En la estación migratoria de Ciudad Juárez –que no albergue– se produjo un incendio donde fallecieron 39 migrantes. La estación está a cargo el Instituto Nacional de Migración del que es supuestamente responsable Francisco Garduño Yáñez, quien tuvo a ‘bien’ concesionar el cuidado de esos pobres seres humanos a una empresa privada que administra el cónsul de Nicaragua, un empleado del dictador Daniel Ortega.
El Instituto depende del Secretario de Gobernación, Adán Augusto López de conformidad con el artículo 27 de la ley orgánica de la Administración Pública. Pero según el draculesco personaje, por un acuerdo interno, la política migratoria recae sobre Marcelo Ebrard. Al menos eso declaró el titular de Gobernación en una entrevista insólita concedida a Joaquín López Dóriga en la que aseguró también que él será el sucesor en la presidencia de AMLO.
* * *
En su conferencia de prensa, López dedicó unos minutos a expresar sus condolencias a las víctimas, al propio tiempo que revictimizó a los propios migrantes de causar su propia muerte. ¿Cómo pudieron hacerlo si antes de ingresar fueron despojados de sus pertenencias: zapatos, celulares…todo? ¿Cómo si en esa jaula mortal tuvieran opción para una escapatoria? pues cerrada aquella especie de horno crematorio con candado, aquellos hermanos nuestros, muertos de sed no tenían otra alternativa que morir calcinados.
Pero no nos engañemos: en el fondo se trata de una política de exterminio de la que es responsable López, de la que su operador Francisco Garduño, amigo del presidente, quien ahí permanecerá. Como si nada hubiera pasado. La PGR investigará, pero ya conocemos a esa fichita. ¿Qué dirá Gertz Manero frente a este crimen de Lesa Humanidad?
López viajó a Ciudad Juárez, pero ¿para qué? ¿para escuchar los gritos de “asesino”? La tragedia estaba consumada. López ya tiene su Ayotzinapa, su Auschwitz. ¿Dormirá con la conciencia tranquila? Probablemente. Qué más da: unos muertos más después de haber sido el responsable, junto con López Gatell, de casi un millón de muertos por el cruel manejo de la pandemia, que le vino como ‘anillo al dedo’ para fortalecer su pretenciosa y ridículamente llamada cuarta transformación. Sin embargo, su radiante humanismo mexicano que sacó de la manga como el pañuelito que agitó como señal de que había acabado la corrupción, permanece intacto.
* * *
Albert Einstein tenía razón: si quieres entender a alguien, no escuches su palabras, observa su comportamiento.