Terry Holiday cruza la noche y llega al amanecer. Lleva en su valija vestidos con los que se trasviste en mariposa nocturna, de esas que hoy están de moda con el nombre de drag queen; eso, cuando Terry sigue cosechando triunfos de oropel en bares que dejaron de ser clandestinos. Hoy vemos claroscuros de esa mujir —y su equipaje, su historia, sus obras fantásticas—, en el Museo de Arte Moderno bajo el nombre de Imaginaciones radicales.
Oliverio Hinojosa se autorretrata desnudo en los 70, sin escándalo. Sus obras son su cuerpo, su rostro, su belleza. Formato grande sus cuadros, en una ventana que brinda luz sobre piernas, sexo, torso. Oliverio, igual que muchos miembros de la comunidad LGBT+, murió de vih/sida en los 80. “Por sidoso, por puto, por promiscuo”, reza la obra de Antonio Salazar (Taller de Documentación Visual): Cristo en la cruz, engusanado, acompañado de monstruos del pecado nefando: una sátira a la iglesia que juraba que moríamos por causa a nuestras preferencias sexuales. El arte sabe responder a odios.
Una exposición colectiva que arranca con un autorretrato de Manuel Rodríguez Lozano y parte de la gran colección de fotos, documentos y obras de Carlos Monsiváis, imprescindible para dar contexto a una muestra sugerente, atrevida, venturosa, con efecto radical. Que empieza histórica y termina saltándose grandes tramos de algo que sabemos es inabarcable. Por eso muchos no están y algunos sobran (o la amistad hace que destaquen con más de una creación). Pasa siempre en una muestra ambiciosa. No intenta ser historia de las luchas LGBT+, esas se dieron en la calle. Intenta esclarecer que el arte que nace de la diversidad tiene un lugar importante en el contexto artístico de México. Se tardaron pero por fin lo esclarecieron. El arte desmiente.
Aquellas atrevidas que en la clandestinidad salieron a dar la cara y fueron pisoteadas por policías; aquellos homosexuales o lesbianas o bisexuales a quienes descubrieron en un baretucho de mala muerte o en una fiesta privada y terminaron en la cárcel de Lecumberri (fotos del archivo Casasola), hoy son reivindicados en esta exposición que nadie debe perderse.
Juanjo Sainz, espléndido él y su perrito, en ámbito porfiriano.