaban agarrando el polen de ese cultivo. Nosotros fuimos al apiario en la tarde y estaba el tiradero de abejas”, cuenta Maas Ek.
El uso de agroquímicos y pesticidas sin los controles correctos acelera la producción, pero también es letal para las abejas y los nutrientes naturales del suelo. El problema es aún mayor porque esa práctica está extendiéndose a otros cultivos de la región, como el pepino.
Todavía más, la presencia en la zona de Bayer-Monsanto, la mayor productora transnacional de glifosato, es parte de la ecuación. La revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences, documenta estudios de la Universidad de Texas que concluyen que ese herbicida mata a las abejas dañando sus sistemas inmunológico y digestivo. Aquí mismo, en este espacio, documenté el 18 de enero pasado que esa empresa fue condenada en 2019 a pagar 25 millones de dólares a la familia de un hombre fallecido por cáncer atribuido justamente al glifosato.
¿Qué ha hecho la autoridad para evitar la muerte masiva de abejas? Las denuncias ante los tres órdenes de gobierno van ahora en que las causas se están investigando, pero sin mucha prisa. Curiosamente, la Estrategia Nacional para la Conservación y Uso Sustentable de los Polinizadores, publicada a finales de 2021, explica por qué debería ser un tema urgente y prioritario: más de 50 mil familias mexicanas viven de la apicultura, con más de dos millones de colmenas.
El secretario de Agricultura del gobierno federal, Víctor Villalobos, explica que desde su ámbito ya están trabajando en soluciones: construir acuerdos con los productores agrícolas para que usen agroquímicos más amigables y acordes con el ecosistema y no los apliquen en los momentos en que las abejas están haciendo su trabajo. Como apoyo para los apicultores, plantea entregar cajones y abejas reinas para establecer más colmenas, además de proveerles de azúcar para alimentarlas cuando no hay floración.
De acuerdo con los datos oficiales más recientes, México es el noveno productor mundial de miel y décimo tercer mayor exportador. Para 2022, la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural estimó una producción de 65 mil 649 toneladas. Más de la mitad se destinó a la exportación a 33 países, negocios que significaron 100 millones de dólares.
Miles de mexicanos viven de la apicultura, pero más aún, las vidas de miles de millones de humanos en el planeta dependen de las abejas. Es un tema de máxima prioridad.